La muerte es de los temas más delicados para conversar con los niños, muchos de ellos aun no conciben lo que significa. Lamentablemente las olas de contagio de covid-19 dejaron a su paso miles de decesos, lo que hizo más evidente a los ojos de los menores un hecho inevitable. La forma en que esto debe abordarse depende de la etapa de desarrollo en que se encuentren los infantes, refiere una especialista.
La Psicóloga Ma. Fernanda Busqueta, Fundadora del Centro de Estudios Psicosociales Aplicados a la Salud (CENEPAS), explicó a MILENIO los aspectos cruciales para lograr una visión adecuada, tanatológicamente hablando, en aquellos menores que a causa de la pandemia u otras circunstancias, atraviesan por un proceso de duelo.
De acuerdo con la doctora en psicología, la pérdida de un ser querido impacta de diferentes formas en los niños, ellos no siempre conciben la muerte igual que lo hacemos los adultos. Si es muy pequeño, quizá lo perciba como un abandono; asimismo, los preescolares, tienen un concepto de reversibilidad, piensan que si alguien muere puede volver a la vida y tienden a hacer preguntas repetitivas relacionadas con la información que están procesando, buscan que todos los adultos les den la misma versión de lo sucedido, resaltó.
Una razón por la que los niños se sienten confundidos respecto a la concepción de la muerte, es que los adultos en muchas ocasiones desconocemos las etapas de desarrollo y sus características, ¿qué tan capaces son de entender que alguien murió? Si a esto le añadimos que las personas a su alrededor usan términos ambiguos o confusos como “se fue al cielo”, “ahora es un ángel”, “Diosito se lo llevó”, “ya está descansando”, etc. dificulta su entendimiento de lo sucedido.
Acudir a un experto en el tema del duelo es lo más importante y lo mejor que podemos hacer al momento de sufrir una pérdida, refiere la doctora Busqueta. Apoyar al menor a manifestar sus temores también es crucial.
Así se concibe la muerte de acuerdo a las etapas de desarrollo
Los bebés de 0 a 2 años no comprenden el concepto cognitivo de la muerte, pero sí se percatan de ciertos cambios, como la ausencia, y la perciben como abandono. Llegan a mostrar la ansiedad de separación, irritabilidad y aprehensión, así como conductas regresivas, por ejemplo el lenguaje y control de esfínteres, vuelven a hablar como bebés o se vuelven a hacer del baño. Este es un mecanismo que tienen los niños para sentirse protegidos y afrontar situaciones difíciles.
En el preescolar, ven la muerte como algo temporal y reversible, piensan que las personas pueden regresar a la vida y relacionan la muerte con acciones como dormir, falta de movimiento o abandono. En esta etapa se presenta el pensamiento mágico; es decir, el niño se imagina que hizo algo que desencadenó el fallecimiento de su familiar, por ejemplo portarse mal.
En la etapa escolar, ya perciben un deceso como algo permanente, a partir de los seis años, tienen más claridad, entienden que es algo definitivo y que una persona no puede regresar a la vida; sin embargo, tienen esta concepción como algo que le pasa a los demás pero no a ellos mismos. Sienten curiosidad por la enfermedad, la muerte y se enfrentan a la incomodidad de manifestar sus sentimientos. En este punto, los adultos se llegan a preguntar, por qué no está triste o por qué no llora, esto se debe a su etapa de desarrollo.
Los preadolescentes, entre los 9 y 12 años, ya tienen totalmente establecido el concepto de que la muerte es final, irreversible y universal; surge un poco de miedo sobre su propia muerte porque ya tienen más conciencia de ella, la razonan como un proceso biológico, algo que puede pasar dentro de su cuerpo. Expresan más sus sentimientos pero también aparentan ser fuertes y no necesitar ayuda.
El adolescente tiene un concepto más adulto de la muerte porque ya tiene pensamiento abstracto, entiende la parte existencial de la muerte, se genera preguntas como ¿Qué pasa después de la muerte? o ¿A dónde vamos? Es importante no intentar adoctrinarlos en nuestras propias creencias como adultos, sino dejar que expresen lo que ellos piensan e imaginan de lo que cuestionan.
