Una verdadera obra de arte y orgullo de las raíces totonacas es sin duda alguna la danza de los Voladores de Papantla, misma que funge como una plegaria a la divinidad para en tiempos de sequía, atraer lluvia a los cultivos.
Año con año, este espectáculo, declarado como Patrimonio Cultural de la Humanidad a nivel mundial, debido a que es una de las actividades que reafirman la importancia de la identidad de las etnias, lo presentan en la Expo Feria Gómez Palacio, donde ya es tradición que reúne a numerosos espectadores que se impresionan por el descenso de los danzantes, mismos que representan la caída de la lluvia.
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Una tradición de 400 años
En entrevista para MILENIO, el líder del grupo, Vicente García García, habló sobre este interesante rito, que aunque es originario de Veracruz, también se practica en otras comunidades, principalmente en estados del centro de México, como Hidalgo y Puebla.
"Esta danza mística es en realidad un vestigio de tradiciones mucho más antiguas, que se originaron en lo que hoy es el occidente de México, es originaria del estado de Veracruz y comenzó por una sequía, hubo un tiempo que no llovía para nada y de ahí surgió, es una tradición de aproximadamente 400 años, entonces nosotros representamos a la lluvia", explicó García.
Cabe destacar que la mayoría de las danzas sagradas fueron prohibidas por los españoles, como una de tantas medidas de evangelización, pero contra todo pronóstico, el rito de los voladores sobrevivió en ciertas regiones hasta la época moderna.
"En la actualidad existen varios grupos de Voladores de Papantla, nosotros venimos justo de Papantla, tenemos muchos años viniendo a esta feria, porque tenemos un compromiso con la gente de Gómez Palacio y agradecemos al comité que ha confiado siempre en nosotros", reconoció.
¿Qué representa cada elemento?
Cada uno de los “voladores” es uno de los cuatro puntos cardinales, explicó Vicente que el caporal es el personaje que toca el tambor y la flauta, quien es el centro de la Tierra, asimismo, los atuendos hacen referencia al plumaje de las aves y los listones de colores simbolizan el arcoíris que aparece después de la lluvia.
"Son cuatro voladores los que descienden y uno se queda en la parte de arriba, conforme van bajando es lo que representa la caída de la lluvia, cada señal del caporal es una acrobacia que los voladores deben ejecutar de forma específica, deben girar 13 veces en cada caída, simulando descender por los 13, que multiplicado por los cuatro voladores es 52, justo el número de años del calendario Xiuhmolpilli", notificó.
Considera Vicente García que pertenecer a un grupo de voladores no es tarea fácil, ya que se requiere de bastante ensayo y práctica.
"Alguien que desee integrarse a un grupo puede ser desde los siete años de edad, pero no es cualquier danza, esta danza es un riesgo, es peligrosa, porque esto se hace en las alturas, entonces el integrante tiene que estar bien preparado, así como el equipo debe estar seguro, en buenas condiciones, tanto los cables como lo que se ocupa allá arriba, el cuadro o la manzana, la persona debe de contar con un peso regular, ni muy gordo ni muy flaco, para que el peso soporte la gravedad a la hora de la caída", detalló el veracruzano.
Rituales de perdón a los dioses
Los Voladores de Papantla, también conocidos como "pájaros de tierra", antes de que los espectadores aprecien el emocionante espectáculo, arrancan con un ritual previo a subir a la enorme columna.
"Empezamos con este ritual para pedirle perdón al Dios del Viento, para que no haya accidentes, porque si ha habido percances en otros grupos, entonces es necesario hacer antes este ritual", narró.
Originalmente la columna por donde suben los voladores era un enorme tronco de un árbol, pero en algunas ferias, los encargados les preparan una de fierro para que quede firmemente instalada para cada visita que realizan.
"El palo que nosotros originalmente usamos para nuestro ritual es un enorme tronco que cortamos de un árbol, este corte también tiene su historia, cada vez que cortamos el palo de un árbol, tenemos que pedirle permiso a Kiwikgolo, Dios del Monte, porque buscamos el tronco más largo y recto, entonces tenemos que tocarle una ceremonia, es como un permiso por cortar el palo, porque si no puede haber un accidente, puede castigarnos", aseguró Vicente.
Los hombres suben al palo hasta llegar al tecomate giratorio, el cual es el punto de apoyo de los voladores, quienes además se apoyan de un bastidor de donde se lanzan al vacío.
El caporal ocupa la punta y acompañado de un tambor y una flauta empieza a hacer sonar música de notas prehispánicas.
Es así como los espectadores atentos se disponen a deleitar sus pupilas con esta tradición mexicana, una danza que causa admiración, debido al gran misterio, la belleza, la indumentaria y el colorido que las enmarca.
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