Entre 1910 y 1921 la población de Tampico creció 300%. La ciudad no estaba preparada para el crecimiento exponencial que la explotación petrolera provocó y que se extendió por una década más.
El Águila, una compañía de capital inglés, operaba lo que hoy es la refinería Francisco I. Madero; su personal directivo era extranjero y sus obreros mexicanos oriundos de varios estados del país, casi todos ferrocarrileros o que habían trabajado en minas.
Considerada entonces la empresa petrolera más poderosa de México, decide crear una colonia exclusiva para el personal administrativo de la refinería que llevaba su nombre.
Fue así como nace en 1913 la colonia Águila de Tampico, huella indeleble de ese auge petrolero que dinamizó la ciudad entre 1905 y 1938, de acuerdo con historiadores.
“Tomó 60 hectáreas del rancho Koldo en la parte más alta y más fresca de la ciudad. Se fundó el 21 de agosto de 1913 por Charles Williard, representante de la compañía El Águila para su personal”, comenta Rafael Briceño, quien encabeza el grupo Tampico Antiguo.
Su creación fue una recolonización extranjera, afirma por su parte el historiador Miguel Torres Galván.
El segundo puerto exportador del mundo
Como parte de los antecedentes históricos, este último investigador menciona que la llegada del ferrocarril en 1891 impulsó el crecimiento de la actividad económico-comercial del puerto.
“Las primeras infraestructuras petroleras se establecen entonces en la región, convirtiendo a Tampico en el segundo puerto exportador del mundo a principios de la década de los veinte”.
Narra que la ciudad reflejó el progreso que las políticas modernizadoras del porfiriato buscaban. De ello dio testimonio un viajero al periódico La Prensa de San Antonio Texas, quien describió que al desembarcar en Tampico se llevó una impresión magnífica.
“La ciudad presenta desde la Aduana un excelente aspecto, sus calles rectas, asfaltadas y amplias dan la convicción de que se está en una población moderna e higiénica, y el ajetreo constante de la gente trae a la mente uno de esos espectáculos que se ofrecen en las ciudades comerciales e industriales de los Estados Unidos”.
Se afirmó entonces que en los cambios en la configuración urbana y la inversión en servicios e infraestructura tuvo mucho que ver la presencia en la ciudad de una gran comunidad extranjera.
Desde mediados del siglo XIX, personas foráneas, en su mayoría franceses y españoles, dedicados al comercio, se instalaron en Tampico.
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Una época de bonanza
“Con la operación del ferrocarril y el puerto y gracias a las facilidades que Porfirio Díaz concedió a la inversión extranjera, corporaciones foráneas iniciaron la explotación agrícola en la región, domiciliando en muchos casos sus empresas y las viviendas de sus gerentes en la ciudad”, relata Torres Galván.
Más tarde, los cambios en la legislación mexicana relacionada con la explotación de los recursos naturales en el subsuelo y el hallazgo de grandes yacimientos petroleros en la Faja de Oro, trajeron a Tampico una nueva oleada de empresas extranjeras dispuestas a participar de la actividad petrolera.
“Con ellas aterrizaron un gran número de migrantes nacionales e internacionales interesados en formar parte de las actividades petroleras. Fue así como el crecimiento demográfico entre 1910 y 1921 fue de un 300%”, señala el entrevistado.
Explica que este incremento de la población rebasó a la ciudad, pues no estaba preparada y el fenómeno se extendió por una década más. Todavía en mayo de 1925, The Tampico Tribune hizo eco de la insuficiencia de viviendas en la ciudad y el boom constructivo debido al rápido crecimiento de la población.
“Había que crear nuevos edificios de oficinas y comercio, ampliar o modernizar los existentes y dotar de vivienda residencial y obrera a una vasta población”.
El crecimiento de la demanda inmobiliaria provocó la creación de nuevas empresas dedicadas en exclusiva al mercado residencial. “Tampico Building Co. puso en venta los terrenos de la colonia Campbell; la compañía Colonia Alta Vista, S.A. promovió el asentamiento del mismo nombre y American Colony formó una colonia destinada a funcionarios de origen norteamericano”.
Miguel Torres comenta que los empresarios petroleros no dejaron pasar la oportunidad de diversificar sus inversiones, en las que incluyeron prestación de servicios y desarrollo inmobiliario.
