Ya hay fecha para el juicio del productor y rapero que ha sido acusado de “tráfico sexual, actividades criminales organizadas y transportación de personas para prostituirlas”, y vaya que ya era necesario. Sin embargo, ya no llegará a tiempo para que el terrible caso se deje de usar para perseguir contrincantes políticos, y elevar la temperatura en las más extremas teorías de conspiración.
Es verdad que ese grupo que llaman Elites pasó muchos años en las fiestas del también empresario, hay miles de fotos con miles de personajes poderosos en ellas. Y eso va desde Donald Trump hasta casi cualquier cantante exitoso de las pasadas décadas. ¿Pero qué tanto formaron parte de lo que se le acusa a este hombre respecto a los llamados Freak Offs (estas fiestas sexuales de días donde había drogas, prostitución obligada y muchos horrores más)? Eso es lo que se tendrá que determinar el próximo año.
Mientras tanto listas, videos, especulaciones y acusaciones respecto a qué tanto esta es la prueba de que uno u otro partido político es en realidad un grupo reptiliano que toma sangre de niños en una pizzería, esas no pueden ser controladas por un juez. Aunque suenen absurdas, ese tipo de teorías están intrínsicamente ligadas históricamente a persecuciones de grupos de personas muy específicos, y han sido por siglos, sí siglos, motivos de aún más violencia política y social.
¿Podría el juicio de Diddy solo ser el juicio de las terribles acciones de un hombre y sus cómplices? ¿O seguimos siendo incapaces como sociedad de ver temas espantosos como estos y llevarlos a extremos tan nocivos y ridículos? Me parece que demasiado seguido olvidamos que la intención es buscar justicia para las víctimas y evitar que haya más de ellas en el futuro. No es un tema ni de likes ni de debate político.