• Labubus, el nuevo fenómeno que conquista a los mexicanos: ¿por qué su precio supera los 15 mil pesos?

Los pequeños muñecos han causado furor por su exclusividad y tendencia en redes sociales. En México, la falta de distribución oficial y los altos precios han llevado al auge de monstruitos pirata.

Alejandra Sigala
Ciudad de México /

Ingrid, una estudiante de 21 años, quedó enamorada de los Labubus al primer momento en que los vio en el Instagram de una amiga suya. Era una elfa de grandes ojos, orejas largas, dientes puntiagudos y un pelaje color café que su amiga llevaba como llavero en su bolsa. “¡Caray! Quiero uno”, se dijo a sí misma, sobre esa monstruita de sonrisa pícara que le evocaba a sus dos grandes gustos: la película de Spike Jonze. ¿Dónde viven los monstruos?, así como a las tiernas ilustraciones de animales al estilo ‘shabby chic’.

Pese a que las búsquedas en Google México del término Labubu se dispararon en el último bimestre de 2024, meses atrás gran parte de los fans del entretenimiento asiático ya sabían de su existencia por series y películas: “Se supone que se empezaron a poner de moda en Tailandia desde hace año y medio”, afirma Ingrid. Su fama se disparó en aquel país luego de que Lisa, una reconocida artista del pop coreano y con más de 100 millones de seguidores, mostró su alegría por dos Labubus que recién había adquirido, lo cual encantó a sus fans internacionales. Entre éstos, los de México.

Lisa, de Blackpink, mostró a sus seguidores una figura de Labubu de 30 centímetros y otra más de 15 que usa a modo de llavero | Redes Sociales

En Tailandia dicha euforia provocó filas de jóvenes que abarrotaron los centros comerciales de Bangkok para comprar estos muñecos, algunos con el fin de revenderlos más caros, incluso al doble de su precio. Mismo caso en ciudades de Estados Unidos, donde además varias personas se peleaban por las pocas unidades que quedaban disponibles en la página oficial de la juguetera y distribuidora, Pop Mart: “¿Por qué es tan difícil?”, se preguntó Summer, una chica estadounidense que documentó en TikTok el estrés que atravesó. “¡¡¡Tengo uno, tengo uno!!!”, gritó eufórica cuando lo consiguió.

Por el contrario, en México es mucho más complejo no sólo porque el precio por unidad parte de los mil 100 pesos, sino también por la dificultad de encontrar uno original, pues Pop Mart produce un número limitado y no hace envíos al país. Así se popularizó la venta de los llamados ‘chafubus’ o ‘chabubus’: réplicas del muñeco que se ofertan a precios mucho más accesibles y cuya calidad puede acercarse a la de los originales.

Tal y como lo encontró Ingrid en la tienda virtual de Aliexpress. “Cuando lo compré no estaba segura de si decía original o no. Pero cuando me llegó, como lo vi muy bien y de buena calidad, no me importó. Porque la verdad está bonito”, cuenta a DOMINGA.

(EXCLUSIVO DOMINGA) Los Chafubus se popularizaron ante la falta de 'stock' y los sobreprecios de las versiones originales | Alejandra Sigala

El ‘unboxing’ de los Labubus en redes sociales

El origen de esta criatura se remonta a 2015, cuando Kasing Lung, un ilustrador originario de Hong Kong, la presentó como la nueva integrante de su colección The Monsters, la cual también incluía a otros personajes como Pippo, Tycoco y Yaya, todos ellos inspirados en la mitología nórdica.

En 2019 el ilustrador firmó un acuerdo de licencia exclusiva con Pop Mart, una de las jugueteras más grandes de China, para producir colecciones de Labubus en “cajas misteriosas”, es decir, un concepto donde se guarda en secreto una figura aleatoria que sólo puede descubrirse hasta el momento de abrirse. Gracias a este modelo de negocio se han popularizado miles de videos de quienes muestran la apertura de las cajas. Una tendencia conocida como unboxing, a la cual se unió la cantante mexicana Bellakath tras comprar el paquete de seis cajas misteriosas.

James Rodríguez, un influencer español y amante de la cultura asiática, fue uno de los que más se viralizaron al mostrarse decepcionado por sacar un Labubu color café y no una azul como él quería. “Ah… es un oscuro. Bueno, está bien. Lo aceptamos. Es uno de los oscuros”, dijo mientras miraba de arriba a abajo el muñeco de unos 15 centímetros del que, en cuestión de segundos, finalmente terminó por enamorarse. Como era de esperarse, su reacción generó risas y memes.

