Por supuesto que pese a que repruebo la forma en la que se benefició al América en su duelo contra el Cruz Azul, respeto la Final de la Liga Mx que se llevará a cabo este jueves y el próximo domingo.
La realidad es que el América y el Monterrey son dos de los equipos mejor armados y más competitivos de nuestro futbol. Que esté convencido de que ambos son influyentes y que logran beneficios de árbitros y federativos, no me nulifica para reconocer su grandeza competitiva.
Los dos equipos están conformados por jugadores y entrenadores exitosos y de calidad incuestionable y eso garantiza que protagonizarán una Final muy pero muy atractiva.
Tienen por supuesto una afición conformada por millones de personas que no paran de apoyar sus colores y camisetas.
No me resulta sencillo dar un pronóstico. El Monterrey dirigido por el argentino Martín Demichelis, quien entró de relevo de Fernando Ortiz, parece estar en su mejor momento. De la mano de su nueva figura, el también argentino Lucas Ocampos, presenta argumentos tácticos y estratégicos, pero también y esto es lo llamativo, de carácter y personalidad. Por fin tiene estos elementos que les hicieron falta en instancias finales de otros torneos.
El América está de vuelta justo en el momento indicado. Quiere el tricampeonato que ningún club ha ganado en torneos cortos. Tiene, por encima de todo, a un gran entrenador en el brasileño André Jardine. Pero ha recuperado, entre otros, a Henry Martín, a Alvaro Fidalgo y presenta como gran novedad al uruguayo Rodrigo Aguirre, un desecho justo de los Rayados.
El partido estará determinado por lo que proponga André Jardine, no me queda la menor duda. Y entonces lo que seguirá es la capacidad de Demichelis para contrarrestar y abatir lo que su colega le mande. No veo a los jugadores, por más talentosos que son, definiendo con su chispa esta Final. Es un duelo de entrenadores.