El sonido del respirador mecánico hace mancuerna con el extractor de fluidos de los pacientes que llevan sedados varios días. Hace dos meses rugían los motores de la Fórmula E y retumbaban las bocinas en el Vive Latino.
Desde el 13 de mayo así luce el área VIP y la zona de pits del Autódromo Hermanos Rodríguez, hoy convertido en hospital expansión para la atención de pacientes con covid-19.
En los salones donde hace algunos meses las marcas de los patrocinadores de los conciertos y carreras de la Fórmula Uno, instalaban sus stands, hoy solo hay camas, respiradores, carros rojos de atención a crisis y personal médico. Todos portan rigurosamente un traje de protección personal que no permite ver sus rostros fatigados. Todos están al servicio de decenas de enfermos.
Es la zona cero de la pandemia, donde la batalla diaria a veces tiene triunfos y otras muchas son derrotas. Es un sitio que nunca está en silencio. El ruido de los aparatos que salvan vidas es paradójicamente perturbador, como el que extrae fluidos de los pulmones.
A lo lejos se escucha música. El bajo volumen hace que sea difícil reconocer siquiera el ritmo. La melodía irreconocible y la plática con el personal médico es lo único que los pacientes en recuperación escuchan durante días, el tiempo suficiente hasta ser dados de alta. Los que más suerte tienen, porque algunos ya no lo logran. Sobrevivir a una intubación es heroico.
En el pabellón respiratorio, Abel de 73 años, originario de Tlaxcala, ocupa una de las camas. Hace unos días fue intubado porque su estado era grave. Con respirador logra saturar hasta 87 por ciento. Sin él, su nivel de oxigenación comprometería gravemente su vida. Con él hay otros 18 intubados.
Del otro lado de las mamparas en la zona de terapia intermedia está José de 65 años. Su salud ha mejorado desde hace dos días. Respira solo y habla bastante fluido con uno de los médicos; el doctor Leonel Quiñones, líder del pabellón y sin cuyo esfuerzo diario y el de casi mil trabajadores de la salud que están en este hospital, los pacientes no podrían regresar con sus familias.
Durante toda la segunda quincena de mayo, en la puerta 16 del Autódromo Hermanos Rodríguez, se arremolinaban los pacientes, algunos muy graves en espera de ser atendidos en un hospital donde estaba previsto que solo se recibirían enfermos referidos de otras unidades médicas, sin embargo, el incremento de casos en la Ciudad de México hizo que en este lugar se atendieran decenas y cientoa, hasta llegar a casi mil 300, desde el 13 de mayo.
A partir de la primera semana de julio, el pabellón respiratorio con los pacientes más graves comenzó a llenarse de gente de Puebla y principalmente Tlaxcala.
“Entre el 7 y el 10 de julio empezamos a recibir pacientes de otros estados, algunos pocos fueron de la ciudad de Puebla, fueron 8 pacientes y el mayor número de pacientes de otros estados es Tlaxcala. Al día de hoy hemos de llevar alrededor de 50 pacientes recibidos de ese estado”, asegura el director del Hospital Expansión Autódromo Hermanos Rodríguez, Javier García Acosta, quien hasta antes de asumir esta responsabilidad, se hacía cargo de labores administrativas a nivel central. Hoy, le toca salvar vidas en el pabellón covid.
“Cuando damos un alta celebramos con júbilo porque sabemos que estos pacientes van a continuar con su vida, es una vida salvada, es una vida rescatada, es una batalla ganada al covid-19”.
ledz