Juan de Dios, un joven de 23 años fue reportado como desaparecidos el 28 de abril de 2017, ante lo cual, la abogada María Luisa Núñez Barajas decidió dar seguimiento por sus propios medios a la carpeta de investigación.
Núñez Barajas decidió fundar su propio grupo de búsqueda a mediados de 2018, “La Voz de los Desaparecidos en Puebla” que comenzó con dos madres y hoy están en la misma lucha más de cien familias.
“Tengo años buscando a mi hijo y sé que solo por un milagro lo encontraré vivo. Pero tengo fe y hasta por debajo de las piedras lo seguiré buscando”, explicó María Luisa Núñez Barajas.
Durante el foro “Desaparición y Derechos Humanos”, organizado por la Universidad Iberoamericana Puebla, Núñez Barajas destacó que las familias han recorrido un camino largo marcado por la displicencia de las autoridades frente a una problemática de graves violaciones a los derechos humanos.
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Por su parte, Luz María Nieto Granados, quien también forma parte de La Voz de los Desaparecidos, explicó que una persona desaparecida no está viva ni muerta, y hace falta en la familia, ante lo cual, nadie merece vivir tal experiencia.
“Una persona desaparecida no está viva ni está muerta. Es una persona que falta en una familia. Es un abismo nuevo. Por eso creemos que, sin importar lo que haya hecho, ninguna persona merece ser desaparecida”, expresó.
Con corte al 10 de mayo del año en curso, en Puebla se reportan dos mil 725 personas desaparecidas o no localizadas en Puebla; mientras que, a nivel nacional, la cifra asciende a 87 mil 703.
Madres que buscan a sus hijos y encuentran esperanza
Arturo González González, sacerdote jesuita de la Ibero Puebla, explicó que en el reencuentro con la espiritualidad tras una tragedia nace del amor y la convicción de un porvenir más justo, afectuoso y marcado por el acompañamiento comunitario.
“Aunque el Estado mexicano se constituya como laico, la fe y la justicia operan en conjunto para las miles de personas que, día con día, caminan hacia la verdad y la paz. Una cosa no puede entenderse sin la otra, pues ambas han de traducirse en acciones concretas para el bienestar de todo el mundo”, expresó.
Las madres de las personas desaparecidas emulan la misión de Jesús de Nazaret: luchar por la justicia con bases amorosas, manifestó el integrante del Programa Universitario Ignaciano (PUI) de la Universidad Iberoamericana Puebla.
“Cuando ayudamos a levantar a los demás comenzamos a sentir una mayor plenitud en la vida. El que vive una fe al servicio de los demás irremediablemente pasará por la justicia”, expresó.
En su momento, Virginia Garay Cázares, cuyo hijo menor desapareció el 6 de febrero de 2018 en Tepic, Nayarit, resaltó que pudo replicar el acompañamiento que recibió al inicio de su búsqueda con otras compañeras se han incorporado a las labores de la organización “Guerreras en Busca de Nuestros Tesoros”.
“La creación de este colectivo ha sido unirnos una madre más, una familia más…”, agregó.
Por otra parte, en Poza Rica, María Celia Torres Melo fundó el colectivo Familiares en Búsqueda María Herrera a partir del secuestro de su hijo en 2011 y recordó que, en aquella época, tuvo complicaciones para obtener asistencia, tanto por parte de las autoridades como de sus amigos y familiares.
“A una década de su inicio, cerca de 180 familias se han vinculado a través del amor y el cuidado comunitario”, expresó.
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