Apetatitlán, Tlaxcala, con dos templos que hoy unen a toda una comunidad

Edición Fin de Semana

La disputa entre los migrantes españoles en la época virreinal y los habitantes originarios provocó que se crearan dos recintos, pero ahora toda la comunidad convive.

Ambos templos permanecen con estructuras específicas que fueron diseñadas para cada uno de los pueblos. (Andrés Lobato)
Templos de Apetatitlán. (Andrés Lobato)
Rafael González
Puebla /

Apetatitlán de Antonio Carvajal es un municipio ubicado en el altiplano central, en específico, en el estado de Tlaxcala; también es conocido como San Pablo Apetatitlán, como reflejo del aprecio que le tienen sus moradores a este santo de la Iglesia católica.

En ese sentido, su parroquia lleva por nombre san Pablo Apóstol. Se trata de una construcción que consta de la citada rectoría y un templo unidos entre sí por los muros laterales.

Dicha edificación tiene este modo porque durante la época virreinal existió una gran diferencia de clases sociales.

De acuerdo con la historia del lugar, el pueblo originalmente era un asentamiento de indígenas que de forma rápida fue poblada por españoles desde los primeros años de la Conquista. Para el siglo XVII vivían 227 familias migrantes de España, quienes eran propietarias de obrajes, batanes, talleres de tejido y tiendas.

Por la pugna que existía, los antiguos habitantes de San Pablo Apetatitlán, en ese entonces barrio perteneciente a San Bartolomé Tlacaxolloc, decidieron edificar en el mismo predio dos templos: una para la “gente de razón” (los españoles), que acudía al Templo del Padre Jesús Nazareno; y otra para los indígenas, quienes se encomendaban a san Pablo Apóstol.

El primer inmueble fue promovido y costeado por los migrantes españoles. Incluso, los acaudalados habitantes del lugar pidieron al obispo en turno edificar una parroquia para Apetatitlán, ya que en esos tiempos pertenecían al curato de Santa Ana Chiautempan. Los migrantes deseaban que el Templo de Jesús Nazareno fuera proclamado como parroquia, pero no fue posible debido a que, en el lugar, la advocación hacia san Pablo Apóstol databa desde 1545.

Actualmente, los templos que dividían a sus feligreses por su estatus económico y social, comparten el mismo atrio y se ofician misas a gente por igual. Además, hasta la fecha ambos edificios religiosos conservan detalles que denotaban las clases sociales.

Templo de Apetatitlán. (Andrés Lobato)

Características del templo

El templo de San Pablo tuvo su origen en una ermita construida en 1589 que era atendida cada año por los frailes franciscanos que vivían en Santa Ana Chiautempan. El auto de erección de esta parroquia se expidió el 4 de febrero de 1767; es de estilo barroco popular y su fachada, orientada hacia el sur, está decorada en colores, blanco y rojo. Está compuesta de dos cuerpos: en el primero destaca el arco de medio punto que enmarca la entrada, y está flanqueada por dos gruesas pilastras con adornos en la parte superior; en el segundo destaca una ventana perteneciente al coro, remata en una balaustrada de argamasa y un baldaquino.

Su torre se divide en dos cuerpos que llevan arcos trilobulados y en lo más alto está un capulín con una linternilla. En la parte posterior muestra una cúpula con linternilla rematando una cruz. Tiene una bóveda de crucero en forma octagonal y a un costado de un muro, está colocada una cruz atrial que señala el año de 1799. 

En su interior, la nave principal tiene tres arcadas que están rematadas por una cornisa perimetral en los costados de las bóvedas. Cuenta con una planta de cruz latina, una cúpula octagonal en el crucero donde destaca al centro una yesería policromada que representa a la Santísima Trinidad, la cual está acompañada por cuatro ángeles y una cornisa de yeso con friso de flores y follaje recorriendo los muros; en los cuales, a cada lado tienen dos nichos decorados con elementos neoclásicos.

En los transeptos lucen altares de origen neoclásico y pinturas barrocas del siglo XVIII, donde se recrean ángeles con símbolos pasionales e imágenes de la Virgen María.

