¿Apropiación del Sentido de Nuestro Semejante?

  • La melipona poblana
  • Víctor Bacre Parra

Ciudad de México /

Conocí a Ramón Kuri Camacho en su muy amada tierra natal de Chignahuapan, en la Sierra Norte del estado de Puebla, hace ya varias décadas. El rector de la entonces UAP, Alfonso Vélez Pliego, me pidió que fuera en su representación al acto cultural educativo en el que el también investigador Kuri Camacho presentaba ante un ávido público numeroso de chignahuapenses, en aquellos días, dos tomos de una microhistoria de Chignahuapan, que actualmente ha tenido varias ediciones y un gran enriquecimiento.

Como siempre también, sigue teniendo con nosotros una actitud de generosidad y amabilidad al solicitarle nos compartiera para “La Melipona Poblana” una breve reflexión filosófica acerca del referente social e individual que se ha establecido en el contexto electoral del próximo mes de julio en los qués, quiénes. Cómos y porqués? En sus relaciones de participación o abstención política. Y de respeto al voto y a limpiar y cuidar la democracia, tanto de mujeres y hombres, de grupos y minorías excluidas, de jóvenes, adultos y ancianos de tal manera que se respete, avance y se consolide la vida democrática del País. Esta fue la respuesta de Ramón Kuri Camacho: “Que el mundo está herido y desordenado por la pandemia, la injusticia y la violencia es una constatación inapelable de cualquier conciencia sana; y que debe ser nuestra generación quien la remedie resulta una mala jugada del destino. Hemos aprendido ya la lección de Albert Camus, cuando advirtió que en política son los medios los que justifican el fin. Pero esta lección de prudencia y de cordura no puede confundirse con un baño de resignación. Es evidente que algo profundo y radical debe intentarse para que los mejores logros civilizados no sean simples promesas o patrimonio exclusivo de ciertas élites. ¿Por dónde empezar? Me atrevo a decir que por el establecimiento de una pedagogía que recuerde constantemente que ser humano es un deber.

“Llegar a ser humano” es un deber, no consiste en educarnos en la instrucción básica ni en el proceso que nos familiariza con los más distinguidos hábitos culturales (títulos académicos, literatura, artes plásticas, historia, idiomas, ciencia), por esenciales que sea adquirirlos. Somos humanos, pero no es suficiente con saberlo: tenemos que llegar a serlo. Nacemos humanos, pero no lo somos sino hasta después. Aquí apunto sólo a algo que va implícito en este proceso de la conquista de nuestra humanidad: la educación cívica (a falta de un término más preciso)”.

“Es decir, la preparación que faculta para vivir políticamente con los demás en el mundo contemporáneo, participando en la gestión de los asuntos públicos y con capacidad para distinguir entre lo justo y lo injusto: prepararse para la deliberación, ser capaces de persuadir y estar dispuestos a ser persuadidos; sentir y apreciar la fuerza de las razones, no las razones de la fuerza, aceptar que todos somos necesarios, que vivimos en lo deliberado no en lo fatalmente impuesto”.

“En nuestras sociedades pluralistas, la educación cívica está directamente ligada al tema de la tolerancia (en el sentido de apropiación del sentido de nuestro semejante). Esto último significa, que no hay educación cívica que no fomente la apropiación del sentido del ‘otro’: pero no es educación cívica la que tolera cualquier idea o conducta, es decir, la que no distingue entre tolerancia e indiferencia suicida. Toda educación es una reflexión sobre la cultura efectivamente compartida para buscar en ella aquello que debe ser promovido y perpetuado. Y aquí está el quid”.

“El objetivo de la educación es la reproducción social consciente: no el intento de copiar el orden establecido hasta en sus peores defectos, sino una valoración crítica de sus aspectos más promisorios. En nuestro caso, de lo que se trata es de establecer lo mejor no cualquier cultura o de todas un poco por igual, sino de la cultura democrática, es decir, la que en verdad se apropia del sentido de nuestro semejante. No todas las culturas son democráticas y, por tanto, no todas merecen el mismo lugar y reconocimiento en la educación cívica. Ciertamente algunos aspectos de la vida pueden ser enfocados desde diversas perspectivas culturales (es enriquecedor e inspira a quienes lo comparten). Pero la pauta común la impone el marco constitucional fundado en la declaración de los derechos humanos, que no puede ser abolido o relativizado porque contraste con ciertas costumbres de grupos particulares dentro de la sociedad”.

“Uno de los planteamientos falsamente ‘tolerantes’ es el que suele formularse así: ‘en democracia, todas las opiniones son respetables’. No es verdad. Precisamente porque en nuestras sociedades todo el mundo puede expresarse, debatir y votar, no todas las opiniones deben ser igualmente ‘respetadas’, si por tal cosa se entiende que hay que aceptarlas sin crítica ni protesta. Todas las personas son igualmente respetables, pero no todas las opiniones”.

“El criterio es particularmente importante en lo tocante a cuestiones de religión: se respeta el derecho a la libertad religiosa, pero no se acepta que alguien convierta su credo en deber para ningún otro, ni mucho menos que exija un estatuto legal distinto que el del resto de los ciudadanos. Entre nosotros existe el derecho a la diferencia, pero no la diferencia de derechos. En definitiva: lo que la educación cívica enseña respecto a la apropiación del sentido de nuestro semejante lo resumimos así: se puede ser humano de muchas maneras”.

Estudios realizados: Filosofía, Teología, Historia, Música. Seminario Conciliar de Tulancingo, Hidalgo. Diplomado en Psicoanálisis: Centro Emaús, Cuernavaca, Morelos. Diplomado en Teología: Universidad Iberoamericana, Licenciatura en Filosofía: Universidad Iberoamericana,Estudios de profundización en Filosofía medieval. “Histoire de la PhilosophieMedievale”, Universidad de París PantheonSorbonne, SciencesEconomiques, SciencesHumaines, SciencesJuridiques et Politiques, Francia,Doctorado de Estado en Letras y Ciencias Humanas, especialidad en Filosofía medieval.

De Petro Abaelardo, ad Logicammodernorum. Universidad de París, Departamento de Letras y Ciencias Humanas, Francia, Doctor en Filosofía, especialista en filosofía medieval y novohispana y en el diálogo Atenas-Jerusalén. Fundador del Dpto. de Filosofía de la UAS. Ha sido profesor-investigador en el Dpto. de Filosofía de la UAP, de la UAZ y en el Instituto de Filosofía de la UV. Investigador emérito del SNI.


Víctor Bacre

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