Lejana, repoblación del Centro Histórico de Puebla ante rentas y costos de vivienda

En Puebla, la renta promedio en la zona céntrica se encuentra alrededor de los nueve mil 800 pesos.

Apariencia de una vivienda en el Centro Histórico. (Andrés Lobato)
Jaime Zambrano
Puebla /

La repoblación del Centro Histórico de Puebla se encuentra lejos de convertirse en una realidad ante las rentas mensuales en promedio de nueve mil 800 pesos y los altos costos para adquirir una vivienda.

De acuerdo con análisis sobre “El costo de rehabitar el centro de las ciudades”, la urbanista de la Universidad Nacional Autónoma de México, Rosalba González Loyde, una persona puede tardar toda una vida para contar con casa propia, ya sea por las interminables cuotas hipotecarias o por la imposibilidad de salir del círculo de la renta.

Durante foro virtual organizado por la Maestría en Hábitat y Equidad Socioterritorial de la Universidad Iberoamericana Puebla, la especialista explicó que existen tendencias hacia la generación de políticas públicas que permitan el regreso a la ciudad central como resultado de la insostenibilidad del proceso de urbanización; sin embargo, existen diferentes complicaciones.

Antes de la pandemia de la covid-19, el costo promedio por rentar un departamento en el Centro Histórico de la Ciudad de México era de 10 mil 499 pesos mensuales; mientras que, en Puebla, la renta promedio en la zona céntrica se encuentra alrededor de los nueve mil 800 pesos.

El problema se agudiza cuando el arrendamiento se convierte en la única opción y, al mismo tiempo, las nuevas generaciones son menos susceptibles a acceder a la vivienda en propiedad debido al aumento del costo del metro cuadrado, en contraste con el estancamiento de los salarios.

“Los ingresos de los jóvenes tienden a no ser fijos, por lo que les es difícil acceder a sistemas de crédito hipotecario. El alquiler va al alza, no solo por asuntos de mercado, sino porque las políticas públicas en propiedad ya no son rentables como subsidios a partir de lo público”, explicó González Loyde.

Las zonas consolidadas de las ciudades tienden a tener mayor porcentaje de viviendas en arrendamiento y, a nivel nacional, el 17 por ciento de los hogares son rentados. En algunas ciudades este porcentaje aumenta como en Ciudad de México donde se presenta un 25 por ciento en renta y en alcaldías como Cuauhtémoc, se registra que en 40 por ciento de los hogares, las personas pagan alquiler.

Respecto a la figura del arrendador, la investigadora destacó que es diversa porque va desde el propietario de un inmueble cuyo trato se da de manera informal, pasando a los intermediarios que inhiben a posibles inquilinos mediante entrevistas intimidantes, hasta el subarrendador presente en los compañeros de piso o roomies.

Actualmente, un modelo novedoso es la renta turística de espacios a través de plataformas como Airbnb, que promueven el alquiler de habitaciones por tiempos reducidos. Actualmente, uno por ciento de los anfitriones concentran uno de cada diez espacios disponibles.

“¿Cómo regulas dinero que provoca turismo pero que se va a otros lugares? Están usando la mejora pública sin regulación. Los activistas en materia de hábitat y alquiler alertan sobre la importancia de tener en cuenta la visión e impacto de las políticas públicas y la gestión local del suelo para construir nuevas alternativas inmobiliarias más justas para los habitantes reales y potenciales”, comentó.

Para alcanzar la repoblación de los centros históricos, González Loyde, propuso desmitificar el alquiler como un grillete y hacer de la vivienda rentada un hogar sostenible.

“Repensar la vida en alquiler puede llevar a replantear las formas de hacer arquitectura, de habitar las ciudades y de construir un patrimonio que provea de estabilidad familiar”.

González Loyde resaltó la importancia de promover una reforma al Código Civil que regule los precios de alquiler ya que, en el contexto de la pandemia, dicha demanda se agudizó ante el desempleo y la precarización de los trabajos.

“El objetivo es crear ciudades compactas y bien localizadas para hacer frente a la crisis climática y al desaprovechamiento de espacios urbanos. Si bien las nuevas políticas públicas buscaban garantizar el acceso público a mejores servicios y a viviendas asequibles, la praxis refleja lo contrario: la rentabilización de las condiciones de mejoramiento del centro a través de los agentes inmobiliarios”, finalizó.

mpl

LAS MÁS VISTAS