Xochipila, un legado prehispánico de Xicotepec

En este centro ceremonial de la Sierra Norte están plasmados tres niveles de energía, los cuales protegen a sus visitantes en busca de bienestar.

"La Xochipila" en Xicotepec. (Andrés Lobato)
"La Xochipila" en Xicotepec. (Andrés Lobato)
"La Xochipila" en Xicotepec. (Andrés Lobato)
"La Xochipila" en Xicotepec. (Andrés Lobato)
"La Xochipila" en Xicotepec. (Andrés Lobato)
Rafael González
Puebla /

En Xicotepec de Juárez, municipio ubicado en la Sierra Norte de Puebla, punto donde se unen dos pequeños arroyos, se localiza el centro ceremonial llamado La Xochipila, único vestigio de la ciudad prehispánica del pueblo ubicado en el centro entre las calles Porfirio Díaz y Santa Rita.

Xochipila significa “Flor de niña, Princesa de las Flores”, aunque para muchos historiadores es “Flor que brota del agua”. Se trata de una piedra colosal de más de 13.5 toneladas de peso y 5 metros de altura, con una base elíptica de 11 metros de diámetro mayor y 5 de diámetro menor. Está acompañada por dos peñascos que coinciden con la figura del Códice Xólotl, donde se muestran tres piedras juntas frente a una cueva y el nombre.

La roca tiene un agujero de unos 2 metros de alto por 1 de ancho, que al faltarle una parte de su techo, hace las veces de chimenea y lo convierte en un lugar muy apropiado para depositar cirios y velas sin peligro de que se apaguen.

Sobre la roca se ha construido una edificación en forma de uso con orientación este-oeste que tiene una altura de 6.6 metros y en su cúspide hay una plataforma de 5 metros por 2. En el centro de la misma hay un hueco destinado a albergar las ofrendas. El conjunto fue coronado por una cruz de piedra. 

Se trata de un ritual a Quetzalcóatl que se mantiene vivo con la participación de los pobladores y autoridades. De acuerdo con sus cuidadores, en este centro ceremonial están plasmados tres niveles de energía: inframundo, ubicado en la parte inferior de La Xochipila y a la que se recomienda no acudir; mundo universal, localizado en la parte media, donde se colocan las ofrendas y se realizan los rituales; y el supramundo o mundo celestial, que se encuentra en la parte superior y a la que se arriba a través de unas escaleras hechas en piedra.

Origen

Laura Cruz Hernández, responsable de la Jefatura de Capacitación y Desarrollo Turístico en la Dirección de Cultura y Turismo del ayuntamiento de Xicotepec, narra que en el año 1052 los pobladores de Aztlán recibieron la orden de detenerse donde encontraran un águila parada sobre un nopal devorando una serpiente.

En su recorrido, cuenta, arribaron a Xicotepec, pero debido a su orografía fue imposible encontrar nopales; sin embargo, los caminantes fundaron en torno a una piedra colosal el centro ceremonial La Xochipila. Se dice que estaba dedicado al dios zapoteca Xochipilli, el dios del sol que porta una máscara con pintura alrededor de la boca en representación de una mariposa. Tiempo después fue consagrado por los colonizadores cristianos a san Juan Bautista.

Debido a la mezcla de culturas, nació la figura mestiza de Juanito Techachalco, a quien ahora se le dedica el centro ceremonial.

La Xochipila es un sitio que emana misticismo pues se conjugan varios elementos naturales, barrancas con cuevas, abundante vegetación, formaciones rocosas y la unión de los arroyos que hacen del lugar un sitio sagrado.

Se preservan los rituales con métodos tradicionales

En este santuario indígena, proclamado como Patrimonio Cultural del estado de Puebla, se conmemora a san Juan Techachalco o la advocación de Quetzalcóatl, y también se relaciona con el comienzo del solsticio de verano.

Mercedes González González, uno de los mayordomos que guardan a La Xochipila o Piedra Sagrada, señala que se solicita a Xochipilli su permiso para llevar a cabo los rituales, limpias, encuentros de médicos tradicionales y chamanes, actividades que se repiten durante todo el año. Asimismo, señala que “el conocimiento o descubrimiento de La Xochipila está desde hace más de 500 años cuando los aztecas caminaron para fundar México-Tenochtitlán”.