En el contexto nacional era común que los servicios de agua potable, drenaje, electricidad y alumbrado público, fueran suministrados por empresas extranjeras. Así, el sistema eléctrico en Tampico era brindado por la Compañía Mexicana de Petróleo, El Águila, S.A.
Esta empresa construyó además de la refinería del mismo nombre, su edificio administrativo y la colonia El Águila.
Sector privilegida
Es así como la historia de la colonia Águila está entrelazada con la época de oro del auge petrolero en Tampico de principios del siglo XX, cuando compañías extranjeras se establecieron a lo largo del río Pánuco y sus alrededores.
Fue en 1913 cuando la compañía gestionó la construcción de una colonia en un terreno de 60 hectáreas ubicado en el norte de Tampico, en un sector privilegiado fuera de la ciudad, con excelentes vistas a la Laguna del Chairel y paralelo a la ruta del tranvía.
Y aunque en un principio iba a ser exclusiva para empleados de la compañía El Águila, poco después se fueron a vivir ahí la mayoría de los extranjeros, pues sus casas eran realmente hermosas y su ubicación privilegiada.
La superficie donde se constituyó se extendía a lo largo del antiguo camino de Tancol hasta la Laguna del Chairel, paralelo a la ruta del tranvía.
La compra era de contado o con el 20% del valor del terreno y abono del 8% anual de interés. Así fue poblándose la colonia Águila.
Diferente arquitectura
El plano de Tampico en 1923 reflejaba la diferencia en la ocupación del espacio y la configuración urbana de la colonia El Águila respecto a la ciudad.
La tradición anglosajona era evidente en el tamaño de los lotes, la forma sinuosa de las calles y la valorización del paisaje natural, que contrasta con la trama ortogonal (ángulo recto), de origen hispano, del centro de la ciudad.
“No solamente la morfología urbana difiere del contexto, también las viviendas contrastaban con la arquitectura local. Así, la tipología de vivienda inglesa aterrizaba en el contexto tropical de Tampico”, detalla Miguel Torres Galván.
Los nuevos sistemas de organización espacial que incluían porche, ático y sótano, así como sistemas constructivos modernos cambiaron la imagen de la vivienda. En la colonia El Águila la modernización significaba ante todo industrialización.
“Elementos estructurales y decorativos prefabricados e importados, así como sistemas de drenaje, alumbrado, dotación de agua y pavimentación modernos eran utilizados para completar la imagen de metrópoli industrial (a la manera de Nueva York o Chicago) del pequeño enclave que la compañía construyó en la parte alta de la barranca que mira a la Laguna del Chairel”, agrega.
Se inicia la organización del espacio petrolero y la definición de cierta territorialidad que subsiste hasta nuestros días. Las compañías extranjeras explotadoras de petróleo funcionaron como estructuras de poder neocoloniales.
“Factores como la zona de influencia que se tiene, al explotar la relación tangencial con la avenida Hidalgo y el tranvía, el tamaño y la forma de las manzanas, así como las viviendas, son elementos simbólicos que se distanciaban de la realidad local de la mayor parte de los pobladores de la ciudad que no contaban con estos privilegios”.
Torres Galván expuso que la construcción de estos enclaves, separó de forma dramática y visible dos mundos que funcionaban a partir del fenómeno de la modernización: la élite industrial, dominada por extranjeros, y los obreros.
Estos últimos estaban obligados a vivir en “chozas multifamiliares” rentadas en terrenos pantanosos a las orillas de la laguna del Carpintero o bien a construir casuchas en tierras alejadas al norte o al este del centro de la ciudad.
“La ciudad entonces comenzó a estratificarse a partir de lo que las jerarquías empresariales dictaban. La imposición de la modernización en contextos poco desarrollados implicó un proceso con profundas contradicciones donde parecía que era solo cuestión de tiempo que las sociedades dominadas alcanzaran los mismos niveles de desarrollo que las explotadoras”.
El periódico La Prensa, aseguraba que Tampico sería en breve tiempo la Nueva York de México. La aspiración se alimentaba de lo que la imagen de desarrollo significó, calles asfaltadas, alumbrado público, arquitecturas importadas y prefabricadas, etcétera.
Sin embargo, con la llegada de la expropiación petrolera en 1938, el proyecto extranjero de modernización de la ciudad fracasó, las compañías foráneas se marcharon y nuevas formas de colonización llegaron a la zona del Golfo de México.