Vestidas con hábitos de monja, un grupo de mujeres se reúnen a las afueras de un pueblo en el área metropolitana cada luna llena para dar vueltas alrededor de un fuego crepitante, se limpian con salvia quemada y dan gracias por la luna, los animales y las plantas.
Luego, inhalan profundamente un cigarro de mariguana y lanzan nubes de humo a las llamas.
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Se trata de Sisters of the Valley, mujeres que a pesar de su vestimenta no son católicas ni de ninguna otra religión, sino de un grupo internacional fundado en 2014 que se ha comprometido a difundir el evangelio de los poderes curativos del cannabis.
En México, donde aún se viven la violencia de una guerra contra las drogas y el catolicismo está arraigado en la sociedad, la imagen de una monja fumando marihuana es más un acto de rebelión, afirmarn las mujeres.
Aunque en Estados Unidos, donde alrededor de dos docenas de estados han legalizado la marihuana recreativa, el grupo también lanzó una pequeña empresa exitosa, vendiendo en línea tinturas, aceites y ungüentos de CBD, que recaudaron más de 500 mil dólares el año pasado.
Las hermanas publican con frecuencia en las redes sociales, principalmente Instagram, donde se las puede ver cuidando cultivos de cannabis, impartiendo talleres y asistiendo a eventos relacionados con él.
Sus ventas de productos son una fracción de las de sus pares estadunidenses: alrededor de 10 mil dólares al año.
Si bien son prominentes en línea, las mujeres (cinco en total) son cautelosas a la hora de revelar demasiado sobre la ubicación de sus operaciones. Realizan negocios desde una tienda falsa de concreto de dos pisos con una habitación terminada.
Debido a que el cannabis se encuentra en una zona legal gris en México y gran parte de su producción todavía está vinculada a organizaciones criminales, les preocupa que la policía o los criminales locales puedan llegar para amenazarlas o extorsionarlas.
aag