Algunas cosas tienen en común estas producciones, una de teatro y otra cinta de Netflix, que llegan a México en las primeras semanas de 2025: ambos son musicales sobre temas sensibles, desde el punto de vista de creadores europeos. Y eso puede, pero no debería ser tan problemático.
¿Se acuerdan cuando Disney informó que harían una película sobre el Día de Muertos? Enloquecimos un poco. Nos enojamos con la mera idea de que quisieran registrar el nombre de la festividad como marca (no lo hicieron) y nos molestó la idea de que estaban compitiendo con lo que acabó siendo El libro de la vida, de Guillermo del Toro.
Cuando vimos lo bien cuidadas que fueron nuestras tradiciones por Lee Unkrich y Pixar, cuando nos descubrimos llorando por la historia de la familia de Miguel Rivera, acabamos adoptando a Coco como un respetuoso y hermoso homenaje nuestro.
Eso no va a pasar con Emilia Pérez. Quizás a algunos les guste la visión “musical” de un francés sobre nuestros desaparecidos, contra el narcotráfico y su interpretación de nuestro sistema judicial, pero no será ni por respetuosa o informada. Tampoco por bien escrita ni por los cuidados al detalle. Será como la rareza que es, lo cual muchos han llamado “valiente”.
Sobre La Malinche, el musical, ya la escuché, no la he visto, y no la percibo con el desinterés que el creador de Emilia Pérez tiene por la experiencia de los mexicanos al respecto. Me gusta lo que intenta hacer Nacho Cano, pero no sé si se traducirá así para nuestras audiencias. No, no es una Emilia Pérez, pero tampoco es Les Miserables o Hamilton.