La Economía moral de la que habla el presidente López Obrador podría insertarse en el ejercicio del gasto de gobierno, dice el doctor en Economía Abraham Aparicio Cabrera, catedrático de la UNAM, quien recuerda que el término lo manejó Adam Smith, quien no habla de precio justo ni de precio injusto, sino de ganancia natural; "lo que en términos modernos llamamos precio de mercado o beneficio del empresario".
El investigador de la Facultad de Economía, que imparte, entre otras materias, Historia del pensamiento económico, Teorías aplicadas, Economía y Ética, entrevistado vía telefónica, intenta desglosar el término de Economía moral. "Una cosa es la teoría, la filosofía, o que los valores nos digan, y otra lo que la gente piensa y hace".
—¿Y otra es la práctica?- se le ataja.
—Sí, la práctica, son dos mundos aparte. Los valores que tiene el Presidente, seguramente son válidos para los que piensan así...
—El Presidente dice que su libro contradice la política neoliberal que "dañó" a México durante 36 años.
—Bueno, pues es un juicio de valor. Es una opinión que puede ser válida o no, dependiendo de qué tan bien se fundamente. Pero ese tipo de juicios caen más en el ámbito de las percepciones ideológicas. En Economía, como Ciencia Económica, no hablamos de un modelo...populista, por ejemplo.
—¿Qué dirían?
—Más bien decimos: Son teorías que están ahí, son ideologías, pero el estudio de la realidad nos demuestra qué funciona y qué no, y de ahí se recomienda la política.
—¿Es un deseo más que una realidad?
—Sí, bueno, es un deseo muy legítimo que existan sociedades menos desiguales; que la pobreza se elimine, o por lo menos se atempere; que no haya diferencias tan abismales entre ricos y pobres, eso es muy loable, y esto se ha planteado desde siempre. El punto importante es cómo se alcanza ese objetivo y ahí es donde hay mucha discusión.
—¿Y cuál sería la cuestión?
—A grandes rasgos una teoría dice que puede ser a través de un gobierno que sea muy activo y que distribuya muy bien la riqueza, un poco un tipo de gobierno socialista, o comunista, en el caso más extremo; pero hay otra teoría que sostiene que más bien es a través de los mercados libres como se genera la mayor cantidad de riqueza, que después se puede repartir a través de la política; pero no se necesita un Estado tan interventor.
—¿Y en la vida real?
—En la vida real, históricamente, ha quedado demostrado que el sistema que da mayor generación de riqueza a la sociedad es el sistema de libre mercado; y ya, cómo se reparte esa riqueza, no es un asunto de la economía, sino un asunto de la política. Y ahí es otro ámbito que la Ciencia Política estudia a detalle. El economista ya no tiene mucho qué decir.
En síntesis, concluye, el término de "economía moral es un concepto no muy preciso desde el punto de vista de la Ciencia Económica; realmente no lo usamos, más bien usamos el término de Ética y Economía; pero creo que entiendo lo que dice con el título: Una economía un poco más humana, tal vez, una economía más preocupada por las personas en lo que es su felicidad, digamos. Eso está muy bien, es una preocupación, muy legítima, muy loable. Lo que habría que revisar a detalle, y tal vez el libro sí lo explique, sea cómo se piensa alcanzar estos objetivos" .
Otra visión es la de Carlos Antonio Aguirre Rojas, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, quien, en su ensayo Economía moral de la multitud (2010), coloca un epígrafe del inglés Edward Palmer Thompson, autor de La economía moral revisada (1991):
“En cualquier caso, aunque yo engendré el término ‘economía moral’ y lo introduje en el actual discurso académico, hace ya mucho tiempo que el término olvidó quién es su padre... Ya no soy responsable de sus actos. Y será interesante ver lo que hace a partir de ahora”.
Aguirre Rojas, doctor en Economía por la UNAM, refiere en su texto: "Cuando en febrero de 1971, Edward Palmer Thompson, quien ha sido el más importante historiador inglés en todo el siglo XX, publica (...) su artículo titulado 'La economía moral de la multitud inglesa en el siglo XVIII', está muy lejos de adivinar la enorme difusión y la inmensa fortuna que, al paso de los años, irá adquiriendo este concepto singular".
El concepto de la economía moral de la multitud, añade Aguirre, "ha sido utilizado lo mismo para explicar las rebeliones campesinas en Birmania o Vietnam en el sudeste asiático, que los conflictos obreros en la industria automotriz estadunidense, a la vez que era rescatado tanto para explicar el método de los ‘escraches’ desarrollado en la Argentina piquetera de los últimos lustros, como también, y mucho más ampliamente, concebido en tanto que uno de los mecanismos generales explicativos de la vasta familia de todo el conjunto de las diversas formas de la protesta social, a lo largo de toda la historia del capitalismo mundial".
En cambio, en el ensayo de 1971, agrega, refiriéndose al autor inglés, el acento estará puesto mucho más en esa “economía moral de la multitud” o “economía moral de los pobres”, vinculada y apoyada a su vez en el “consenso popular”, y contrapuesta ahora, más que a la economía de mercado, a los “agravios” realizados por las clases dominantes y a sus acciones y prácticas “incorrectas” e "ilegítimas".
"Una primera lectura posible, muy ampliamente difundida y apoyada (...) desde el argumento general de La formación de la clase obrera en Inglaterra", añade Aguirre Rojas, "la concibe sobre todo como un peculiar tipo de economía, la economía moral de la multitud, que en general se contrapondría a la economía de mercado, teorizada y difundida, entre otros, por Adam Smith".
Pero, precisa en su ensayo Aguirre Rojas, "contraponer la economía moral a la economía de mercado, es ignorar que según el propio Thompson no hay solo una economía moral, sino dos, una primera que corresponde a las clases dominantes y a la que él llama ‘economía moral paternalista’, y otra segunda propia de la plebe o de las clases subalternas, que es justamente la ‘economía moral de la multitud’.
En su ensayo de 50 páginas, Aguirre Rojas aclara que la economía moral nada tiene que ver con la moral cristiana, y advierte que "no es casual que Edward Palmer Thompson utilice como sinónimos, en distintos momentos de su argumento, “economía moral de la multitud” o “economía moral de la plebe”, o “economía moral de los pobres”, equiparando a dicha multitud con el conjunto de todos aquellos que son pobres, o con todos aquellos que pertenecen a la plebe, a la que se oponen clara y frontalmente las clases dominantes, ricas y “patricias” de la sociedad inglesa".
RLO