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Desromantizando el Home Office: trabajar desde casa no es lo que todos piensan

La pandemia del Covid-19 marcó un parteaguas en la popularidad del trabajo remoto, pero también evidenció sus desperfectos

Alejandra Sigala
Ciudad de México /

El anhelo de trabajar desde la comodidad de casa, con la pijama puesta, el refri y la mascota a un lado tiene un ‘costo’ que no todos están dispuestos a pagar.

En México, ninguna generación se libró del home office durante el Covid-19: desde el trabajador más acostumbrado a la rutina de oficina, hasta la recién egresada que cursó su último semestre de universidad en Zoom.

Pero dentro de ese común denominador hay una variedad de percepciones en torno al trabajo remoto y a cinco años de la pandemia se mantiene viva la pregunta: ¿Qué tan bueno o malo puede llegar a ser el home office?

Hace cinco años la OMS declaró al covid-19 como una pandemia | Jesús Quintanar
Hace cinco años la OMS declaró al covid-19 como una pandemia | Jesús Quintanar

La transformación del home office


El trabajo a distancia era una realidad poco conocida en México hasta que la pandemia del Covid-19 lo catapultó como una alternativa para disminuir las interacciones físicas y, con ello, el número de contagios. Sin embargo, para algunos esta modalidad de trabajo no fue tan nueva.

Fernando Castañeda, por ejemplo, comenzó a trabajar en home office desde 2017 para una firma de servicios de tecnología especializada; en una época donde no existía regulación para el teletrabajo como lo es hoy la Norma Oficial Mexicana (NOM) 037 la cual, entre otras cosas, garantiza el derecho a la desconexión.

“Al principio sí me conectaba desde antes de las ocho (de la mañana) y dejaba de trabajar como hasta las ocho de la noche”, contó a MILENIO.
Fernando Castañeda fue testigo de cómo el home office evolucionó tras la pandemia del Covid-19 | Cortesía

El asesor de Sistemas de Planeación ha sido testigo de la transformación que fue teniendo el home office tras convertirse en la modalidad por excelencia de la época de pandemia.

Desde su experiencia “antes era más estricto en el sentido que los jefes querían tener el control de que estuvieras disponible al 100% en el horario. Con la pandemia (...) se cambió radicalmente a un trabajo por objetivos”.

Además, dice, la entrada en vigor de la NOM 37 garantizó dentro de su trabajo el respeto por los horarios laborales, la adquisición de sillas ergonómicas y la apertura de una línea de ayuda para recibir apoyo psicológico.

Hoy en día Fernando tiene una rutina con horarios establecidos para arreglarse, desayunar, comer y desconectarse, pero reconoce que quienes trabajan en casa son más propensos a extender sus jornadas e incluso perder sus habilidades de socialización— especialmente en el caso de los jóvenes—.

“En mi caso que inicié a los 50 años y casado no afecta tanto, ya que la vida social de los casados está fuera del círculo de la oficina”.

¿Cuáles son las desventajas del home office?

El 28 de febrero del 2020 la Secretaría de Salud confirmó el primer caso importado de Covid-19 en México en un hombre de 35 años que había viajado a Italia. A los pocos días, y con el acelerado incremento de contagios, México comenzó su transición al distanciamiento social.

El ‘encierro’ entre cuatro paredes, la incertidumbre de la propia pandemia, el trabajo aislado y la conjunción de los conflictos laborales con los familiares intensificaron el estrés laboral y otros trastornos de la salud mental como alteraciones del sueño, ansiedad, angustia y depresión.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) estimó que 7.7 millones de personas trabajaron desde casa en abril del 2020, de los cuales el 86% también participó en las labores domésticas y 30% en el cuidado de las personas. 

Ivonne Ortega entró dentro ese porcentaje. Apenas la pandemia llegó a México, ella fue ‘enviada a casa’ para prevenir los contagios en su área de trabajo: “Mi jefe fue de los primeros en enfermarse (por el Covid-19)”, contó a MILENIO. Y así, su vida dio un giro de 360 grados.

México comenzó el aislamiento social poco después de detectarse el primer caso de coronavirus | Cuartoscuro

"Un poco de todo", resumió Ivonne al ser cuestionada por sus labores en el área de Comunicación de una organizadora de torneos de videojuegos, tareas que realiza desde un escritorio de color blanco en su hogar en Atizapán de Zaragoza, Estado de México.

La cuarentena orilló a Ivonne, y a su esposo, a la difícil tarea de conjuntar el trabajo con la crianza de su hija de entonces dos años.

"Era complicado. La nena estaba en clases en línea y pidiendo atención. (...) Meses adelante nos dimos cuenta de que no íbamos a funcionar y una persona nos ayudó con la nena", contó.

