A la par de la naciente rebelión de los futbolistas para evitar seguir siendo explotados y reventados por un calendario de partidos inclemente, en la Liga Mx se empiezan a hacer escuchar algunos entrenadores inconformes por un tema aparentemente resulta menor, pero que a mi juicio no lo es.
Se trata de la obligatoriedad impuesta desde la propia Liga Mx para otorgar un mínimo de mil minutos de juego (en la fase regular de 17 partidos) a futbolistas menores de 23 años. El club que no cumpla será sancionado con la reducción de 3 puntos.
La reglamentación pasa por una serie de normas que determinan porcentajes de minutos válidos en esos jugadores menores de 23 años. No todos, pues suman al 100 por ciento. Esto último lo hacen solo los de 18 años o menos. Además hay un límite de minutos contables por partido, para evitar que en un solo partido se intente cumplir con este precepto.
El punto es que destacados entrenadores de la Liga Mx, como el brasileño André Jardine y el portugués Renato Paiva, del América y del Toluca, respectivamente, han salido en las últimas horas a cuestionar esta obligatoriedad, de alguna manera mandando el mensaje de que no están atentos a cumplirla y asumirían el castigo.
Los argumentos de Jardine particularmente tienen contenido de fondo. Ninguna Liga profesional del mundo, ya no solo digamos las prestigiadas, imponen este tipo de medidas a sus clubes. Las Ligas de futbol, dijo, no tienen por qué ser responsables de las selecciones nacionales de esos países. Los equipos, como los que él dirige, están para ganar títulos y dar espectáculo poniendo lo que el entrenador en cuestión considere que es lo mejor.
Tiene toda la razón el brasileño. Con esto queda claro que los directivos imponen medidas disfrazadas de soluciones que no pasan ya no por el consenso, sino por el debate y la argumentación de los protagonistas del juego. Lamentable.