En el ocaso del siglo XIX surgió en Tehuacán la artesanía de la jarcia, es decir, la elaboración de sombreros de palma blanca. La falta de fuentes de empleo en esta ciudad convirtió a la actividad en algo predominante, por eso no solo se instalaron talleres ex profeso, sino también que en domicilios particulares se acondicionaron espacios para realizar este trabajo que involucraba a hombres y mujeres, incluso, adolescentes.
El auge de esta artesanía se mantuvo hasta la década de los años 50, cuando inició su decadencia por la entrada de nuevas industrias a Tehuacán, como la avícola y refresquera que mejoraron las condiciones salariales de los trabajadores.
De esta forma, los talleres poco a poco cerraron sus puertas. En la actualidad no hay más de 15 en Tehuacán, la mayoría integrados por familiares. Sin embargo, una empresa ha incursionado al mercado tanto americano como europeo, donde ha recibido aceptación por el sombrero de palma blanca que se elabora en esta región.
Actualmente, la artesanía de la palma, que se convirtió en uno de los principales soportes económicos de esta ciudad, se encuentra en una lucha por sobrevivir desde los talleres, algunos creados por herederos de ese oficio, otros porque encontraron en esta actividad una oportunidad para crecer económicamente y llegar no sólo a otros puntos del mercado nacional, sino incursionar en la exportación.
Un artesano de cepa
Miguel Martínez creció entre la palma que era asoleada en los patios de su casa y que su padre, Abel Martínez, cuidaba para transformarla en sombreros de distintos colores y tamaños. De esta forma, conoció cada uno de los procesos desde la recepción de la materia prima hasta su transformación.
Por su condición de joven decidió emigrar a la Ciudad de México para estudiar Ingeniería en Alimentos, profesión que desempeñó por varios años. Al paso del tiempo volteó hacia la artesanía de elaboración de sombreros que realizaba su padre y hermanos, por lo que decidió involucrarse de nueva cuenta a esta actividad. Por ello, retomó las actividades en el taller de su padre.
Mixteca, la principal proveedora de sombreros
En los talleres de Tehuacán se reciben sombreros tejidos por artesanos que radican en poblaciones tanto de la Mixteca de Puebla y Oaxaca. Además, llegan las tiras de palma elaboradas por artesanos del Istmo de Tehuantepec. Con dicho material se elabora el llamado sombrero “Zapata”, el cual se ocupa en las fiestas patrias y el 20 de Noviembre, Aniversario del Inicio de la Revolución Mexicana.
También se recibe el sombrero “Campechano”, el cual es tejido en San Pedro Atzumba; el sombrero tipo Zahuayo, elaborado con palma proveniente de Chilapa Guerrero. Este material es fresco, durable, “nada que ver con el que hacen en China con paja de arroz que es vistoso, pero no dura”, señalan los artesanos.
En esta región también de produce el sombrero “El pescador”, que se vende mucho en Estados Unidos. Otro modelo es el “Speedy González”, es decir, “El roba vacas”.
De esta manera existe una gran variedad de modelos y tamaños de sombreros, a lo cual se suma el de ala ancha que se utiliza en el campo para protegerse del sol. El sombrero que se fabrica en los talleres de Tehuacán no solo se crean para hombres, pues también hay modelos para niños y mujeres. Aunado a lo anterior, algunos sombreros están forrados con tela para protege el material de los rayos ultravioleta.
Los artesanos de la jarcia no solo realizan sombreros para protegerse del sol y la lluvia, pues su imaginación y talento los ha llevado a tejer algunas piezas como centros de mesa donde se colocan dulces o botellas de licor. Con esto se puede observar la versatilidad en esta actividad artesanal y los distintos usos que se pueden dar a las piezas, por lo que aún se sostiene como una fuente de empleo directo e indirecto de miles de personas.
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