El baño, el clóset y el cuarto, cualquier rincón de la casa, han sido las veces de cabina para transmisiones de radio y pasar el reporte diario en tiempos de pandemia, evitando que se cuelen los ladridos del perro y el reggaetón que puso el vecino.
Mi área de trabajo, la redacción de MILENIO Monterrey y Multimedios Televisión, se ha trasladado de la colonia Roma, en Monterrey, a un cuarto de color rosa, de 3 por 3 metros, donde habitan seres mágicos, muñecos de peluche y personajes de colores.
La documentación de empresas fantasma que operan en el estado e incluso notas sobre la mafia y sus negocios en Monterrey han quedado sepultadas sobre el escritorio.
Ahora la elaboración de las notas y reportajes provienen desde el mundo de Aisslinn, su territorio, acondicionado como la redacción de MILENIO en casa desde hace tres meses entre una decena de interrupciones.
Y es que hasta la semana pasada, mientras se elaboran las notas, la nueva redacción se transformó en aula; el puberto y la pequeña se convirtieron también en preguntones como el papá para cumplir con sus tareas.
La escenografía ahora está compuesta por una pared de unicornios, figuras de Los Beatles, Barbie, casitas de juego en una recámara equipada como búnker de noticias: computadora, pantalla smart con wifi y una impresora… sin tinta.
El cuarto de mi hija se transforma en todo: es la sala de sesiones virtuales del Cabildo de San Pedro Garza García, es el set vespertino sobre la reactivación económica e incluso en el espacio para darle seguimiento a la rueda de prensa de Salud que encabeza diariamente el secretario Manuel de la O Cavazos.
Es también la sala de juntas para sostener un encuentro virtual entre nuestros directivos y la plantilla de reporteros y editores web e impreso de MILENIO.
Afuera, el trabajo sigue. El recorrido con el fotógrafo Raúl Palacios por algunos comercios en el icónico Centrito Valle, un conglomerado de restaurantes, pubs y antros de lujo, entre un desfile de coches sofisticados y de marca que no se ven en otros lugares del país.
Redacto esta crónica en el momento en que el contagio alcanzó a 10 colegas, entre periodistas y fotógrafos de casi todos los medios de comunicación, y como un homenaje a ellos... esperando el resultado de la prueba del covid-19 desde hace cinco días y sin lograr conciliar el sueño desde hace tres, pero de una u otra forma con las ganas de seguir informando, enfermo o no, si Dios lo permite.
A lo lejos se alcanza a oír una suculenta señal de mi esposa: “¡Ya está la comida!”.