Huracanes y alertas de salud son las vivencias que ha atravesado el señor Arturo Galván de León originario de Tampico quien este jueves 16 de febrero cumplió la edad de 101 años.
A lo largo de este tiempo procreó ocho hijos, los cuales le dieron 32 nietos, 20 bisnietos y 6 tataranietos, algunos de ellos viven en la zona sur y otros en estados aledaños o el extranjero.
Nació en 1922 y a lo largo de su vida, ha tenido que pasar por situaciones adversas, cómo fue el caso de 1933, cuando un 15 de septiembre un fuerte huracán impactó su vivienda en la colonia Morelos de Tampico, afortunadamente la estructura resistió, pero a los ocho días llegó otro con categoría más elevada.
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Recuerda que llegaron los soldados para sacarlo a él junto a su familia cargados en medio de la inundaciones, llevándolos hacia las vías del tren, dónde a través del ferrocarril lo mandaron a un albergue en una escuela.
En la pandemia del coronavirus, estuvo a punto de perder la vida, quedó internado en el Hospital del Issste donde ya no le daban esperanza, pues dependía del uso del tanque de oxígeno.
Pidió su alta voluntaria, debido a que su intención era morir en su vivienda, ubicada en la colonia México sobre la carretera Tampico-Mante. Pero en casa siguió luchando junto a su familia hasta que logró salir del covid y luego de un largo año de cuidados, volvió a sus actividades cotidianas.
Posee una camioneta clásica, modelo 1951, la cual ha sido muy codiciada en la zona sur de Tamaulipas y todos los lugares a donde visita. Todos se la quieren comprar, pero él se ha negado rotundamente por el gran valor sentimental que le tiene.
Con ella estuvo desplazándose para trabajar, se fue de "mojado" a Estados Unidos hasta que Migración lo regresó. También laboró en la construcción de presas, después en la reparación de maquinaria del campo, hasta que compró un terreno en la zona norte de Tampico dónde fundó "Lubricantes Galván".
Platicó que posiblemente la clave de cumplir más de un centenar de años es el trabajo y no tener vicios. Asegura que de pequeño fue muy pobre, no tenía recursos pues su padre los abandonó desde que él tenía 5 años.
No estudió, así que desde pequeño tuvo que trabajar para poder comer. Aprovechó que había abundancia, bastaba con ir al río a sacar jaibas y pescados de todo tipo para poder alimentarse junto a su familia.
No salía a bailes ni fiestas, no tenía vicios, pero no por gusto, sino porque no había dinero para ese tipo de lujos. Cada día era una lucha para conseguir comida. Ahora a sus 101 años, está satisfecho con sus logros, pues tiene un negocio que lo ayuda a subsistir, dónde el encargado es uno de sus hijos Daniel Galván y ahora el solo se dedica a descansar o hacer trabajos menores en el mismo lugar para mantenerse activo.
SJHN