Además, se hace referencia que en esa piedra, considerada por un tiempo como un monolito, se paró un águila, “descubriéndolo así como un lugar fuerte de energía, un templo, un momoxtli”.De igual forma, se maneja que La Xochipila es el ombligo del mundo y está en dos ejes: abajo está Machu Picchu, ciudadela inca ubicada en las alturas de las montañas de los Andes en Perú, sobre el valle del río Urubamba, pero no está exactamente en Machu Picchu sino en una selva, un poquito retirado pero hace el eje y el centro de la energía, comenta el mayordomo.

No obstante, aclara que a diferencia del centro ceremonial localizado en este Pueblo Mágico, en el de Perú “solo está activo para quien lo sabe encontrar, porque está en la selva”. Expresa que el 24 de junio, el día de san Juan, se lleva a cabo su ceremonia o fiesta mayor:

“La víspera es la ceremonia de Luna, que es en la noche. Hacemos nuestro enfloramiento, nuestros cantos, nuestro ritual; y en el día, que es la danza, que es la del Sol, y venimos a depositar nuestra ofrenda acá, de flores, de comida, de cantos y de danzas”.

Informa que en este centro se tiene la fuerza y la energía de san Juan Techachalco y de Xochipilli

“Ellos son los que nos dan la energía para trabajar”.Aclara que contrario a lo que se comenta, ellos solo trabajan en positivo, evocados en el bien y la sanación.

Mercedes González menciona que al sitio arriba muchos visitantes

“Vienen de todos los alrededores, de muchas comunidades. Todos vienen a darle tributo, incluso piden para sus siembras, para sus cosechas y en ese día vienen a dejar la ofrenda para darle agradecimiento de las cosechas que se dieron en el año”.

Explica que descubre sus facultades “a través de los sueños y a través de las esencias espirituales, que me llaman a este lugar”. En ese sentido, añade que suma más de 20 años en esta práctica, “solo que no habíamos entrado directamente acá”. Por ello, define sus cualidades “como un don divino”, para el cual se tuvo que preparar y formar.

“Cuando iniciamos fue en la casa de una señora que se llama Elo. Ahí fuimos y hacíamos danzas, tendidos de las flores y de ahí empecé a recordar y despertar, y ya empecé a hacerlo. Desafortunadamente la señora murió y fue como si yo hubiera quedado en ese lugar, en lugar de ella. Antes ella lo hacía y al morir tomé el lugar de mayordomo de este lugar”.

Revela que además de venir a pedir o agradecer por sus cosechas, las personas acuden para solicitar salud y abundancia: “Luego vienen con males espirituales y aquí se vienen a limpiar”.

Al ser cuestionado sobre los factores energéticos que envolvieron al año 2020, definido por la pandemia, responde que:

“para nosotros fue una prueba muy grande y hemos pasado muchas cosas. Esta enfermedad también nos vino a enseñar a convivir con nuestra familia, a tener la precaución de cuidarnos, de estar conviviendo con nuestros hijos, pero también venimos a pedir a este lugar para que también ya se normalice, para que todo esté bien, porque la economía es la que está afectando al país y al mundo entero”.

Respecto a este año, con entusiasmo predice que:

“La tormenta ya pasó, así me lo dicen los espíritus. La tormenta ya pasó, vienen muchas cosas buenas y pues, gracias a Dios todo bien”.

Añade que en lo personal siempre pide “que Dios no se enoje con nosotros y nos permita seguir trabajando, con salud para todos y estemos bien”.

A pesar de la pandemia y los estragos sociales que esta ha generado, lamenta que percibe un 50 por ciento de personas agradecidas y el resto sin la empatía y compromiso de solidaridad social: “Siento que Dios es un padre tan amoroso que nos perdona, ayuda y da la oportunidad de seguir”.

Cabe señalar que además de la fiesta grande, los peregrinos y danzantes acuden desde otros municipios para rendir culto al santo. Durante todo el año, los martes y los viernes de cada semana se realizan ceremonias en su honor. En ese sentido, se realizan rituales con métodos tradicionales que tienen como finalidad la curación de diversas enfermedades.

Las ofrendas al santo son, principalmente, las velas y cirios que arden en el hueco de la roca, aunque también se le llevan flores, toda clase de objetos, comida o animales.

Por último, menciona que a través de las escaleras que rodean a esta gran piedra, es posible que los pobladores y visitantes penetren las entrañas del centro ceremonial; para ello deben someterse a trabajos de purificación con el incienso para no profanar dicho recinto.

mpl

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