Las ciudades del futuro se construyen desde ahora, asegura el arquitecto español Miquel Adria (1956). Para quien es una de las voces con mayor reconocimiento en el ámbito arquitectónico la ruta es clara: convertir al ciudadano de a pie en el protagonista principal.
Afincado en la Ciudad de México desde 1994, el urbanista catalán conoce esta megalópolis como pocos, comprende su complejidad y reconoce su grandeza, por lo mismo habla de la posibilidad de convertirla en una de las capitales del futuro, siempre y cuando, precisa, se destine el presupuesto adecuado para su transformación. “Dime en dónde vas a poner los pesos y te diré que ciudad vas a tener en el futuro”, lanza desafiante.
“Tener ciudades más amables es un deseo de todos en cualquier parte del mundo, pero que sea realmente posible depende de administraciones capaces y progresistas”, reitera.
La pandemia y la crisis climática han dejado clara la urgencia de una transformación urbana, ¿cómo hacer las ciudades más habitables?
Es una reflexión que está en boca de todos. Ha dejado de ser una discusión entre especialistas para convertirse en una discusión entre ciudadanos, sociólogos, economistas y urbanistas. Yo tengo ciertas dudas de que la discusión será suficiente como para transformar nuestras ciudades. Somos de memoria corta y las ciudades son construcciones de largo calado. Aún está por verse qué tanto somos capaces de cambiar.
Esta transformación acelerada por el covid va a tener un impacto permanente si las ciudades invierten en mejorar el transporte público. Si no, el efecto va a ser temporal. Si la incorporación de más carriles de bicicletas forma parte de un plan estructural ligado al transporte público, vamos bien. Si solo es pintar unos cuantos carriles que no están protegidos, lo único que se logra es poner en riesgo la vida de mucha gente que anda en bicicleta. No es más que una negligencia vestida de tendencia.
Otro aspecto fundamental es el incremento de zonas verdes vinculadas a áreas públicas, esto debe formar parte de un plan estratégico, no de uno improvisado y solo con efectos a corto plazo o electorales, como fueron los famosos “Pocket Parks” o “Parques de bolsillo” en Ciudad de México. Tener ciudades más verdes y más amables es un deseo de todos los ciudadanos en cualquier parte del mundo, pero que sea realmente posible depende de administraciones capaces y progresistas.
Ciudades como Copenhague, Barcelona o París han dado pasos acelerados en la disminución de la presencia de los coches, un tema que es tendencia global. El arquitecto Jaime Lerner, recién fallecido, decía que con el coche va a pasar como con el cigarrillo: prácticamente va a desaparecer. Quizá no será así en todas las ciudades, pero sí en aquellas que han trabajado en mejorar el transporte público.
El caso que plantea la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, “Ciudad de los 15 minutos” (un modelo en donde los ciudadanos solo tengan que desplazarse esos minutos para satisfacer sus necesidades esenciales) es posible siempre y cuando exista una estrategia fuerte de mejora de transporte público vinculada a una estrategia para facilitar los insumos y para trabajar en condiciones que no requieran tanto movimiento.
¿Qué opinas de las ciclovías de la Ciudad de México como elemento de transformación urbana?
La Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México está en manos de gente estupenda como Andrés Lajous y Rodrigo Díaz. Están haciendo un gran esfuerzo, pero muy acotado. Es cierto que cada vez somos más los que nos desplazamos en bicicleta; hace 20 años éramos muy pocos, pero hay que dotar de infraestructuras a la ciudad de un modo integral, no solo a algunas colonias. Hay que pensar en una red de carriles de bicicletas vinculada al transporte metropolitano. Por el tamaño de la Ciudad de México, lo óptimo no es desplazarse en bicicleta de un extremo a otro, pero sí desplazarnos en algunas áreas en bicicletas de uso público, luego movernos en transportes como el Metro o el Metrobús en otras, y volver a recurrir a la bicicleta en el otro extremo. La mejor estrategia de movilidad en cualquier ciudad no es la bicicleta, no es el Metro, tampoco es el coche, es la suma de todos. La mejor ciudad es la que tiene un sistema integral en el que los transportes sean compatibles y acumulativos, en ese sentido, cuantas más y mejores opciones tengamos, mejor y más amable va a ser nuestra ciudad.
Sería importante asegurarse de que los carriles de bicicleta estén protegidos, porque la cultura del automovilista no es una cultura amable ni respetuosa y pone en severo peligro a muchos ciclistas. Esa misma cultura tiene que pasar por educarnos a todos los ciudadanos, que los ciclistas sepan cuando deben o no pasar, porque se piensa que por el solo hecho de andar en bicicleta todo el mundo tiene que dejarlos pasar y eso no es cierto.
Es un tema cultural que tenemos que construir entre todos. Hay que crear ciudadanía y para eso nos falta mucho, fundamentalmente es un tema ligado al presupuesto: dime en dónde vas a poner los pesos y te diré qué ciudad vas a tener en el futuro, porque para buenas ideas, puntadas u ocurrencias todo mundo es bueno, pero hay que ver a dónde se va el presupuesto.
Una mejor ciudad del futuro va a ser aquella que hoy está poniendo dinero al transporte público y a las infraestructuras que permitan que la gente se desplace en bicicleta. En este sentido, hoy por hoy, los esfuerzos en México son muy modestos.
¿Cuál tendría que ser la estrategia en la Ciudad de México?
La ruta está clara. Todos los especialistas la conocen. Hay algunas ciudades que van muy por delante y hay que seguir ese rumbo que claramente pasa por mejorar el transporte público. En México no se está invirtiendo en transporte público, en los últimos años se ha recortado ese presupuesto y hemos visto las gravísimas consecuencias. Hay que mejorar las condiciones del ciudadano de a pie y eso empieza en la banqueta. La banqueta es el elemento más importante de la ciudad. Invertir en una buena banqueta nos permitirá caminar, tener mejor arbolado; permitirá tener un carril de bicicleta al lado y acotar la circulación de los vehículos.
