Mi estilo de negociación es bastante simple y directo. Apunto muy alto y luego presiono y presiono para conseguir lo que busco”, escribe Donald Trump, hoy presidente electo de Estados Unidos (EU) en su libro Trump: The Art of The Deal.
Los aranceles a México, Canadá y China se pusieron sobre la mesa porque Trump quiere detener “la invasión” de drogas e inmigrantes indocumentados.
Podemos seguir desmenuzando el impacto de los aranceles y cómo no le convienen a Estados Unidos porque 88 por ciento de las pick-ups vienen de México, como explicó ayer el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, o porque resultarían en la pérdida de 400 mil empleos de estadunidenses. Podemos compartir con insistencia que el comercio bilateral llegó a 567 mil 553 millones de dólares (mdd) de enero a septiembre de este año; que 66.8 por ciento fueron exportaciones y 33.2 por ciento importaciones, según Banxico, y que a nadie conviene atacar ese intercambio. Podemos reflexionar sobre imponer un arancel al maíz amarillo de EU, principal producto agrícola que nos vende y que de enero a septiembre alcanzó un valor comercial de cuatro mil 252 mdd. Podemos seguir analizando los potenciales efectos inflacionarios de estas decisiones arancelarias. Incluso podemos convocar a los 15 empresarios del Consejo Asesor de Desarrollo Económico Regional y Relocalización de la presidenta Claudia Sheimbaum para que se comprometan a fortalecer la cadena de valor global a la que pertenecen y recalcar que 83 por ciento de la inversión en México, como explicó Altagracia Gómez Sierra, la hacen los empresarios nacionales.
“Parte del problema de Donald Trump es que cometes un error si lo escuchas”, me dijo Alan Stoga, estratega político y presidente de la Tällberg Foundation, “él siempre habla más de lo que actúa; si no te importa lo que dice, ya sea racista o misógino, y te enfocas en las acciones, hay otra narrativa”.
Para el nuevo gobierno en EU, la frontera, el comercio y la seguridad son una misma conversación, y “a los dos países les conviene encontrar compensaciones entre esas pistas o no lograremos un acuerdo”, subrayó Stoga y afirmó que la conversación debe estar en cómo lograr una frontera “inteligente”, porque “si resolvemos la frontera, los otros asuntos serán más manejables”.
Hay otro punto de vista que puede sumar a los esfuerzos, el que Alfonso Romo compartió en MILENIO Foros hace unos días: “hay que negociar fuerte, somos partícipes de las reglas del juego, pero el imperio es el imperio. No hay que dejarnos atropellar, pero hay que ser muy inteligentes para sacar el mejor provecho”.
Trump quiere resolver el tema que más duele en EU y por lo que lo eligieron presidente: la frontera y las drogas. ¿Ya se estarán cocinando esas estrategias?.