“Nadie preguntó a los maestros si estaban listos”

Contextos diferentes. Durante el encierro por el covid-19, las instituciones de educación se toparon con diferencias en los perfiles de sus profesores y sus estudiantes.

Se optó por dar clases por televisión de una hora por materia y trabajar el resto a través de tareas. Jorge López
Monterrey /

Dieron respuesta con lo que tuvieron a la mano, dice Lizette González Martínez, experta en innovación educativa: “Durante el encierro por el covid-19, en las instituciones de educación quedaron más claras las diferencias de contextos y las diferencias en los perfiles de sus profesores y sus estudiantes”.

González, con más de 15 años de experiencia en Educación Media, Superior y Posgrado, comenta que, quizás, para algunas universidades fue más sencillo responder porque ya contaban con infraestructura y con un perfil de profesores más cercano al que deberían tener en cuanto al uso de tecnología.

Pero en general, sostiene, “no se tomó en cuenta que aunque los profesores universitarios tengan un grado mínimo de maestría y el manejo básico de herramientas tecnológicas, es necesaria una ‘alfabetización digital’: aprender a buscar información, aprender a aprender a través de internet, a comunicarse, a colaborar en el aula y a participar en la vida pública a través de internet”.

Miriam Colín, psicóloga clínica especialista en problemas de aprendizaje, menciona que los maestros de instituciones públicas o privadas en los diferentes grados escolares no cuentan con plataformas digitales que se sostengan como instrumentos laborales plenos, ya que “no es lo mismo tener un equipo de apoyo, como puede ser un teléfono, que computadoras actualizadas y plataformas desarrolladas para fines educativos”.

Explica: “En muchas escuelas primarias y secundarias, la tecnología llegó a cartelones pegados en la reja, a tareas en grupos de WhatsApp o a fotografías puestas en Facebook. En otras partes, el trabajo escolar se disminuyó a casi nada, porque hay sectores poblacionales que no tienen ni para el saldo del celular. O utilizaron el WhatsApp, que era lo más económico, e hicieron grupos para encargar tareas, y con eso se dieron por concluidos el ciclo escolar de junio y la función escolar”.

 Lizette González añade que se tomaron decisiones de emergencia como conectarse a través de plataformas genéricas. Éstas “se utilizaron para dar continuidad a los procesos de enseñanza y aprendizaje, con la enorme dificultad de no poder dar respuesta a las particularidades de los programas educativos”.

Para ella, en la educación media superior y superior no hubo tiempo para hacer una planeación, “ya que es un proceso que lleva tiempo y que debe incluir el diseño, desarrollo de los medios y recursos de apoyo. Se utilizaron de manera masiva plataformas como Teams, Zoom o Classroom, con una capacitación básica, y el resultado fue una práctica educativa apoyada mayormente en el discurso del maestro”.

En su práctica profesional, Miriam Colín se encontró con errores graves en la respuesta al confinamiento por covid-19, particularmente en la educación básica. “En un intento de evitar las dificultades y continuar el ciclo escolar, se optó por dar clases por televisión de una hora por materia y trabajar el resto a través de tareas. Se tendrán que cubrir los contenidos educativos faltantes para que no se afecte el rendimiento académico futuro”. 

Maestros y equipos

Aunque se suele dar como algo obvio, lo más importante es el eslabón del profesor. En esta circunstancia necesitaba una formación y un  acompañamiento que no tuvo, insiste Lizette González: “La preocupación mayor se centró en los estudiantes, y es correcto, pero nadie se detuvo a preguntarle al maestro: ¿Te sientes capacitado?, ¿qué conexión de internet tienes en tu casa?, ¿con qué equipo de cómputo cuentas? Y emocionalmente, ¿quién iba a estar del otro lado para apoyarle? Nadie”.

El profesor es especialista en contenidos de determinadas áreas del conocimiento, puntualiza; sin embargo, para “la educación en línea debe haber un equipo conformado por un diseñador gráfico, un pedagogo y un diseñador instruccional, por ejemplo. Hay que considerar esto en capacitaciones inmediatas, para que el siguiente ciclo escolar se desarrolle de manera más adecuada a las necesidades actuales”.

La psicóloga Miriam Colín observó a familias de dos o tres integrantes en diferentes niveles escolares y con carencia de equipos para que atendieran las actividades que se indicaban para cada uno. También vio casos donde esos equipos no tenían las especificaciones técnicas necesarias. Y casos extremos donde no había ni siquiera acceso a internet. “Antes del encierro, los estudiantes se apoyaban con los recursos de las propias instituciones educativas, porque ahí se cuenta con computadoras y recursos específicos para cada especialidad”. Y para los chicos ni siquiera existía la opción de acudir a cibercafés o lugares con conexión a internet, por las restricciones señaladas desde la Secretaría de Salud.

Diálogo en línea

Axel Ruiz es un egresado reciente en el área de Ingeniería Mecánica y ahora es profesor de matemáticas. Dice que hay alumnos que se han sentido cómodos y conformes estudiando en un sistema no presencial. Él mismo llevó clases en línea al final de su carrera y apreciaba sus ventajas: “Ya sabías los trabajos que tenías que hacer, cuándo y cómo, de tal manera que no era necesario prácticamente interactuar con el profesor ; esto es autoeducación y en algunas materias es más fácil”. Y considera que es perfectamente posible el diálogo entre maestro y alumno en línea.

Por su parte, Lizette González comenta que en la universidad sería pertinente plantear que las materias que consten principalmente de diálogo sean las primeras que se lleven a cabo en línea: “El diálogo y el debate son factibles a distancia, con el apoyo de diversas herramientas y entrenamiento docente”.

Para Miriam Colín, la mayéutica digital, interacción intensiva entre maestro, alumno y contenido, enfrentará la dificultad del fortalecimiento del vínculo entre maestro y alumno enlazados por conocimientos especializados en una comunicación a distancia. “Qué importante va a ser manejar ese justo medio desde el punto de vista psicoemocional para formar estas generaciones de profesionales en la esfera digital con una buena calidad de este vínculo”, advierte. 

Virtualidad en nivel superior

 Continuar o no los procesos educativos de manera virtual es una decisión que debe tomarse poniendo en el centro a las personas, su edad y su acceso a los recursos tecnológicos, puntualiza Lizette González: “En los niveles básicos es sensato mantener la educación presencial, pues los alumnos están formando su identidad como estudiantes y no tienen la madurez cognitiva para ser autodidactas”.

Sin embargo, la especialista en innovación educativa añade que “una modalidad mixta o totalmente virtual sí es factible en niveles superiores”.

La pandemia hizo aún más complejo el desafío de mantener y aumentar la cobertura en las universidades. En diferentes partes se observa una disminución de inscripciones. Pero Axel Ruiz, como otros jóvenes, busca continuar sus estudios en otoño, ahora en un posgrado. Menciona que aplicar en este momento en la modalidad virtual le abre un abanico de posibilidades a nivel global y dice: “Para mí es una oportunidad, y espero lograrlo”.


Reto digital

Con la contingencia sanitaria provocada por el covid-19, la Universidad Autónoma de Nuevo León y el Tec de Monterrey implementaron una estrategia de educación digital para continuar con sus programas de estudios, durante los meses de marzo, abril y mayo.

UANL

7,000 profesores

65,000 aulas virtuales

200,000  estudiantes

TEC

9,416 profesores

55,000 sesiones semanales

90,000 estudiantes


  • Luis Petersen Farah

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