El diputado federal Jorge Luis Preciado (Colima, 1972) recuerda que tenía seis años cuando cruzó por primera vez la frontera como mojado para llegar a Estados Unidos, donde trabajó en el campo; tiempo después, ya con dos hijos, la precariedad en la que vivía otra vez en México lo obligó a brincar nuevamente al país vecino del norte para buscar un mejor futuro para él y para su familia; sin embargo, a la edad de 21, y luego de ser fichado por la armada estadunidense para ir a Irak, finalmente abortó perseguir su sueño americano.
El panista, licenciado en Derecho por la Universidad de Colima, es fanático de los filósofos Friedrich Nietzsche, Platón y Jürgen Habermas; le gusta nadar, bailar banda, los guisos de la cocina mexicana, la cerveza y un buen mezcal, pero con moderación, porque “ya no estamos en edad de echar desmadre”.
¿De niño, qué quería ser cuando fuera grande?
Vengo de una situación de pobreza muy alta. Lo que yo quería era una profesión que pudiera ejercer y que me diera de comer, pensé en Medicina, porque veía que los doctores ganaban bien, así como los contadores y los abogados. Al final estudié Derecho en la Universidad de Colima.
Cuando era niño deseaba ser astronauta y cosas así, me gustaba la física atómica, leía a Albert Einstein, pero la realidad es que a veces, decía John Lennon, la vida es lo que pasa mientras piensas hacer algo diferente.
A los seis años crucé de mojado con mi mamá y mi hermana a Estados Unidos, estuvimos 39 horas en el desierto con un bule de agua, viví allá seis años, trabajé en todo lo que te puedas imaginar en el campo, cortando uva, empacando pasas, melón y jitomate.
¿Regresó a Estados Unidos de indocumentado?
En la universidad se me acabó el dinero y ya tenía dos hijos, me había arrejuntado y tuve que volver, crucé por Nogales en la cajuela de un carro, estuve encerrado 12 horas respirando por un agujero del tamaño de una moneda de a peso, imagínate en el desierto de Arizona a 48 grados.
Dos años después regresé a México, porque me fichó la United States Army, cumplí los 21 años allá y tienes que hacer el servicio, te seleccionan y te ofrecen todo: ciudadanía, dinero, seguro médico; a cambio, tienes que estar tres meses en la base Naval de San Diego y después te mandan un año a Irak, la verdad era muy tentador, pero cuando empiezas a ver la lista de muertos: Rodríguez, López, Pérez, ahí te das cuenta de que los usan de carne de cañón.
¿Qué hace en sus ratos libres?
Trato de correr todos los días por lo menos una hora y nado, me gusta mucho, más por salud que por verme como estoy. Trato de moverme, mi abuela murió de 98 años, siempre me decía: “El día que te dejes de mover, ese día te vas a morir”.
Soy un apasionado del mar, mi sueño sería vivir frente al mar; me gusta ver series, como Game of Thrones y The Walking Dead.
¿Cuál es su comida favorita?
Me gusta mucho la comida casera, la carne a la mexicana. La comida me gusta más por las personas que recuerdo: cuando como carne a la mexicana me acuerdo de mi mamá, cuando como albóndigas recuerdo a mi abuela.
¿Qué le gusta beber?
Trato de beber un fin de semana y cuidarme el resto por salud, sobre todo porque ya no estamos en épocas de echar desmadre, ¿no? Bebo cerveza y un buen mezcal, no soy de gustos tan refinados.
¿Le gusta bailar?
Soy muy malo, bailo banda, pero el problema es que la banda tiene un ritmo que, cuando quieres bailar otra cosa como salsa, bachata o cumbia, pues lo bailas como banda. De niño bailaba break, hip hop, pero creo que lo único que puedo bailar bien y presumir es banda.
¿Qué música escucha?
Toda, lo mismo me gusta Luciano Pavarotti que Valentín Elizalde, tengo extremos. Lo mismo escucho Carmina Burana que Rammstein, Joaquín Sabina que Calibre 50, por ejemplo.
También escucho reguetón, me gusta Bad Bunny, Farruko, Nicky Jam, me gusta el ritmo, mucha gente lo ve mal, pero es como las palabras, yo miento mucho la madre —que se vaya a la chingada, chingue su madre—, pero no es la palabra, es la intención con la que la dices. Entonces si dices que es muy vulgar, pues es como tú lo veas, a mí me gusta escucharlo, no sé perrear.
¿Qué está leyendo?
Sapiens, de animales a dioses, de Yuval Noah Harari, lo voy a empezar, es la historia de la humanidad contada desde una perspectiva distinta. Por supuesto, casi obligado, leo la Constitución, a veces agarro temporadas; cuando estaba el auge de los conflictos del narcotráfico leí La Reina del Sur, El Cartel de los Sapos, El Chapo en el Espejo; luego agarro a Dan Brown con El Código Da Vinci, Ángeles y Demonios, no discrimino.
Yo sí leí Aura, no es cierto que los panistas dicen que no se lea. El Quijote es maravilloso, me gusta mucho la lectura, a veces me gustaría tener más tiempo.
¿Es fácil ser oposición en este sexenio?
Con Peña podías sentarte a conversar, a dialogar, a buscar una agenda común. En este sexenio no se puede ni platicar, no están acostumbrados al diálogo. La forma en la que lo están haciendo, creo, es una forma bastante atropellada y mal hecha.