En las últimas décadas, los plásticos han transformado la vida moderna gracias a su versatilidad y bajo costo. Sin embargo, su acumulación descontrolada ha generado una problemática global: la contaminación por microplásticos (MPs) y nanoplásticos (NPs). Estas partículas, diminutas pero persistentes, generan impactos profundos en los ecosistemas y la salud humana.
¿Qué son los MPs y NPs?
Los microplásticos son fragmentos plásticos menores a 5 mm, mientras que los nanoplásticos son aún más pequeños. Estas partículas pueden originarse de forma primaria, diseñadas para productos como cosméticos, o secundaria, al fragmentarse plásticos más grandes por acción del tiempo, la luz solar o procesos físicos. Su diminuto tamaño les permite infiltrarse en suelos, cuerpos de agua y el aire, propagándose fácilmente.
En el medio ambiente, los MPs y NPs son responsables de una contaminación silenciosa pero devastadora. En suelos, alteran la porosidad y estructura, afectando la salud de los ecosistemas y reduciendo la productividad agrícola. En los océanos, donde cada año terminan millones de toneladas de plástico, afectan a más de 700 especies marinas. Los organismos que ingieren estas partículas sufren daños intestinales y metabólicos, poniendo en riesgo las cadenas alimentarias y la biodiversidad.
En el aire estas MPs y NPs forman parte de partículas suspendidas que caen como polvo o nieve, afectando la calidad del aire y conectando ecosistemas terrestres y acuáticos.
En este sentido, la salud humana también está en riesgo. Los MPs y NPs están presentes en alimentos como agua embotellada, sal y mariscos, o en partículas en el aire. Una vez dentro del cuerpo, ya sea por ingestión o inhalación, pueden atravesar tejidos, acumularse en órganos y penetrar células. Esto puede desencadenar inflamaciones, toxicidad celular y alteraciones en los sistemas inmunes y endocrinos.
Además, los aditivos plásticos como el bisfenol A y los ésteres de ftalato agravan los riesgos. Estos compuestos, empleados para mejorar la funcionalidad del plástico, son disruptores endocrinos asociados con enfermedades como obesidad, infertilidad y cáncer. Incluso a bajas concentraciones, su exposición incrementa los riesgos toxicológicos.
Ante esta crisis, es imprescindible implementar soluciones efectivas como el reciclaje químico y mecánico, la sustitución de plásticos por materiales biodegradables y la regulación gubernamental. Sin embargo, el éxito de estas acciones depende de políticas integrales que consideren todo el ciclo de vida de los plásticos, desde su producción hasta su disposición final.
El reciclaje puede recuperar recursos valiosos, pero enfrenta barreras técnicas y económicas. La investigación en plásticos biodegradables promete una alternativa sostenible, aunque todavía debe superar desafíos relacionados con los costos y la producción para lograr su implementación a gran escala.
Los MPs y NPs reflejan los riesgos del uso excesivo de plásticos, impactando el medio ambiente y la salud. Enfrentar esta crisis requiere la sinergia entre la ciudadanía, industrias y gobiernos para impulsar alternativas sostenibles que salvaguarden nuestro bienestar.
Esta investigación es resultado de la colaboración entre la UTVM y LANIAUTO-CIQA, centro del CONAHCYT, realizada en el proceso de educación dual por el Ing. Maxwell Moctezuma, con la asesoría industrial de los doctores Pablo González, Ernesto Hernández y Gabriela Romero, y la guía académica del Dr. Yucundo Mendoza.