No me imagino una vida sin la música de Quincy Jones como parte fundamental de ella. El productor, quien nos dejó ayer a los 91 años, deja un legado que muchos ni siquiera saben qué tanto nos ha marcado como sociedad, en la música, en la tv y en el cine. Lo más obvio es la historia de cómo, al conocer a Michael Jackson cuando hacían la cinta The Wiz, el joven musico le pidió consejos respecto a la producción, ya que estaba por emprender una carrera como solista. Así fue como en 1979 le produjo Off The Wall y el álbum (aún) más vendido en la historia: Thriller.
Pero Quincy Jones fue mucho más que eso. Una de esas figuras paternales para muchas de las más grandes figuras del cine y la música. Este hombre sacó lo mejor de los más grandes artistas del último siglo, incluyendo Frank Sinatra y Ray Charles, y también dio un gran inicio a las carreras de Oprah Winfrey en el cine (The Color Purple) e incluso de Will Smith (al producir El príncipe del rap) en sus comienzos.
Hay libros, series, música y documentales que tratan de capturar la esencia de lo que fue la influencia de este hombre. Les recomiendo el que produjo su hija, Rashinda: Quincy, que se puede ver en Netflix.
Podríamos llenar páginas con sus logros, yo me quedo con la anécdota de que, en 1974, después de un susto médico que puso en riesgo su vida, Quincy y sus seres amados estuvieron presentes en su propio memorial. La alegría de ver a Sidney Potier y Richard Pryor celebrando su vida es algo que en varias ocasiones narró como una de las cosas más bellas en una larga y muy prolífica vida más que digna de celebrar.