Cabe resaltar que los adolescentes tienen un sentido de omnipotencia, es decir, piensan: “a mi no me va a pasar la muerte”. En esta etapa un deceso impacta más cuando se da en un colega, alguien de la misma edad porque no imaginan que pueda pasar en alguien joven y fuerte. A esta edad, prefieren recibir apoyo de sus amigos que de sus padres cuando se presenta el fallecimiento de alguien cercano.
¿Cómo le explico a mi niño o niña que su familiar murió?
En tanatología, detalla la experta, se utilizan cuatro conceptos básicos para darle una explicación adecuada al infante sobre la muerte: el primero es universalidad e inevitabilidad, quiere decir que todos los seres vivos (plantas, animales y seres humanos) tienen un ciclo de vida o un tiempo de duración. Se debe aclarar que no todos mueren de la misma forma, ni a la misma edad.
“Hay bebés que pueden morir en la pancita de mamá porque tuvieron alguna enfermedad o algún problema que les impidió nacer; o muy bebés cuando ya nacieron porque su cuerpo no era lo suficientemente fuerte para seguir viviendo”, sería un ejemplo claro.
El segundo concepto es el de causalidad, les explicamos la causa de muerte y que hay diferentes razones por las que una persona muere, ya sea que tuvo una enfermedad o un accidente. Cuando se trata de enfermedades, es importante puntualizar que se trató de una muy grave o una que se complicó y se agravó, ya que los niños llegarían a pensar que si se enferman de cualquier cosa, como gripe, morirán.
“Una enfermedad muy grave que aunque los doctores intentaron dar medicina, curarle no fue posible y murió”, es una buena explicación. Y siempre usar las palabras, muerte, muerto, murió; no “falleció” o “se fue al cielo”.
Le sigue el concepto de irreversibilidad, es donde les explicamos que la muerte no es temporal, no pasa en un momentito. “Tu abuelito no va a regresar porque las personas que mueren no regresan”.
Y finalmente unimos este concepto con el de no funcionalidad, consiste en explicarles a los niños que cuando alguien muere su corazón deja de latir, sus pulmones dejan de respirar, su cerebro deja de enviar mensajes para que su cuerpo haga diferentes funciones; de tal modo que el niño entienda con base en lo que observa en su cuerpo, qué es la muerte. “El cuerpo lleva a cabo ciertas funciones que te hacen estar vivo, si el cuerpo no puede hacer bien esas funciones, la persona muere”.
Llevar a cabo estos pasos y explicarles a los niños a una edad temprana lo que es la muerte, destaca la también directora de CENEPAS, repercute en su visión a futuro, permitiéndole llevar de una manera distinta el proceso de duelo cuando sea mayor. Además genera un vínculo de confianza, los niños asumen que aún en las peores noticias y en los peores momentos, papá y mamá les dicen la verdad.
Preguntas que hacen los niños sobre la muerte
¿Tú también te vas a morir?
Quizá para no abrumarlos, mamás y papás responderán: “no, yo voy a estar bien, no pienses en eso”, en un afán por protegerlos, pero es algo que no les podemos prometer. Una respuesta más adecuada es “Nadie podemos saber cuándo nos vamos a morir, sin embargo, yo me estoy cuidando mucho, estoy bien de salud, pero lo más importante que tú tienes que saber es que si algo pasara o algo me pasara, siempre va a haber alguien que cuide de ti”, eso sí se los podemos garantizar.
Otras preguntas que naturalmente los niños llevarán a hacer al respecto son. ¿Se quedó dormido?, ¿Murió por mi culpa?, ¿Duele morirse?, ¿Por qué lloras tanto?
“Es importante que hoy en día nos adaptemos a lo que tenemos disponible para poder llevar a cabo este proceso de duelo, que sepamos que aunque no podemos tener funerales, sí podemos tener rituales de despedida a través de videollamadas con los seres queridos y otras acciones en sustitución de, en las que podemos incluir a los pequeños. Son los niños y niñas quienes más necesitan recibir estas explicaciones”, resaltó Ma. Fernanda Busqueta.
Para profundizar en ello de una manera más didáctica, CENEPAS creó materiales que permiten al niño acercarse en un lenguaje sencillo, aterrizado a su etapa de desarrollo y entendimiento con conceptos muy concretos como las maneras en que alguien puede morir, qué es un funeral, la cremación, los sentimientos que podemos tener respecto a la muerte de un ser querido y todo lo relacionado con el duelo.
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