La construcción de la identidad científica a través de la imaginación

Hidalgo /

La imaginación fluye como un río, serpentea de manera impredecible, encuentra su camino hasta que se detiene y se estanca. Entonces, pierde la capacidad de formar nuevos paisajes, se transforma en un charco y forma un espejo que solo refleja lo que ya existe. Atrapada e inmóvil, la imaginación espera el momento para escapar, renovada y llenada de posibilidades.

El bloqueo de la imaginación utópica es, en esencia, un síntoma de una sociedad que ha perdido su capacidad de flotar en la nebulosa onírica, de autodeterminarnos como la ficción dentro de las demás ficciones. La parálisis de nuestra imaginación ha detenido el tiempo, y lo que era agua, ahora es barro, En nuestras narrativas, conjuramos con ingenio que es más fácil imaginar el fin del mundo, que un mundo mejor. Será porque imaginar una situación apocalíptica es más accesible y enraizada a lo que ya conocemos: la desesperación, la decadencia, la catástrofe. Esta narrativa de destrucción nos es familiar, está presente en nuestra cultura colectiva, en las historias que contamos, en las series que ceden el paso a nuestra supervivencia egoísta y en las películas que mercadean con nuestra fascinación por explorar los límites de lo soportable.

Jean Paul-Gustave Ricœur sostiene la llave maestra que abre la puerta entre la imaginación y la narrativa. Fue un destacado filósofo francés que exploró temas fundamentales como el significado de texto y la relación entre historia y ficción. Obras como Tiempo y narración, La metáfora viva y Memoria, historia, olvido han dejado un legado perdurable, abordando cuestiones sobre cómo los seres humanos comprenden el mundo y se comprenden a sí mismos a través del relato. El concepto de la identidad narrativa de Ricœur es el eje filosófico de esta columna.

La identidad narrativa que menciona la manera en la que los seres humanos nos reconocemos a través de las narraciones. A partir de ellas, construimos nuestras visiones, una combinación entre lo real y lo posible. La identidad narrativa es una cohesión entre nuestras experiencias e historias personales, las cuales dan sentido a nuestra vida.

En el panorama actual, la Inteligencia Artificial se presenta como modeladora y artífice del futuro sacudiendo nuestra interpretación de lo que significa ser humano y planteando un nuevo dilema: ¿es una amenaza o progreso para la humanidad? Esta nueva realidad difumina nuestra interpretación de la identidad personal y colectiva.

El transhumanismo es otra narrativa vinculada a la biotecnología y la medicina regenerativa, que explora las posibilidades de superar enfermedades, trascender las limitaciones naturales e incluso desafiar la muerte. Esta visión cuestiona la narrativa tradicional de la vida humana: “nacemos, crecemos y morimos” La fuerza de la imaginación nos lleva a plantearnos: ¿cómo cambiaría nuestra percepción de la identidad si ya no estuviéramos condicionados por la muerte?

Es aquí cuando la ciencia se erige como un componente narrativo que entrelaza observaciones, teorías y descubrimientos. En esencia, la ciencia es una narrativa del universo.

Desde este espacio, donde se funde la imaginación y ciencia, nace nuestra identidad narrativa. Invitamos a observar y narrar para dar forma a lo que somos y seremos. Y, así, como nos recuerda Fermin Petrí Pardo en el libro de la Imaginación de Edmundo Valadés: Yo soy el personaje sin nombre que aparece en todos los libros. El que empieza diciendo: Había una vez… 

Francisco Ortiz Escamilla

Maestro en Educación, Docente del área de Humanidades en el Centro de Estudios Tecnológicos, Industrial y de servicios 026 (CETIS 026)


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