Es curioso como distintas eras terminan al mismo tiempo. Hay algunas tan relevantes, como las de la política, que hacen parecer que los fenómenos sociales que tienen que ver con el entretenimiento solo son frivolidades hechas para distraer. Y no es que no haya algo de verdad en eso, pero como ayer terminó esta etapa de LCDLF hay algunas cosas que tal vez valgan la pena llevarnos como reflexión.
Primero que nada, para quienes piensan que la televisión abierta ya no es poderosa, deténganse un momento a ver lo que ocurrió aquí. La competencia hoy en día es variada, amplia y con más información de lo que quiere la gente ver. Sin embargo, nos guste o no, no podemos negar el fenómeno social que fue este asunto. Más allá de las intrigas, juegos, agresiones, risas y equipos que salieron de esa casa lo que ocurrió aquí fue que “el chisme de vecindad” se volvió nacional de nuevo. Impulsado aún más por las redes sociales, la indignación colectiva por las sensibilidades nuevas, pero la efectividad perene de un buen melodrama. No hemos cambiado tanto como quisiéramos pensar.
También pudimos ver cómo, para bien o para mal, la gente ya sabe a quién exigirle los cambios que quieren ver en la pantalla y lo hicieron inundando a los patrocinadores de mensajes respecto a los peores comportamientos de alguno. Los patrocinadores se retiraron, el rating bajo un poco, el show siguió y ahora ha concluido dejando claro que la formula funciona. Una vez más, para bien o para mal. Y vengan los cambios que vengan en nuestra sociedad, en nuestro México, los verdaderos ganadores fueron quienes prestaron atención a muchas cosas mucho más importantes que los berrinches e intrigas del juego. Y algo me dice que entender como nos comportamos como colectivo, manada o como quieran llamarlo en la actualidad, es más relevante que nunca para lo que el futuro nos depare.