Aunado a ello, sus horarios laborales se desdibujaron pues las reuniones eran "súper tarde", todo el día debía tener disponibilidad de atender llamadas o resolver pendientes y los fines de semana ya no eran para descansar. Y aunque las jornadas volvieron a respetarse, tuvo que retomar aquella dinámica tras un recorte de personal en su empresa: "Volvimos al inicio".

Ivonne ha trabajado por cinco años en home office y afirma que sí ha afectado sus habilidades de socialización | Cortesía

Actualmente en su área de trabajo hay dos computadoras, una laptop y otra más de escritorio. También cuenta con un bote para guardar lápices, plumones y unas tijeras, así como unos audífonos de 'casco' y un soporte para poder elevar su laptop.

Ya no gasta dinero ni tiempo para trasladarse hasta la ciudad y puede estar más tiempo con su hija cuando vuelve de la escuela. Sin embargo, admitió que su vida social ha disminuido tras varios años de aislamiento.

"Tengo cinco años metida aquí. Se me complica mucho porque requiero salir y no puedo (…) Tiene bastante tiempo que no veo a mis amigas".

Los casos de Fernando e Ivonne coinciden con el estudio de la empresa Kelly Tendencias del Entorno Laboral en México, 2024”, el cual identificó que los mayores desafíos del trabajo remoto son la pérdida de relaciones y el respeto de la jornada laboral.

Aún con eso, Fernando no cambiaría el home office. Contrario a Ivonne que le agrada la idea de volver a la oficina, pero bajo un esquema híbrido el preferido del 60.83% de las y los encuestados en el reporte Kelly—.

Pese a las complicaciones que desató el Covid-19, el 91% de la fuerza laboral encuestada en 2021 por KPMG afirmó que continuaría en home office después de la pandemia. No así las empresas, pues apostaban por recuperar los espacios de trabajo durante los años consecutivos— incluso, en 2024, 87% de las y los CEO estaban dispuestos a recompensar a quienes hicieran el esfuerzo de asistir a la oficina—.

Según el psicólogo, Emiliano Villavicencio, este debate deriva del cómo el trabajo remoto pasó de ser un tema de seguridad sanitaria a un balance entre el trabajo y la vida personal. Empero, destacó, aquellos beneficios eran más bien a corto plazo.

"Esta percepción aparente de un equilibrio sí puede ser, pero a la larga se revierte negativamente", dijo a MILENIO y puntualizó que también se trata de un aspecto generacional.

¿Home office o trabajo presencial?, un debate generacional

Daniela, de 26 años, no ha conocido otra forma de trabajar que no sea desde casa. Así cursó su último semestre de la licenciatura de Comunicación y con esa modalidad entró a trabajar de community manager— con muy contadas reuniones presenciales—. Por ende no ha atravesado un proceso de adaptación al trabajo remoto como el de Fernando e Ivonne.

"Tiene muchas ventajas. Me gusta mucho. Tienes flexibilidad de acomodar tus horarios y adaptarlos a las necesidades. Es mucho más cómodo", cuenta a MILENIO.
Para el 2024, Kelly identificó que sólo 23.19% de las personas trabajan al 100% en home office y 50.42% están bajo el esquema tradicional. Pero la búsqueda por un empleo parcial o totalmente remoto aún persiste. 

Por ejemplo, un sondeo de OCC México arrojó que el 51% de los interesados en trabajos híbridos creen que les permite equilibrar su vida personal y laboral, mientras otro 30% de interesados en el home office están convencidos de que así son más eficientes y productivos.

Villavicencio expone que esto también es consecuencia de que las generaciones actuales son selectivas con la presencialidad: "Están poniendo el énfasis en otro lugar. (…) La consideran importante, pero sólo para atender asuntos necesariamente obligatorios o que la requieran".
Daniela se reúne con sus compañeros cada tres o cuatro meses para concretar tareas y objetivos, y el resto del tiempo trabaja desde casa | Cortesía

Y aunque Daniela es del porcentaje que considera al home office como un equivalente de productividad, también reconoce que "hasta cierto punto" resta habilidades sociales y hay menos interacción con las y los compañeros. Por ello, tampoco se mostró renuente a adoptar un modelo híbrido.

"Me gusta que de repente nos veamos (…) es diferente, se vuelve una comunicación más humana y se puede interactuar mejor".

Al final, la ‘no romantización’ del home office pone sobre la mesa el otro lado de un esquema que fácilmente puede convertirse en dañino. De ahí la importancia del trabajo coordinado empresa-trabajador para establecer y respetar los límites, acuerdos y derechos.

ASG

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