1974 es un año icónico en la historia de Guadalajara: es cuando se inaugura su segundo gran centro comercial, Plaza Patria. Las élites se ufanaron de la modernidad de la rutilante ciudad metropolitana, sin reparar que ese proyecto iba a posteriori a significar el lado oscuro de la urbanización sin planeación. Los miles de metros cúbicos que anegaron ese punto bajo del arroyo Atemajac, el pasado domingo, son el mejor veredicto de la historia: los gobiernos perdonaron los trámites y omitieron los procedimientos de impacto ambiental. La naturaleza no.
“En la Zona Metropolitana de Guadalajara, a finales siglo XX se contabilizaron un poco más de seis mil hectáreas de paisaje natural modificado, considerando laderas, barrancas, cauces, depresiones y humedales, que por el proceso de urbanización han sido rellenadas con basura, escombro y otros materiales; y haber modificado laderas con asentamientos humanos y con extracción de materiales para construcción. Los municipios con más superficie afectada son San Pedro Tlaquepaque, Zapopan y Guadalajara, en ese orden. Se estima que sobre estas unidades modificadas del paisaje se asienta 18 por ciento de la ciudad, dejando casi sin efecto el sistema de drenaje natural…”.
Esto señala una nota técnica del Instituto de Información Estadística y Geográfica (IIEG) que se puede leer en http://www.iieg.gob.mx/contenido/GeografiaMedioAmbiente/iterritorial_notatecnica_019_2013.pdf.
“Esta desaparición de la red de drenaje natural de la ciudad es una transformación histórica que aceleró sus procesos a partir de la década de los cuarenta del siglo XX. En la actualidad se encuentran alrededor de 584 colonias, pertenecientes a los municipios de Guadalajara, San Pedro Tlaquepaque, Tonalá y Zapopan, en donde habitan un poco más de 800 mil personas, según el censo de población y viviendo 2010.
Es decir, la publicación no considera cinco municipios de más reciente incorporación a la ciudad, donde la expansión se ha dado, al menos en una de cada dos hectáreas, sobre superficie de riesgo. Esto significa que no cambió el patrón erróneo de urbanización (ver Notas sobre el crecimiento metropolitano, de Francisco Pérez Arellano).
“Hay detrimentos de la calidad ambiental bien conocidos, en parte producidos por la pérdida de espacios abiertos y la emisión de contaminantes. Estos incluyen la disminución de superficie permeable que, en conjunto con la infraestructura insuficiente, provoca inundaciones”, sostiene por su parte una publicación oficial del Instituto Metropolitano de Planeación (Expansión urbana Análisis y prospectiva: 1970-2045, de Alberto Orozco Ochoa y otros, Imeplan).
Evidentemente, no son desastres naturales tal cuales. “En sentido estricto no hay desastres naturales, ya que su ocurrencia es producto de una dinámica social [y económica]; se les denomina así para especificar que se desencadenan por la ocurrencia de algún fenómeno natural (lluvias, temblores)”, aclaran Luis Valdivia Ornelas, María del Rocío Castillo Aja y Antonio González Salazar, investigadores del fenómeno de desastres en la ciudad.
“El crecimiento urbano anárquico modificó el comportamiento hidrográfico e hidrológico de las microcuencas en el Valle de Atemajac y la Cuenca El Ahogado. Muchas de las nuevas urbanizaciones se están desarrollando en lugares de alto riesgo, ya que se encuentran asentadas en zonas topográficamente bajas, cauces, márgenes de canales y bordos, por lo que está aumentando el riesgo en el Valle de Atemajac y la Cuenca El Ahogado. Se podría hablar de escenarios en donde el incremento de la amenaza se acumula conforme se dan las transformaciones aguas arriba en las cuencas, por lo que el impacto de las urbanizaciones no debe evaluarse de manera aislada [para cada desarrollo] sino de manera acumulativa”, agregan.
“Esto ha ocasionado el incremento de los escenarios de eventos catastróficos, en donde está envuelta una mayor cantidad de población. Por eso, se considera que es importante establecer un ordenamiento por cuenca hidrográfica”, sostienen (ver https://www.thefreelibrary.com/Las+inundaciones+en+la+zona+metropolitana+de+Guadalajara.-a0156550866).
El SIAPA invirtió los dos últimos años, una primera etapa de infraestructura nueva para contener inundaciones, pero es apenas 12 por ciento de la inversión total. Tanto en el arroyo Atemajac como en la cuenca de El Deán, esas inversiones han sido evidenciadas como insuficientes para las lluvias de mayo y junio.
GPE