Tiempo de mujeres y de segundos pisos

Monterrey /

A inicios de este milenio, Rodrigo Páez Montalbán, atinadamente destacaba que en la idea de democracia se depositan esperanzas, expectativas, escepticismos e imaginarios; una década antes, Joe Foweraker señalaba que el cambio político no se da en todos los aspectos, no resulta de una historia lineal, ni tampoco es homogéneo en todos los espacios, porque el cambio coexiste con lo que permanece.

Traigo a colación estas ideas difundidas hace tantos años, no por nostalgia o falta de actualización teórica, sino porque el nombramiento de Claudia Sheinbaum Pardo, como Presidenta de México, hace evidente su vigencia; empezando porque los ciudadanos mexicanos, en las urnas, le otorgamos un sexenio más a quienes encabezan la llamada Cuarta Transformación, para que afiancen el rumbo del cambio. A la vez brindamos nuestro voto de confianza a una mujer tradicionalmente de izquierda y eso marca un hito en este país que, simbólicamente, inaugura un anhelado tiempo de mujeres dirigiendo desde la más alta esfera.

Para el ex presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, el triunfo de Claudia Sheinbaum mostraba que habría continuidad con cambio, algo fundamental para evitar retrocesos en las bases de la transformación que se sentaron durante su sexenio, pues el cambio había iniciado y tocaba el tiempo de la permanencia, de la ausencia de modificación, de seguir lo trazado.

Claudia Sheinbaum mantiene esa idea lopezobradorista, pero la ha afinado al subrayar los cambios que trae consigo la continuidad transformadora; esto es, la Presidenta ha destacado que no se ensancha ni alarga el piso, se construye otro que se cimenta en cien compromisos que, a su vez, son cien pasos que deben darse para volver realidad el segundo piso de la transformación.

Sin embargo, el compromiso número cien de Sheinbaum –ese último paso del segundo piso– entraña un desafío importante: vivir en una República segura y con justicia. Sin duda, el compromiso se alinea al Objetivo de Desarrollo Sostenible 16 “Paz, justicia e instituciones sólidas”, un buen acierto que obliga a México a avanzar, visiblemente, en el cumplimiento de la Agenda 2030. Ese avance debería lograrse, en buena medida, con implementación de la estrategia de seguridad del Gobierno de México que presentó, el pasado martes, Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana.

¿En qué consiste esa estrategia y qué implica en la frontera norte? La estrategia descansa en cuatro ejes básicos: atención a las causas, labores de inteligencia e investigación, fortalecimiento de la Guardia Nacional y coordinación con estados, municipios y fiscalías. De acuerdo con lo expuesto por García Harfuch, en la estrategia es fundamental que la seguridad sea una responsabilidad compartida, lo que en el discurso suena bastante bien, pero en la realidad fronteriza tiene sus asegunes.

Por un lado, la alusión a la responsabilidad compartida me recordó que el investigador Tony Payán, hace casi una década, hacía notar que Estado y ciudadanía pueden coproducir seguridad pública, pero se requieren ciertas condiciones que las autoridades deben crear y garantizar, particularmente en territorios donde la inseguridad está ligada a la violencia generada por la disputa de los grupos del crimen organizado.

Por otro lado, hay que tener presente que si bien en las últimas semanas los medios de comunicación y las redes sociales han destacado la violencia ligada al crimen organizado en Guanajuato y Sinaloa, debe considerarse que el ranking 2024 de las 50 ciudades más violentas del mundo incluye tres ciudades de estados fronterizos en los primeros cinco lugares: Tijuana, Ciudad Juárez y Ciudad Victoria. Asimismo, hace apenas dos días que el director de TResearch señalaba que Baja California y Chihuahua estaban entre los cinco estados más peligrosos de México.

Ambos puntos son retos importantes en una frontera que por momentos deja de ser centro de atención nacional, pero que tiene una problemática que no debe ignorarse.

En el imaginario de la ciudadanía, sin duda, dimos nuestro voto de confianza a una mujer del grupo en el poder para continuar con la transformación, pero con la historia vivida, la sensibilidad y la lógica de pensamiento de las mujeres.

En el imaginario de las autoridades, sin duda, trabajando juntos y atendiendo las causas de la violencia, habrá paz, seguridad y justicia y, al lograrlo, habremos terminado y llegado a ese segundo piso de la transformación.

En el imaginario de quienes vivimos en estados fronterizos, sin duda, se añora aquella época en que transitábamos libremente, sin temor a extorsiones, levantones, balaceras y desaparición de personas.

En el imaginario de todas y todos, sin duda, es tiempo de mujeres y de ponerle un segundo piso a la transformación. No será una tarea fácil, pero es posible, porque el cambio coexiste con la continuidad.


Artemisa López León

Investigadora de El Colegio de la Frontera Norte

* Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien escribe. No representa un posicionamiento de El Colegio de la Frontera Norte


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