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Señales adversas y contaminación del aire

Monterrey /

Hace ocho días estuvo en Nuevo León la presidenta de México, Claudia Sheinbaum.

Esa para muchos fue la visita más importante porque representó una gran oportunidad, sobre todo para un colectivo en específico que colgó mantas con mensajes alusivos a un gran problema.

Los mensajes de estas mantas fueron sentencias muy claras: “Nuevo León no puede respirar” y pedían acciones a la mandataria federal para atacar al menos la mala calidad de las gasolinas.

Ya fue hasta el viernes en la conferencia matutina cuando la Presidenta hizo referencia a la problemática y aseguró que ya hay mesas de trabajo.

Mientras esto ocurre hay señales claras de que no vamos avanzando hacia una solución, por ejemplo, las alertas ambientales brillan por su ausencia, a pesar de que las propias estaciones de monitoreo evidencian que los días no son aptos para una actividad normal; las enfermedades respiratorias van en aumento, de acuerdo con los hospitales públicos y privados; el llamado impuesto verde se ha convertido en una especie de permiso para contaminar, aprovechado por las industrias que nos cambian prosperidad por perjuicio.

Al menos tres veces hemos solicitado información, cumpliendo los protocolos de transparencia, sobre las empresas que contaminan, pero nadie la entrega.

Por si fuera poco, en los órganos legislativos se presentan propuestas, se exigen respuestas a las autoridades del medio ambiente y hasta se cita a comparecencias, pero todo queda en palabras y leyes que se vuelven letra muerta. Muy parecido a una simulación.

El colmo es que hace una semana se aprobó un Presupuesto para el Estado y en él no se contempla un aumento en los recursos destinados a corregir la contaminación del aire que respiramos.

Por si faltaban señales de que no vamos bien, a pesar del compromiso expresado por la Presidenta de México cuando tomó el cargo, en Nuevo León, las decisiones siguen tomándose con base en un inventario de emisiones contaminantes demasiado antiguo; este estudio es el más reciente, pero data de 2018 .

Si con esos datos se toman las decisiones, por lógica, mal destino le espera a nuestra Área Metropolitana, la más contaminada del país.

Así vamos transitando en nuestra realidad, seguros de que el problema está sobrediagnosticado, pero no resuelto.

Qué mala suerte nos toca a quienes vivimos esta estampa crítica de nuestra salud. A ver si pueden cambiar esta realidad, porque si no, con el paso del tiempo será peor. Veremos.


  • Víctor Martínez Lucio
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