La violencia es el gran flagelo de la niñez desde múltiples rostros. La vive desde el hogar y la encuentra en la inacción de instituciones obligadas a velar por su bienestar, pero que ni siquiera le dan voz. Juan Martín Pérez García, coordinador de Tejiendo Redes Infancia en América Latina y el Caribe, expone lo anterior y afirma que la pandemia de covid-19 vino a recrudecer este complejo panorama.
En Tamaulipas uno de cada cuatro habitantes es niño, niña o adolescente, sin embargo, este grupo de edad es el gran ausente en las políticas públicas y en las agendas de los candidatos, debido a la cultura adultocéntrica que prevalece.
El activista menciona que la violencia armada y sus redes de macrocriminalidad, son una amenaza latente para la infancia en la región fronteriza.
“Muestra la fragilidad de un estado con un número muy alto de personas desaparecidas y asesinadas, algunas de ellas menores de edad”.
Pérez García sostiene que es imposible pensar en una dinámica de seguridad, cuando el entorno está controlado por grupos criminales, condición que se acentúa al tratarse de una ruta migrante.
“Corren peligro niñas, niños y adolescentes transitando por el territorio estatal en total indefensión”.
Violencia en el hogar, en la escuela, en el entorno, desde el gobierno, toda una cadena…
Exactamente, por eso tenemos que hablar de violencias en plural. Para empezar, México sigue siendo un país muy atrasado en el reconocimiento de su ciudadanía, que es a partir de los 18 años de edad para temas electorales, bastante restringida.
Está muy vinculado a una dinámica cultural que el país en su conjunto no ha logrado superar y es considerar a los niños y a las niñas como objeto de propiedad familiar, lo que lleva a que prácticamente todos los gobiernos, sus acciones las buscan hacer desde una visión adulta.
¿Ello qué implica para la niñez?
No tienen voz propia, son invisibles, todas las decisiones se dan desde el mundo adulto y están en desventaja ante cualquier escenario. Mucho de lo que hablamos en sus derechos es discursivo y no algo que toque sus vidas, la Ley General de Niñas, Niños y Adolescentes ha sido reconocida por la ONU, pero no hay presupuesto ni voluntad política para cumplirla y el jefe del Estado mexicano parece tenerles rechazo y hasta fobia, incumpliendo compromisos y afectándolos con políticas excluyentes en su gestión como en estancias infantiles, escuelas de tiempo completo, niños con cáncer, recortes presupuestales, entre otros.
¿Qué nuevos problemas traerá para la infancia esta nueva normalidad en marcha?
Las problemáticas siguen siendo las mismas, pero multiplicadas.La pandemia tuvo muchos efectos negativos, muchísimas personas murieron, pero también viene y ya lo estamos viendo, las secuelas de carácter neurológico, cardíaco y pulmonar.
Como no se hizo detección de menores contagiados porque el Estado se negó a monitorear su salud y vacunarlos, muchos se infectaron en sus contextos familiares y enfrentan secuelas, pero sin un diagnóstico covid y les va a afectar su desarrollo y salud.
¿Cómo impacta en la salud mental?
La niñez fue confinada por año y medio pese a que el mundo adulto salía y se divertía, pero ellos estaban encerrados; hay quienes calculan una pérdida de hasta tres grados escolares, pero en especial la salud mental se vio seriamente afectada porque esto cruza con un incremento de violencia en casas, violencia de mucho tipo, corrupción de menores, abuso sexual, maltrato físico. Se incrementaron las separaciones conflictivas y esto se traduce en violencia contra los propios niños y niñas y el Estado abandonó a estos últimos.
¿La violencia en hogares está haciendo de niños seres humanos violentos?
Llevamos 15 años en guerra, la inició Calderón, obviamente un país en guerra incorpora la violencia como código de relación; no es extraño que nuestro discurso público, empezando por el Presidente sea beligerante. Las dinámicas comunitarias y sociales también se han polarizado y hecho violentas; las separaciones familiares, los conflictos de pareja, tienen un carácter cada vez más violento y esto es un reflejo.
La violencia es como una gota de agua en un estanque, uno tira una gota de agua y ve cómo se expande, ahora imaginemos que esto se multiplica y ya no es solamente una gota sino tenemos literalmente un caudal, pues claramente no va a haber aguas tranquilas, cualquier escenario va a estar lleno de conflictos.
¿Cómo podemos contribuir a mejorar las condiciones de la niñez?
Es muy importante romper paradigmas, es decir, los niños y las niñas son personas con derechos propios, no objetos de propiedad familiar, tienen derecho a ser escuchados y decidir en temas que los afectan y eso lo podemos empezar a hacer desde las familias, escuelas y comunidades.
Es necesario quitar esa cultura adultocéntrica y que ellos participen en la solución de nuestros problemas, deben ser reconocidos como personas.
¿Qué compromisos deben asumir quienes aspiran a la gubernatura de Tamaulipas?
Con que cumplan la Ley General de Niños y Niñas y la ley estatal, con eso la infancia estaría en mejores condiciones, con que cumplan la Constitución, tendríamos un gran avance.
Que se tenga la claridad que vienen a resolver problemas, no a culpar a los que estaban, explicar en campañas las soluciones que ofrecen e involucrar directamente a los niños, esto puede marcar una profunda diferencia.
Los candidatos ni los mencionan en sus agendas
Es la cultura adultocéntrica, los niños no votan y entonces los candidatos de todos los partidos no los consideran prioridad en sus agendas, le apuestan a quienes sí votan.