¿Cómo podemos sentir una de las más profundas nostalgias cinematográficas de nuestros tiempos respecto a una cinta que a primera vista habla simplemente de vicios, pornografía, descomposición social y traición? Una cinta que, sin duda alguna, hace 20 años revolucionó el cine y, según pensábamos muchos, marcó a toda una generación.
Pero resulta que cuando le conté a un grupo de veinteañeros que venía a hablar con todos los genios de Trainspotting, iniciando por su director Danny Boyle, a muchos de ellos no solo les brillaron los ojos sino que me dijeron: “Por favor diles que cambiaron mi vida”. Ah, caray, “¿pues no tenías tres años cuando salió la película? ¿Qué tanto sabías de heroína y de paso del VIH entonces?
Poco. Muy poco entonces, pero es de esas obras que se quedan ahí. ¿Y qué creen? Ese sentir de desesperanza, de no encontrar el camino, de no necesariamente “elegir la vida”, no le pertenece a una sola generación. Es un punto que tenemos en común probablemente todos. Y no tiene que haber drogas duras involucradas para entender cómo llegan momentos en nuestro existir en que, aunque no hagamos nada al respecto, sintamos ese profundo deseo de simplemente dejarlo todo ir a favor de un breve y mortal placer profundo.
El caso es que, los personajes que ya sabíamos, sobrevivieron al menos. ¿Qué demonios pasa 20 años después? Eso ya se los dejo para el 28 de marzo cuando se estrene en México, pero comienzo por comentarle a todos aquellos que están preocupados, y me lo dijeron, que sus recuerdos no solo están en las mismas extraordinarias manos con las que se hizo la original, sino que después de años, pleitos y una muy libre y cuidada adaptación de la segunda novela de Irvine Welsh (2002) llegaron a ciertos momentos hilarantes, terribles y absolutamente respetuosos de la tradición que la cinta original generó.
Es curioso. Ninguna de las dos son cintas esperanzadoras, excepto en el sentido de hacernos saber que no estamos tan solos en nuestra desesperanza. Y en explosivos ataques de humor negro con los que muchos de nosotros podríamos sobrevivir los peores momentos de nuestra vida. Todo eso está ahí. Así que tenga usted la edad que tenga, no esté nervioso y sepa que no todas las secuelas son solo para hacer dinero. Yo sí salí de ver Trainspotting 2 sintiendo que la cinta tuvo una gran razón de ser. Al fin de cuentas seguimos aquí, ¿o no?
¿En serio?
¿Tantas personas que “no les gustan los musicales” dicen que La La Land les cambió la vida? ¿Por qué no se asoman a las versiones cinematográficas de Chicago, a Singin’ in the Rain, Dreamgirls o a Cabaret primero?
Twitter: @SusanaMoscatel