Influencer al fin consigue un Labubu ... y no es lo que esperaba

Los Labubus más populares son las Exciting Macaron (con la misma expresión y colores más sólidos) y Have a Seat (de tonalidades pasteles y extremidades movibles). Cada colección se conforma de siete personajes; uno de ellos es la versión secreta y, por ende, la más difícil de conseguir. Y si bien Pop Mart ofrece el paquete de seis unidades irrepetibles, la posibilidad de dar con la figura más exclusiva es de 1 en 72. Pero esto no ha tambaleado en absoluto el éxito de la franquicia.

La euforia del coleccionismo está incentivada por el ‘neuromarketing’ –ciencia que estudia las reacciones de los compradores ante un cierto estímulo–. Y es que según Markel Lehman Elizondo, director de la Facultad de Negocios La Salle, el factor sorpresa es clave para el éxito de este modelo de negocio: la dopamina que se genera a partir de la “angustia buena” puede convertirse “en una especie de adicción”, ya que rompe con la monotonía y rutina del día a día. “Constantemente buscamos elementos que nos aporten ese efecto o detalle divertido que genera la sorpresa y esa incertidumbre de qué te vas a encontrar”, dice.

La edición 'Exciting Macaron' (arriba) suele ser más costosa que la de 'Have a Seat' (abajo) | Pop Mart

Sin envíos y a sobreprecio: la odisea de los Labubus

Bastó un simple like para que el algoritmo de TikTok de Saray Molina le mostrara sin parar videos de Labubus, en su mayoría acompañados por la canción en la que se escuchan voces chillonas entonar “Labu, Labu, Labu, Labuuu”. La pegajosa melodía despertó curiosidad en su hijo. El pequeño quedó fascinado con uno muy particular de pelaje blanco, alas plateadas y una colita que asemejaba a la de un dinosaurio. Saray se daría cuenta que cumplir el deseo de su hijo no sería tarea fácil: “Primero que nada, son carísimos. Y segundo, […] no los puedes encontrar en ningún lado”, dice a DOMINGA.

La figura que enamoró a su hijo es de la cotizada edición Angel in Clouds, un ejemplar conocido como Zimomo de 60 centímetros de alto y valuado en 225 dólares en la página oficial de Pop Mart (poco más de 4 mil 600 pesos mexicanos). El problema es que la juguetera china no hace envíos directos a México, por lo que conseguirlo se torna no sólo más complicado, también más caro. Está la página de “Labubu México”, una tienda que consigue los productos originales a través de una ‘personal shopper’ que lo puede vender tres veces más caro que el original, sin contar el envío a México y los impuestos.

La persona que atiende Cositas Chidas, un local del Centro Histórico que distribuye Labubus desde junio pasado, dice: “El original lo empezamos a traer en mil 300 [pesos mexicanos], luego en mil 500 y ahora está en mil 900. Fue aumentando porque fue más difícil conseguirlo y ahora hay un montón de impuestos que pagar”.
El precio de la edición 'Angel in the Cloud' puede sobrepasar los 10 mil pesos mexicanos | Pop Mart

Ante los exorbitantes costos y la falta de stock, Saray llegó a uno de los tantos tianguis que se desplegaron por el Día de Reyes en la Ciudad de México, donde se encontró con los “Chafubus”: imitaciones mucho más económicas, en su mayoría también producidas en China, y con calidades menores a las originales. “Vamos caminando por el bazar y vemos el que mi hijo quiere. Y obviamente no es original [...]. Lo vemos, pregunto el precio y digo ‘bueno, está mucho más accesible’. No iba a pagar 15 mil pesos de uno que venden en reventa para un pequeño de cinco años”, dice.

Saray consiguió a su hijo un 'dupe' de un Labubu que, en versión original, asciende a los 15 mil pesos (izquierda) | Cortesía: Saray Molina

En algunos mercados, tianguis o locales los Chafubus también son conocidos como ‘dupes’, una forma abreviada de decir “duplicado”. A veces los productores buscan igualar no sólo la apariencia del producto, también el empaquetado y hasta los elementos de autenticidad, como el código QR (que te lleva a una página que no existe) o una silueta en su pata que sólo se ve con luz… ultravioleta.

A falta de Labubus… ¡llegaron los Chafubus!

