La falta de acciones gubernamentales para atender de manera integral las necesidades físicas y psicoemocionales de personas con enfermedades crónicas, atenta contra su derecho a la salud mental y afecta el desarrollo de las comunidades.
Afortunadamente, desde hace poco más de 60 años las principales causas de muerte dejaron de estar relacionadas con enfermedades como el cólera, influenza, viruela, sarampión, entre otras, provocadas por microorganismos y que eran transmitidas de persona a persona o a través de otras vías.
Algunas de las razones fueron los sorprendentes avances científicos y tecnológicos que fortalecieron a la medicina.
Sin embargo, también impulsaron cambios en los estilos de vida de las personas, abriendo camino al incremento de enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT).
Las ECNT son condiciones de salud con una duración igual o mayor a un año y requieren de atención médica a largo plazo. Incluye enfermedades del corazón, enfermedades respiratorias crónicas, diabetes mellitus y cáncer.
Además de tener mayor riesgo de muerte prematura, las personas con ECNT se encuentran de cara al riesgo de desarrollar depresión.
De hecho, tienen de 2 a 5 veces mayor probabilidad de presentarla en comparación con personas sin esta condición de salud, y aumenta cuando se tiene dos o más enfermedades.
La depresión es una condición caracterizada por frecuentes sentimientos de tristeza y una falta de interés por actividades que antes generaban placer.
Tener una ECNT puede generar falta de confianza y poca autoestima, ocasionando un desajuste en varias áreas de su vida, que obstaculiza el seguimiento de indicaciones médicas y el autocuidado.
Sin duda, es una problemática de salud que toma aún más relevancia si tratamos de contar con los dedos, el número de personas que conocemos y que tienen alguna ECNT, incluyendo familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo; seguramente necesitaríamos un par de manos extra.
Esto implica que todos los días estamos en contacto con personas en riesgo de desarrollar depresión o que incluso ya necesitan ayuda para poder manejar la sintomatología depresiva y las dificultades asociadas a la enfermedad.Una problemática que debería ser de interés para el sector público y privado.
A pesar de existir un marco normativo local e internacional que mencionan la atención a la salud biopsicosocial (ej. Objetivos del Desarrollo Sostenible 2015-2030, Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024, Ley de Salud para el Estado de Hidalgo, 2004, etc.), en Hidalgo no existen estrategias gubernamentales para cuidar la salud mental en pacientes con ECNT.
Aunque no todo el peso cae sobre el gobierno, la ausencia de iniciativas institucionales que impulsen la participación multisectorial en el diseño, implementación y evaluación de programas para la prevención y atención de depresión en pacientes crónicos, representa una barrera para una buena calidad de vida.
Esta omisión obstruye el acceso a la salud física y mental e impacta directamente en la productividad y generación de recursos en la entidad como consecuencia de las limitaciones en la funcionalidad cotidiana.
En consecuencia, urgen esfuerzos coordinados, entre los sectores académicos, organizaciones civiles e instituciones gubernamentales, para que se propongan programas comunitarios preventivos, asistenciales, de monitoreo y control de los factores asociados con la sintomatología depresiva en pacientes con ECNT y poder contribuir a asegurar el bienestar social de la entidad.
Ernesto Cotonieto Martínez*
*Estudiante del Seminario de Sistemas y Políticas de Salud del Doctorado en Ciencias del Comportamiento Saludable de la UAEH
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