Con dedicación, disciplina y esfuerzo, los Topos Tlatelolco se preparan física y mentalmente para atender al llamado de emergencia cuando ocurre una catástrofe natural, como lo han hecho desde 1985.
Con sus overoles rojos, botas negras y cascos con lámparas, los Topos entrenan arduamente a fin de estar listos para salvar el mayor número de vidas posible en casos de desastre, ya sea un terremoto, tsunami, derrumbe o deslave.
Las clases son todos los domingos a las 7:00, 8:00 o 9:00 de la mañana, dependiendo lo que vayan a realizar, y se prolongan hasta las 5:00 o 6:00 de la tarde.
Fernando Álvarez, uno de los coordinadores que pertenece a la brigada desde 1985 explica que hay que cumplir tres años de entrenamiento para certificarse como rescatista.
Se requiere un mínimo de 3 años para graduarse
- Primer año: se realizan prácticas cada 3 o 4 meses simulando un rescate real; además, tienen clases de protección civil, manejo de cuerdas y primeros auxilios. Al concluir este módulo, ya pueden participar en una zona de desastre real.
- Segundo año: se ve nuevamente manejo de cuerdas, material peligroso y estructuras colapsadas, así como el uso de herramientas.
- Tercer año: pueden escoger una especialidad, ya sea en cuerdas, herramientas o el TUM (Técnico en Urgencias Médicas) que se extiende en la Cruz Roja.
Su entrenamiento sigue las normas de Gestión de la Búsqueda y Rescate Urbano (USAR) de la guía del Grupo Asesor Internacional de Operaciones de Búsqueda y Rescate (INSARAG, por sus siglas en inglés), que rige a cualquier equipo de voluntariado en México y el mundo, y que forma parte de un comité en la ONU que certifica a brigadistas.
Durante las prácticas integrales que se realizan cada 3 o 4 meses, los Topos realizan trabajos durante 36 horas continuas en una zona que simula una situación de desastre.
Diez cosas que debes saber sobre los Topos
1. Los Topos surgieron hace 33 años, tras el sismo de 1985, pero oficialmente se registraron en 1986.
2. Realizan sus prácticas en terrenos baldíos que tenga estructuras que se puedan romper y perforar, y hasta en lugares donde se simulan incendios.
3. Practican el rescate de personas con maniquíes de tela que pesan desde 40 hasta 100 kilos, rellenos de piedras, tierra, pasto y vísceras de res para dar más realismo a la actividad y tratar de simular el olor de un cuerpo en descomposición.
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4. En una situación real, se dividen en tres células: la que monta el campamento en una zona segura, el grupo de rescatistas y el que se encarga del apoyo psicológico y médico.
5. El primer paso al llegar a la ‘zona cero’ es reconocer el área e implementar una “búsqueda paralela”, que consiste en caminar cada tres metros hacia adelante para asegurarse de que no haya alguien atrapado.
6. Cuando hay una señal de vida, ya sea un grito o un ruido, se marca la zona con palos, piedras o algo que indique que ahí se realizará un rescate.
7. Cuando encuentran un cadáver, el equipo de antropólogos forenses hace un perfil con peso, talla, sexo, color de piel, ojos y en qué condiciones se encontró, para facilitar su identificación.
8. La brigada brinda también primeros auxilios psicológicos, que van desde una palabra, un abrazo o una mirada, y para los que a los mucho tienen 10 minutos.
9. Una vez al mes, los psicólogos aplican pruebas a los brigadistas, que duran 45 minutos, y con las que trabajan en la personalidad, fortalezas, fobias y miedos de cada rescatista.
10. Cada integrante de la brigada adquiere su propio equipo -casco, botas con doble casquete, arnés, cuerdas, overol con tela de algodón y guantes-; las herramientas vienen de donaciones privadas.
Si bien ser topo es una labor riesgosa pero con mucha dedicación, los brigadistas saben que es una gran responsabilidad ser parte del equipo y que se necesita tener la voluntad de ayudar para seguir rescatando el mayor número de vidas, como lo han hecho desde hace 33 años.
JOS