Censura o desinformación

Ciudad de México /

Hace unos días estaba en Toronto, Canadá, y traté de subir la liga de mi columna de ese día a Instagram para compartirla, como acostumbro. Me apareció un mensaje que decía que no se podía compartir ninguna liga que llevara a las noticias (y quién sabe qué tanto más) de ningún lado. Me escandalicé y mis amigos allá culparon a Trudeau. Seis días antes de su renuncia, me explicaron que con la razón o pretexto de evitar la desinformación eso llevaba un rato ocurriendo. Wow.

Esta semana nos enteramos que Mark Zuckerberg ha eliminado a los editores y verificadores de datos de Meta, empezando en Estados Unidos porque considera que eran demasiado parciales a la visión liberal de las cosas. Y sí, como Elon y muchos más, se van de California a Texas. Ahora habrá algo que es una especie de policía de contenidos manejado por los mismos usuarios de Facebook, Instagram y tanto más, para determinar lo que es cierto o no. Así como X. Y tengo miedo.

Hay opiniones y hay hechos. Hay opiniones que se tratan como hechos y hay cada vez más profesionales de la desinformación que se aseguran de que las multitudes reciban una versión de “la verdad”, aunque no sea verificada.

La historia se está escribiendo en pequeños intercambios digitales, uno por uno, miles de millones. Y el enojo es una de las principales formas de impulsar un mensaje. Preparémonos porque “la tía de WhatsApp” está a punto de empezar a compartir cosas que seguro recibirían un like de quien menos quisiéramos.


  • Susana Moscatel
  • 25 años de periodista y conductora de entretenimiento. Ha publicado tres libros, traducido 18 obras y transmitido el Oscar y el Tony, entre muchos otros. Escribe de lunes a viernes su columna Estado fallido.
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