A ninguna víctima se le solicita tanto rigor para acreditarse como no culpable de su tragedia como a las sobrevivientes de violencia sexual. Esta historia de la víctima perfecta se repite de vez en vez y prueba de ello es lo acontecido con la declaración de una de las numerosas Jane Doe del juicio contra el rapero Sean “Diddy” Combs, que ahora alcanzó a su amigo y colega Jay-Z.
Una mujer, que en octubre presentó una demanda civil alegando que fue agredida sexualmente por Combs en 2000, modificó su demanda el domingo para incluir alegaciones de que también fue agredida por el músico y productor cuyo nombre real es Shawn Corey Carter. La demandante tenía 13 años en el momento de la supuesta agresión en una fiesta celebrada después de los MTV Video Music Awards.
No obstante, en su relato menciona la presencia de algunos famosos, quienes demostraron no haber estado en ese lugar, lo cual generó suspicacias de medios en torno a su denuncia. Durante una entrevista con NBC News, la demandante, identificada con el seudónimo de Jane Doe, señaló: "He cometido algunos errores en los recuerdos de esa noche".
Pese a ello, insiste en que el "evento catastrófico" que describe en su denuncia ocurrió. De hecho, organizaciones como End Violence Against Women han tenido que hacer declaraciones dejando en claro que "una reconstrucción desordenada fruto del trauma" no implica que las acusaciones sean falsas. Cabe destacar que las contradicciones no solo son del lado de la víctima, sino también de los dos famosos.
Al margen del giro y sorpresas que nos depare este caso –que resulta aberrante por la cantidad de victimas implicadas y el grado de impunidad que permitió que una persona pudiera durante años operar a la luz una red de trata y abuso sexual–, la atención pública, sin embargo, se concentra en incriminar a las víctimas.
Si bien es necesario el debido proceso y que los testimonios estén libres de duda razonable o hechos circunstanciales, no solo en este caso sino en cada caso de violencia sexual, las víctimas son quienes suelen llevar el peso de demostrar que no mienten.
A últimas fechas se ha convertido en metarrelato el tema de las falsas denuncias. El sistema patriarcal ha hecho que hombres y mujeres incluso izen la bandera de los pobres hombres que lidian diariamente con el miedo de ser acusados en falso en denuncias de violación, al ser éstas sumamente frecuentes.
No obstante, esto no pasa de ser un embuste, bastante efectivo por cierto, pues de acuerdo con la evidencia existente, en España, por ejemplo, la Fiscalía General del Estado señala que las denuncias falsas por violencia de género representan el 0.01% del total de las acusaciones presentadas.
Así, es más probable que una mujer sea desestimada en su denuncia que un hombre sea señalado en falso.
Mientras se desahogan las pruebas, bien vale la pena considerar otra situación de inequidad en el hecho de que Diddy y Jay-Z tienen recursos de sobra para invertir en su defensa legal e imponer mediáticamente su narrativa. En todo caso, es deseable que la cobertura sobre la versión de la víctima no sea opacada al ritmo del hip hop.