María Fernanda Rivera Flores (Ciudad de México, 1988) se describe como una apasionada de la bicicleta, es vegetariana, pésima para recordar los títulos de las películas y uno de sus sueños es conocer los 171 museos que hay en Ciudad de México.
A la directora general de Seguridad Vial y Sistemas de Movilidad Urbana Sustentable de CdMx también le gustan las crónicas sobre la ciudad y todo lo que tenga que ver con novelas históricas, entre otras cosas.
¿Cómo te describes?
Soy una persona muy apasionada, entusiasta y tenaz, a quien le encanta lo que hace.
Por tu experiencia en movilidad y en el programa Ecobici, ¿te consideras una amante de las bicicletas?
Totalmente, de hecho la bicicleta me cambió la vida. Me dio una libertad asombrosa que no conocía, porque comencé a conocer la ciudad de una forma distinta. Las distancias cambian, tu tiempo, tu seguridad, la forma en que te desplazas es completamente distinta. Desde ese momento me di cuenta de que la bicicleta era una pasión que no conocía y logré juntar la vocación con mi pasión.
¿A qué edad aprendiste a andar en bici?
Empecé como todos, a los cinco o seis años, pero la retomé hasta 2011. Vi que estaba el Programa Ecobici, un día fui a la Condesa y me inscribí.
¿Tienes un lugar favorito para rodar?
Son dos, Los Dinamos me gustan por la subida, y la Loma, en Xochimilco, porque tiene una vista muy bonita hacia el sur de la ciudad.
¿Tienes otro pasatiempo?
No, la verdad la bicicleta se volvió mi pasión más grande, así que desayuno, como y ceno bici. Los fines de semana, aunque no quiera, termino haciendo cosas con ella.
¿Tienes algún sueño pendiente?
Sí, conocer los 171 museos que tiene la ciudad, llevo como 37, un montón, pero me faltan muchos por descubrir.
¿Te gusta el cine?
Sí, pero soy muy mala para recordar los títulos de las películas. Tengo excelente memoria para muchas cosas, pero para eso no.
¿Qué te gusta leer?
Las crónicas de la ciudad y todo lo que tenga que ver con novelas históricas.
¿Algún libro en particular?
Sí, hay un libro que es mi favorito, Los paseos de Ciudad de México, de Salvador Novo, que es una crónica de lo bonita que solían ser la Alameda, Paseo de la Reforma, el Bosque de Chapultepec, La Viga y Bucareli, que eran calles con miles de árboles y ahora eso ya desapareció.
¿Qué estás leyendo?
Cómo leer en bicicleta, de Gabriel Zaid, son pequeños cuentos.
¿Qué comida te gusta?
Como de todo, excepto carne. Soy vegetariana, pero la comida árabe me encanta.
¿Qué lugares recomiendas sobre comida árabe?
Bueno, a bordo de la bici descubrí tres restaurantes árabes en el Centro Histórico. Uno es Al Andalus, que es muy conocido; hay otros dos que se llaman El Ehden y Helu's.
También soy mucho de comida mexicana, me gusta cualquier cosa y es más fácil encontrar restaurantes que no incluyen carne de lo que parece.
Con tanto trabajo, ¿cómo te va en el amor?
Muy bien, tengo una relación a distancia que es bastante interesante y divertida. Compaginamos, tenemos los mismos gustos y ya llevamos tres años de una buena relación.
¿A quién admiras?
Más que a una persona o personaje, mi admiración va más hacia la ciudad. Siento que la historia de nuestra ciudad es algo que nos debe de sorprender todo el tiempo. El motivo por el que estamos aquí para hacer un mejor futuro para nuestra ciudad y nuestro país.
¿Qué es lo que más te gusta de la ciudad?
Que es una ciudad resiliente, que ha logrado salir adelante, que tiene una población inmensamente cooperativa. Tiene una estética que muchas quisieran y una historia impresionante, milenaria.
¿Te hubieras dedicado a otra cosa?
Antes, cuando estaba estudiando política y administración pública en el Colegio de México, me dedicaba a temas de evaluación de política social; me gustaba mucho el tema de cómo mejorar las condiciones socioeconómicas de este país. Tenemos una gran desigualdad y ese era un tema que me encantaba, cómo aminorarla en diferentes regiones.
Y si no, me hubiera encantado ser historiadora, haber estudiado algo sobre México.
¿Qué es lo mejor de tu trabajo?
Me encanta trabajar por la ciudad, es algo que no puedo negar. Es una vocación, el servicio público es gratificante porque tienes la capacidad de hacer algo que se ve reflejado en lo cotidiano. Para mí, el servicio público es algo que seguiré haciendo porque vale la pena tener a gente joven trabajando en temas que les apasiona y creo que cuando convergen acciones y pasiones, tienes increíbles resultados.