Son las once de una mañana de febrero cuando llego a la Alameda Central. Los puestos ambulantes, que tapizan las banquetas del Eje Central y Avenida Juárez, empiezan a desplegarse, aunque unos pocos más tomaron la delantera y se encuentran ya listos para la venta de peluches, llaveros, libros, accesorios de electrónica, libros y Labubus… o mejor dicho, Chafubus.

La señora que atiende me vocifera los costos: la “caja misteriosa” en 250 pesos, mientras que para quienes no son ‘fans’ de las sorpresas y prefieren escoger su color favorito, la figura sin caja está en 150. Aquí no hay opción de comprar el paquete de seis cajas, como hace unos días me lo ofreció un comerciante en la 3era Calle del Carmen, cuyos precios eran más elevados: 200 pesos si querías la figura con ojos abiertos y 160 con ojos cerrados.

Chafubus de la Alameda Central, cerca de Bellas Artes, se venden en 150 pesos o 190 en su versión musical | Alejandra Sigala

Continúo mi camino sobre Eje Central para llegar a la Friki Plaza, un centro comercial en el que predomina la mercancía del entretenimiento asiático; desde artículos de K-pop y hasta animes, novelas tailandesas y ahora los Chafubus, pero más caros que unos pasos atrás. Pregunté en cuatro establecimientos y la diferencia era mínima. En la mayoría encontrabas los ‘dupes ‘en 400, 500 y hasta 700 pesos, dependiendo de la colección. Pero ¿por qué los precios varían entre los mismos Chafubus? La respuesta está en la calidad.

Tal y como me lo explicaron en Cositas Chidas: “Es parecidísimo al original. Tú lo abres y dices ‘no veo la diferencia’”.

Comparación de una figura de Labubu original (derecha) y una réplica calidad media; la cual es más baja que el clon 1.1 (izquierda) | Alejandra Sigala

Termino mi recorrido por la Friki Plaza. Me dirijo a la estación del metrobús Hidalgo, para trasladarme al famoso tianguis de juguetes que se despliega los fines de semana en el Parque Tosla. Pero en mi camino me encuentro con el festejo del “Año Nuevo Lunar” del Barrio Chino. Me adentro por curiosidad. El olor de comida china invade el ambiente: arroz, fideos, pollo agridulce y panes de vapor.

Ahí abundan las figuras del Zhaocai Mao –el gato de la buena suerte– en cada uno de los puestos, así como de serpientes por ser este el “Año de la Serpiente”. Por supuesto, las pulseras, los collares y las monedas chinas no pueden faltar. Todo parecía igual hasta que a lo lejos alcanzo a ver un par de Chafubus colgando de un puesto de juguetes. Sin pensarlo me acerco para apreciarlos mejor. En varios locales están en 190 pesos y, más al fondo, en 120.

En el mercado se encuentran Chafubus de diversas calidades, algunas más alejadas a la original que otras | Alejandra Sigala

A mi salida me encuentro a un par de jóvenes acomodando unas 10 cajas de Chafubus: “Son los de la luz ultravioleta. Tiene certificado de autenticidad y su bolsita”, me aseguran.

Labubus desplazan a los Ternurines, Hotwheels y Barbies

Finalmente llego a mi última parada: el tianguis de juguetes de Balderas. El reloj marca pocos minutos después de las 12:30 horas y el Parque Tolsa ya está abarrotado de puestos que ofertan no sólo Labubus, también otros productos coleccionables de Pop Mart y Ternurines, una línea de juguetes japonesa. Y aunque pareciera que la “invasión Labubu” recién llegó a Balderas, algunos locatarios ya los tenían a la venta antes de su auge.

¿Dónde comprar Labubus y Chafubus en CdMx?


“Siempre había. Labubus ya habíamos traído, sólo que no se vendían tanto. Pero a partir de que Lisa, de Black Pink, mostró sus Labubus, todo el mundo se volvió loco”, me confirmó uno de los vendedores quien ofrecía los pirata en 500 pesos. Gran parte de los locales tienen casi los mismos costos. Pese a ello, la gente recorre sus pasillos en busca del mejor precio o del Chafubu más parecido al real. Los tan socorridos carritos de Hot Wheels y las muñecas Barbies atestiguan el fervor de los Labubus.

A uno de estos locales llega un hombre de 40 años y pregunta por el Hot Wheels Corvette Blanco de Barbie. El vendedor lo busca entre los cientos de modelos que tiene en exhibición, junto a dos cajas de Labubu que recién comenzaron a vender. “Originalmente [el mercado de Balderas] era de carros y Barbies”, dice. Hasta que los Ternurines se hicieron famosos y después los Labubus.

GSC



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