Además, contaba con hermosos lienzos que adornaban sus muros, los cuales, más tarde, fueron retirados para protegerlos del robo de arte sacro. En su altar, se encuentra la imagen de san Pablo Apóstol, así como un órgano tubular. El recinto posee también un retablo mayor de estilo barroco, en tres cuerpos con columnas salomónicas, al centro destaca la figura de san Pablo Apóstol tallada en madera policromada con una espada en la mano que representa al defensor de la iglesia. En el segundo cuerpo se encuentra un óleo con Cristo crucificado y en el último cuerpo, otro óleo que muestra la última cena.

Los antiguos habitantes decidieron edificar en el predio dos templos: una para la “gente de razón” y otra para los indígenas. (Andrés Lobato)

En tanto, el Templo de Padre Jesús Nazareno es de estilo neoclásico. Este se encontró registrado por primera vez en 1679, a mediados del siglo XVIII tenía una cofradía dirigida por españoles y la imagen gozaba de la reputación de ser muy milagrosa.

Fue edificado en diferentes etapas que van del siglo XVII al XIX. Por dentro, está decorada con motivos florales, tiene recubrimientos laminados de oro y en su altar permanece una imagen de Jesús Nazareno cargando una cruz.

También conserva una torre de estilo mudéjar, con un reloj; y, donde estaba el coro, se encuentra un llamativo órgano, que data del año 1830.

Se compone de una fachada lisa y una torre de dos cuerpos. La fachada presenta elementos de estilo neoclásico de reciente manufactura, dividida en dos cuerpos; el primero tiene un arco de medio punto lobulado que funciona como acceso al templo, flanqueado por pilastras; en el segundo cuerpo sobresale una ventana del coro flanqueada por pilastras estilo árabe. La torre es de arte mudéjar a dos cuerpos y cornisa tablereada: en el primero está un reloj y en el segundo una linternilla en pirámide.

En su interior, la planta es de cruz latina y posee dos capillas con retablos neoclásicos. A la derecha de la nave hay dos nichos neoclásicos y una pintura de la Virgen de la Luz.

El transepto presenta un retablo estilo barroco dedicado a San José, con una cúpula de crucero de forma octagonal que danza sobre cuatro arcadas. En el altar mayor luce un retablo churriguero y destaca además un ciprés neoclásico donde se guarda la imagen de Jesucristo cargando la cruz y del lado derecho se encuentra una pintura acerca de la Crucifixión de Cristo.

La cúpula y bóveda están adornadas con temas florales y en las pechinas se mantienen las figuras de los cuatro doctores del templo.

El transepto del lado izquierdo luce un altar estilo neoclásico erigido a la Virgen María y en el muro hay dos nichos de estilo también neoclásico, y una pintura de san Antonio de Padua. Cuenta además con un órgano del siglo XIX situado en el coro, un baptisterio y la casa cural.

En la fachada principal luce un arco de medio punto sostenido sobre pilastras, al lado dos faroles y doble cornisa tablereada, en la parte superior se encuentra un nicho con arco de medio punto y sobre la cornisa que se extiende sobre el resto del edificio una pared semi-oblicua rematando una cruz de piedra.

El primer inmueble fue promovido y costeado por los migrantes españoles. (Andrés Lobato)

Al lado, una torre de dos cuerpos con arcos de medio punto y remate en la parte posterior y una cúpula con linternilla y de remate una cruz de hierro forjada. El templo consta de una sola nave construida de piedra, loseta de piedra, cantera, mampostería, ladrillo, adobe y cubierta de viguería de madera con tejamanil.

En el interior destaca un gran arco de piedra que separa la nave del presbiterio con arquivolta y flores labradas. Ya en el presbiterio, de estructura rectangular, se asciende al altar por medio de tres alones de piedra.

La Parroquia de San Pablo Apóstol está ubicada en la calle Mártires de Tacubaya número 2, esquina con Aldama. Frente a este edificio se localiza el Jardín San Pablo Apetatitlán “también conocido como Parque Central”, sitio en el cual se puede observar un kiosco hexagonal. Es el punto de reunión de los vecinos.

El kiosco, que está construido con piedra de cantera y adornado en su techumbre por un vistoso vitral multicolor, está rodeado de una frondosa arbolada. Para arribar hay seis pasillos, en los que se puede descansar en sus bancas de fierro colado.

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