Esta semana el Congreso de la Ciudad de México aprobó una reforma que hace que los alojamientos de Airbnb solo puedan ser ofertados por 6 meses al año.
Celebro la reforma que fue aprobada por todos los partidos menos por el PAN.
Regular a Airbnb es positivo porque su presencia incrementa los precios de las rentas al reducir la cantidad de viviendas que están disponibles para rentas largas. Tener un Airbnb poco regulado, como aparentemente desea el PAN, solo beneficia a la gente más rica que posee más de una propiedad.
Algunos propietarios de Airbnbs se han quejado amargamente de la reforma, pero es importante reconocer que la regulación implementada en la Ciudad de México es todavía bastante laxa. Hay ciudades en donde Airbnb está de plano prohibido (Barcelona, Anaheim o Nueva Orleans) y otras en donde no se permite rentar unidades completas (Berlín, San Francisco, Londres, Nueva York o Santa Mónica).
Limitar el número de días de alojamiento como hará la Ciudad de México beneficia a la mayoría de los mexicanos. Estudios han mostrado que políticas similares suelen reducir las utilidades que obtienen los anfitriones de Airbnb y por tanto la cantidad de viviendas profesionalmente dedicadas a la renta de corto plazo. Esto es positivo.
Sin embargo, limitar las rentas a 182 días al año es todavía muy permisivo. En París la limitación es de 120 días y en Londres de 90. En México, según datos de AirDNA, solo el 39% de las viviendas se rentan por más de 180 días al año. Esto significa que la mayoría de los anfitriones de Airbnb seguirán operando sin cambio alguno.
Más aún, la reforma no incluye una obligación expresa para que Airbnb comparta información con las autoridades como sucede en Chicago. Sin esa información los anfitriones podrán violar la regulación con impunidad.
Aún más importante, regular a Airbnb de manera más estricta es apenas un pasito para atender la crisis de vivienda que sufre la Ciudad de México. En la capital hay 25 mil viviendas dedicadas a renta en plataformas, según AirDNA. Aun asumiendo que la totalidad dejara de rentarse en plataformas, esto apenas resolvería la crisis de vivienda por poco más de dos años pues, según la Sociedad Hipotecaria Federal, la capital requiere 11 mil viviendas al año.
Resolver la crisis de vivienda de la Ciudad de México requiere de un plan ambicioso de construcción de vivienda social para renta y venta, regularización de terrenos que se encuentran intestados o invadidos, y mayor competencia en los mercados de insumos para la construcción como cemento o varilla.
La corrupción en el otorgamiento de licencias y permisos debe erradicarse por completo para reducir el costo de construcción.
También se necesita un plan para crear zonas arboladas y espacios públicos. La razón por la que la demanda por vivienda de clase media y alta se ha centrado en un puñado de colonias como la Roma, Condesa o Polanco, es porque esos vecindarios tienen espacios caminables y verdes. Otras colonias carecen por completo de estas amenidades y por tanto son menos deseables.
Celebro que los diputados de todas las facciones (con excepción del PAN) hayan votado en favor de una mayor regulación a Airbnb en Ciudad de México. Ahora, se necesita ampliarla, darle dientes y continuar con políticas paralelas que amplíen la oferta de vivienda.