Don Isidro Velázquez ya no tiene con quien hablar. Se convirtió en el último hablante del idioma indígena ayapaneco, una lengua que agoniza por apatía de las nuevas generaciones y la marginación de autoridades.
El campesino, de 78 años, dice estar triste y preocupado pues al morir con él, también se extinguiría su lengua ancestral.
Su amigo Manuel Segovia murió el viernes, después de una caída que fue mortal y una cruzada de 15 años por conservar el idioma.
“Para la lengua no hay ninguna clase de esperanza y lo que va a suceder es que esto se va a acabar. Yo creo que estamos dando lo último, el que no nos aprovechó ya no lo hablará (…) si quieren sacar algo de mí, échenle ganas en estos días porque puedo irme atrás del hermano Manuel", dijo en zoque-ayapaneco el septuagenario en entrevista con MILENIO.
Su esposa, Agustina Jiménez, manifestó que de dos ancianos del pueblo de Ayapa, uno dejó de hablarlo por demencia senil y solo queda su esposo Isidro, quien recientemente sobrevivió a un coma diabético y además presenta pérdida de audición.
“Me siento triste y él también (Isidro) porque don Manuel lo venía a buscar y se iban a platicar... Con él (su esposo), se acabaría la lengua porque los dos salían, él y Manuelito, pero como ya se fue, (murió) él solito quedó”, lamentó.
El poblado de Ayapa, en Jalpa de Méndez, lo habitan unas 5 mil 600 personas y está situado a 33 kilómetros de Villahermosa. Su idioma es una mezcla de lengua mixe y zoque que hablaban los olmecas y mayas de Tabasco.
La explosión demográfica y la sociedad moderna provocaron que el ayapaneco se dejara de hablar en la población de manera generalizada pese al esfuerzo de don Manuel Segovia y su hijo José, quienes juntos impulsaron infructuosamente talleres entre niños y jóvenes, quienes desertaron por falta de interés, vergüenza y por la pandemia.
Los indígenas de esta comunidad eran un conjunto de poblaciones rurales que, al paso del tiempo, colapsaron en su dialecto por la transición de una sociedad moderna y actualmente se encamina a ser una lengua muerta.
"Fuimos los fundadores de los talleres del lenguaje Zoque-Ayapaneco, somos los iniciadores de este proyecto. Teníamos alrededor de 15 años encabezado estos proyectos para que el lenguaje no se perdiera”, compartió José Segovia hijo de don Manuel, al lamentar su deceso y acusó la falta de interés del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) por rescatar el idioma.
Aun hay esperanzas de no perderlo, dice, pero la falta de recursos sigue siendo un obstáculo.
“El futuro es que todo va a quedar en un simple recuerdo, en una simple historia que no dejará el fruto que se esperaba..., el último empujón y el más seguro en todos los sentidos, es hacer grabaciones de audios, podcasts, filmar cortometrajes, cápsulas informativas en lenguaje, diseñar aplicaciones, incluso hay una escuela que está interesada en diseñar una aplicación, pero no tienen los recursos”, comentó.
Segovia Velázquez, indicó que hay personas que están interesadas en rescatar el dialecto, pero eso no es suficiente.
“¡Ya no hay nada que hacer! Las personas más sabias decayeron, los que quedan ya no es igual, no tienen todo el conocimiento que se necesita”, reiteró.
José Manuel sostuvo que las autoridades y el INALI, han fingido interés por salvaguardar una lengua a punto de extinguirse.
“Solo fingen interés para posar para la foto, quedar bien con los jefes y de ahí en adelante ningún tipo de interés más", apuntó.
En su momento, don Manuel Segovia, expuso al INALI que a mediados del siglo XX todavía quedaban casi 8 mil familias ayapanecas, y que a partir de la construcción de la carretera Villahermosa-Comacalco comenzó la migración de estos pobladores y, con ello, la paulatina extinción de su lengua.
No obstante, su esperanza de preservación está en que la riqueza de esta lengua se conservará escrita gracias a que dos lingüistas estadunidenses de la Universidad de Standford grabaron durante dos años a Manuel Segovia pronunciando frente a un micrófono las miles de palabras que conocía.
En una situación menos grave, pero no por ello menos preocupante, se encuentran al menos 36 variantes más de lenguas indígenas de México, que, según expertos, si no logran reforzar sus raíces los próximos años podrían seguir el camino de las 141 variantes lingüísticas que desde tiempos de la colonia hasta nuestros días han desaparecido.
Como ejemplo de ellas destacan el potlapigu, guazapar, mocorito, cocoa, ure, zacateca, zuaque, sabaibo y ahome.
AESC