La Ciudad de México no debe ser solo de ejes viales, debe ser una ciudad de avenidas mixtas que permitan distintos modos de transportarse.
Hay potencial para revertir ese ejercicio durísimo –desde el punto de vista de transformación urbana— que se hizo en los años ochenta, cuando pasó de ser una ciudad radial de centro y periferia a una metrópoli octagonal con ejes viales. Valdría la pena revisar ese proyecto que sirvió para mucho porque permitió una conectividad transversal, de lo contrario tendríamos una ciudad mucho más colapsada, pero hay que convertir esos ejes en avenidas que permitan privilegiar la banqueta, canalizar los carriles para transporte público, los que son para bicicleta bien protegidos y determinar cuáles quedan como carriles privados.
Es algo que ya se está haciendo en muchos lugares, en Nueva York y en ciudades europeas se ha privilegiado el transporte público. Por ahí va la estrategia, ligado a un proceso de reforestación del espacio público. Las ciudades no deben ser solo para coches, hay que privilegiar al ciudadano de a pie, quien tiene que ser el principal protagonista de nuestras ciudades.
Se piensa en la Ciudad de México como en una ciudad caótica, hasta hace algunos años rechazabas ese concepto, ¿qué piensas ahora?
Sigo pensando que no es una ciudad caótica. Es una ciudad bien estructurada, policéntrica, lo cual es mejor que una con un solo núcleo. Históricamente tenía muy buen transporte público. Muy pocas ciudades tienen la capacidad de mover 5 o 6 millones personas al día, pero si no le dan mantenimiento ya vemos lo que pasa.
En la Ciudad de México más que caos hay una efervescencia de gente que se mueve de un lado a otro para llegar a sus puntos de trabajo. Es una metrópoli grande y por lo tanto es compleja y en esa complejidad está su gran riqueza, su gran atractivo, pero no hay inversión para mejorar, no hay un incentivo para que llegue gente que la enriquezca, no solo económicamente también culturalmente. No tiene esa euforia con la que creció en algunos momentos.
Hay que ver hacia dónde se mueven las empresas que están generando conocimiento; hacia dónde se mueve la gente con más ideas y con más proyección, para saber en dónde van a estar las ciudades del futuro. La Ciudad de México lleva bastante tiempo estancada en términos de población y de generación de capital. Hay mucho por hacer, por su tamaño y por su posición geoestratégica tiene una gran área de oportunidad. Es el centro histórico más grande y más importante de todo el continente americano, porque está estratégicamente situado en el centro del continente y eso le da un potencial enorme para crecer y posicionarse globalmente, si existieran los incentivos en términos macrourbanos: mejoras en seguridad, en la calidad del aire y del agua, etcétera. Es una ciudad que podría competir para ser una de las grandes capitales del futuro… si se invirtiera en ella.
La jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum ha dicho que la Ciudad de México será una ciudad “más humana”, ¿lo crees posible?
Con base a la referencia que usas, yo le preguntaría a Claudia (Sheinbaum) en qué va a invertir y veremos qué ciudad vamos a tener. Es decir, hablar de una ciudad más humana puede ser simplemente demagogia o puede ser un proyecto serio, para saberlo hay que ver qué va a hacer para que tenga esa condición. Será más humana si privilegia al ciudadano de a pie y eso significa, en buena medida, repensar esos espacios que ocupamos en la ciudad. Insisto, si convertimos los ejes viales en avenidas ciudadanas, sí va a ser más humana. Si simplemente nos quedamos en pintar algunas calles, cambiándole el color al pavimento, va a ser solo oportunismo circunstancial que de ningún modo va a trascender. Si la ciudad facilita la creación de nuevos negocios, de nuevas universidades, de estímulos para que venga gente a enriquecerla, sí vamos a tener una ciudad más humana, si no, seguiremos con lo que tenemos.
Muchos especialistas afirman que el principal reto de las ciudades es vencer la desigualdad, ¿coincides con esa afirmación?
Es un tema metaurbano. Va más allá de la condición urbana. Es un tema político en el sentido originario. Precisamente esa es la idea de que tengamos representantes: ordenar la gestión pública para corregir esas desigualdades. Para eso se necesitan políticos competentes y comprometidos que ejerzan el presupuesto de manera que los que más tienen, más paguen, y se invierta a largo plazo en aquello que hará que esas desigualdades sean menores, es decir, en la educación. Hoy por hoy, en México eso no se está dando.
“¿Cómo vamos a vivir juntos?” es el eje temático de la Bienal de Arquitectura de Venecia, ¿qué responderías a esa cuestión?
Es una pregunta tremendamente abierta, lo más interesante de lo que plantea este año el curador de la Bienal, Hashim Sarkis, es pasar de privilegiar lo local, como rechazo a lo global, a volver a una lectura donde se privilegia lo planetario. Ya no podemos seguir pensando en transformaciones urbanas en clave local. Tenemos que pensar en estrategias planetarias y saber que todo lo que hagamos para mejorar y reaccionar ante el deterioro planetario, va a ser bueno. Esa conciencia global nos permitirá tener un planeta más sustentable. Debemos ser conscientes de que lo que estemos dañando hoy en Delhi o en Calculta va a tener un impacto negativo en Ciudad de México.
Si en México seguimos favoreciendo energías altamente contaminantes, destruiremos el futuro de los que nos siguen. En ese sentido, lo que se propone desde la Bienal puede ser un buen estímulo para tomar conciencia de que un mejor futuro no va a ser local, tiene que ser desde una conciencia planetaria.
ledz