La mano de un entrenador tan experimentado como Javier Aguirre se verá en la Selección Mexicana de Futbol desde el primer partido que le tocará dirigir. El próximo sábado en Pasadena, California, iniciará un proceso de trabajo que está proyectado para, al menos, los dos próximos Mundiales: el del 2026 y el del 2030.
Nadie debería de dudar que el representativo nacional estará dirigido por un director técnico que está en la plenitud de su carrera y muy motivado por el llamado que recibió para conducir por tercera ocasión al denominado “equipo de todos”.
Javier viene de llevar a un modesto equipo de la Liga española, el Mallorca, a una Final de la Copa del Rey. No ganó ese duelo, pero sus dirigidos mostraron mucho carácter y un elevado y muy competitivo juego de conjunto durante todo el torneo.
Con todo un símbolo de la Selección Nacional como su auxiliar, Rafael Márquez, tendrá que definir un estilo y modelo de juego y obtener lo mejor de cada jugador que convoque. Aguirre es un maestro en el arte de exigir y motivar a sus dirigidos, así como en el manejo de las variables externas que cuando no se controlan se vuelcan en contra.
No tengo la menor duda de que Javier Aguirre es el mejor director técnico para sacar a la Selección Mexicana de Futbol del socavón en el que se ha hundido. El tema es ver qué jugadores, la materia prima en este deporte, son los que van a estar a la altura de ese desafío.
Para salir del socavón por cierto, en estos próximos partidos, se tendrá que ganar, meter goles, no recibirlos, jugar de forma asociativa con idea clara de lo que se quiere, elevar el nivel individual de todos, correr, entregarse y meter la pierna más que cada rival. Entre otras cosas.
Por lo demás, los representativos de Nueva Zelanda y de Canadá lucen como rivales muy apropiados para el inicio de esta etapa, a menos de dos años del Mundial, en la que no hay tiempo para echar a perder a nada.