El uso de aguas residuales tratadas podría contribuir a cerrar la brecha entre la oferta y la demanda de agua. El agua residual sin tratar se vierte a los ríos sin tratamiento alguno aun cuando hay evidencia de que contribuyen al incremento de enfermedades crónico degenerativas.
En el documento, elaborado por la asociación civil Fondo para la Comunicación y Educación Ambiental señala que la reducción de la contaminación del agua requiere una fuerte inversión en infraestructura para el tratamiento de las aguas residuales y representaría un ahorro en cuanto a la atención médica que debe darse al tratamiento de enfermedades diarreicas provocadas por agua y productos agrícolas contaminados, que ponen en riesgo a salud de la población.
Ejemplificó que la Zona Metropolitana del Valle de México presenta un alto grado de presión y en 2015 requirió una inversión de infraestructura para agua potable, alcantarillado y saneamiento de 9 mil 173 millones de pesos, monto que representó el 26 por ciento de la inversión hídrica total nacional.
Frente a esta fuerte inversión, consideró que el uso de aguas residuales tratadas podría contribuir a cerrar la brecha entre la oferta y la demanda de agua potable, pues según proyecciones, en 2030 habrá 9.2 mil millones de metros cúbicos de aguas residuales que, de ser tratadas y reusadas, reducirían 40 por ciento la demanda del líquido.
“Invertir en la infraestructura necesaria para incrementar la capacidad de tratamiento de aguas residuales representa una ganancia a largo plazo al disminuir los costos de contaminación, sobreexplotación y transportación del agua. Estos costos irán aumentando progresivamente con el crecimiento de la población –particularmente en áreas urbanas–, al intensificarse la presión sobre los recursos hídricos”, considera la asociación civil.
Lo anterior podría servir para el riego de cultivos en el Valle de México, o para rellenar los mantos acuíferos de esta ciudad que se hunde, expone.
- Según cifras oficiales nacionales, son 52.7 por ciento de las aguas municipales que se generan, y 32 por ciento de las aguas no municipales.
Insiste que es preciso “reducir los volúmenes y mejorar los procesos de tratamiento, no sólo para procurar el bienestar social y la protección ambiental, sino también por razones económicas y de seguridad nacional”.
Los expertos sugieren desarrollar nuevos diseños para elevar la eficiencia del manejo de aguas residuales, en particular en ciudades en crecimiento como el Valle de México, una de las más pobladas del país.
KVS