Debido a la pandemia, todos los espacios de educación rural, las escuelas de enseñanza multigrado y aquellas que se encuentran ubicadas en municipios donde no existe conectividad, son donde el rezago ha sido evidente en nuestro país. Será necesario reestructurar la educación ya que mil 100 millones de estudiantes están afectados por la contingencia, el 61.6% de la matricula a nivel mundial.
La doctora Gabriela Croda Borges, directora de la Facultad de Pedagogía e Innovación Educativa de la UPAEP, planteó que ante la dimensión social causada por la emergencia sanitaria, la resiliencia será factor clave ante la nueva cotidianidad.
“El rezago lo estamos midiendo en realidad. Habrá que esperar a las estadísticas nacionales para ver cuáles son las implicaciones que eso tiene. Los datos ahora disponibles tienen que ver más con los contextos mundiales (…) al día de hoy hay un 61.6 por ciento del total de los alumnos matriculados, que son un mil 100 millones de estudiantes los que se han visto afectados por esta situación”.
Explicó que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) tiene un mapa mundial que actualiza diariamente en el que se muestra el cierre de las escuelas.
Respecto al rezago en México dijo que son estadísticas que se tendrán que esperar a que existan algunas mediciones al respecto.
“Pero lo que sí es muy evidente, y que ha sido reportado por especialistas y estudiosos del sistema educativo y política educativa en ese sentido, es que, sobre todo, los espacios de educación rural, las escuelas multigrado y las escuelas que se encuentran ubicadas en municipios donde no existe conectividad, es donde el rezago ha sido evidente”.
Destacó que ese tema deberá seguirse revisando y analizando más adelante, “pero que, sin duda, más que por niveles yo diría que en estos momentos (deberíamos tener un) mayor conocimiento de los espacios donde el tema de la conectividad se ve afectada y es ahí donde están los mayores desafíos para la educación”.
Insistió en la necesidad de repensar la educación para transformar, inclusión también por las tecnologías que se reincorporaron durante el confinamiento social.
Señaló que se deberán encontrar estrategias que apoyen a los alumnos y docentes, para estos últimos en tres sentidos: resiliencia; desde el punto de vista de la docencia desde una alternativa de su formación; y con el apoyo de la tecnología.
Mencionó que se debe de reconstruir las escuelas y se debe de dar la integración de los padres en la formación de sus hijos.
Dijo que antes de la reapertura debemos de prepararnos con políticas, aplicación de métodos proactivos considerando a los que no acuden a las escuelas, y en todo momento se deberá de considerar la recuperación de lo que se ha perdido.
“Modelos híbridos que tendrán que irse adaptando (…) y es necesario la vinculación entre padres e hijos para el mayor aprovechamiento de su formación”.
Por su parte, la maestra Paulina Iturbide Fernández, catedrática de la citada facultad; consideró que debe de ser la resiliencia hacia la formación docente para empatar en los nuevos modelos adaptando los recursos que permitan que la escuela se reinvente, “que dé un giro diferente, considerando la necesidad socio-emocional”.
Propuso que los nuevos esquemas deben de contemplar a los docentes, “repensarse desde sus tiempos y su obligación laboral”.
Asimismo, comentó que debe de retomarse el sentido humano sin dejar de lado las competencias académicas y disciplinarias; así como el definir prioridades y tomar conciencia de lo que está sucediendo.
Planteó que por esta crisis de salud debemos ser autodidactas, “pero no solo ahora sino siempre. Asumir responsabilidades y no echar ni buscar culpas (…) El reto es formar en la libertad pero con la obligación de ser responsables”.
Finalmente, dijo que en esta contingencia los estudiantes mostraron y demostraron lo que sí se puede con la tecnología y por ello es necesario quitar la idea de solo mostrar y buscar lo que no se puede hacer. “Necesitamos el pensamiento crítico, pero también ser flexibles”.
mpl