Son las más menospreciadas, pero las más necesarias.
Son el eterno dolor de cabeza, al que nadie ha sabido, querido o podido ponerle remedio.
No tienen un despliegue itinerante como el de las fuerzas armadas y tampoco son eventuales como una presencia federal. Mientras soldados, guardias nacionales y policías federales van y vienen, las y los policías municipales se quedan ahí, en donde todo pasa.
¿Habrá razón para que nada más “no cuajen” y trienio tras trienio, sexenio tras sexenio, sepamos que “algo hay que hacer con ellas”? En las encuestas de percepción ciudadanas son las peor calificadas en términos de confianza y eficacia, tienen la menor capacitación respecto al nivel estatal y federal y solo el 14% del total de las y los policías municipales en todo México, no deben de invertir su propio dinero para tener un uniforme completo. Además, apenas el 31% de policías municipales tiene un arma de fuego. Esa es la escandalosa cifra que recoge el INEGI para la que seguramente no estábamos preparados.
Al interior de las instituciones, el 26% de ellas cuenta con Comisión de Honor y Justicia u homóloga, lo que hace difícil proteger la carrera policial y sancionar las conductas ilícitas como primeras o plenas expresiones de indisciplina o corrupción. De las y los 173 mil policías municipales que hay en el país, solo 7 mil 160 recibieron un reconocimiento en apenas 182 ceremonias.
Más aún, solo el 4% de policías en México han recibido un reconocimiento alguna vez en su vida.
Si pensamos en prestaciones tan valiosas como la asesoría y defensa jurídica, el 70% no identifica siquiera la existencia de esa área en su institución.
En cuanto a atención médica y el derecho a recibir tratamiento adecuado, únicamente 15 mil policías municipales cuentan con esta prestación: 25% cuenta con servicios médicos dentro de sus instalaciones y 9.9% recibe el beneficio de un seguro de gastos médicos mayores.
Como “estrategia” de seguridad: ¿seguiremos intentando sustituir a las policías locales con una fuerza federal? ¿Cuántos años más? ¿Por qué no comenzar a establecer el cumplimiento del “deber ser” de las corporaciones municipales lejos del tema político? Solo pensemos qué caso tiene ser policía en México, no solamente por la propia violación a sus derechos humanos, sino porque además, esa vocación se interrumpe cada tres años, ante los cambios de gobierno y la ocurrencia de uno que otro gobernante. Para obtener resultados diferentes, se requieren acciones diferentes.