Cuando apenas nos estábamos ajustando a la idea de que hay disfraces tan políticamente incorrectos que podrían costarte la chamba y la cancelación social, llega una prohibición que es más aterradora que el peor monstruo de este Halloween, y lo es porque tristemente tiene mucha razón de ser.
En Tijuana, los adultos no podrán estar deambulando por ahí con máscaras o maquillaje que cubra su cara por completo. Esto es porque en estas fechas, criminales han aprovechado los festejos para esconderse y cometer crímenes o provocar actos violentos. Pareciera inconcebible pensar que ya llegamos a este extremo, que podría ser causa legal de 36 horas de cárcel o una multa de 85 mil pesos; lo cierto es que sí es un problema serio y no solo en esa ciudad de Baja California. Para como van las cosas, estoy segura de que es el tipo de prohibición que se seguirá expandiendo tanto como el crimen en distintos estados de la Republica.
En Hermosillo la prohibición es mucho más comprensible. Nada de uniformes oficiales como disfraz, nada de armas de juguete. Nada bueno que parezca malo, en pocas palabras. Y en Sinaloa la ley prohíbe disfraces que hagan apología a los criminales o al delito en sí. Nada de disfrazarse de un famoso narcotraficante. Nada de jugar al asalto en la calle. Son tiempos extraños, sin duda, para requerir estas reglas, pero son necesarias.
Es curioso pensar que los disfraces de Halloween ya no son solo una forma de diversión, sino una expresión social con consecuencias de todo tipo. Y aunque es triste, hay que admitir que el tipo de sustos que se quieren prevenir en México son mucho más reales y presentes que cualquier Joker, fantasma o Gremlin ¿no creen?