El atardecer trae consigo aire helado que recorre las calles y juguetea con las ramas de los árboles en el parque municipal, el del centro junto a la iglesia.
La temperatura de este moribundo invierno sigue la tradición y desciende de a poco y allá, en los habitáculos de la cabecera municipal, las personas empiezan a preparar café con canela y atoles y chocolatito; un sinfín de variedades más de bebidas calientes surgen en cafeterías y otros negocios cuyas cortinas se levantan para dar la bienvenida a una clientela ávida. Otras solo abren sus puertas porque este Pueblo Mágico, el primero en el país, siempre recibe a sus visitantes como se merecen.
Por supuesto, el antojo de una bebida caliente llega acompañado de un deseo ineludible por pan tradicional y afortunadamente no hay que buscar mucho porque ahí, a un costado de los voladores de Papantla, está el puesto de “Pan Casero Lupita” y, no me crea, pero está delicioso.
Gusto por innovar
Guadalupe Ramírez tiene 28 años y hace pan artesanal. Dice que su especialidad es el cubilete de queso, aunque también prepara de queso solo, queso con zarzamora y vende bolsitas combinadas de todos ellos.
“Nuestro pan se elabora con productos de la región, el queso es fresco, las mermeladas son de aquí y tratamos de que todo sea fresquecito y de la mejor calidad. También de igual forma hacemos lo que es el pan tradicional de Huasca que es el pan de pulque, cocolitos rellenos de cajeta, cocoles sin relleno, conchas…”.
Lupita sonríe mientras platica y con toda disposición invita a los visitantes a probar su producto, les dice que es pan artesanal, de pueblo, que se hace todo de forma manual sin ocupar maquinaria industrial y con mucho cariño, con mucho amor.
“Es un negocio que empecé hace 10 años porque soy mamá soltera y siempre me gustó emprender, me gustó innovar, me gusta mucho el comercio y pues mi mamá me inculcó desde muy chica a hacer gran variedad de postres con la receta de mi abuela, por eso incluso elaboramos galleta de avena que es uno de los primeros panes que yo hice con la receta de mi abuela, todo con mucho amor, mucho cariño y la experiencia de años”.
Recuerda que inició este negocio porque tiene una niña pequeña y así ha tenido oportunidad de cuidarla: “tengo 4 años y medio con mi puesto aquí en el centro de Huasca, pero antes rancheaba. Me daba la oportunidad en las mañanas de poder elaborar mi pan desde muy temprano, ya que por ejemplo con las conchas es un proceso muy largo por la fermentación, entonces podía empezar a las 4 o 5 de la mañana con base en la necesidad de mis tiempos y me bajaba siempre a vender a las 11 del día u 11:30 y le echaba muchas ganitas para que a las 12 o 12:30 pudiera regresar a casa a cuidar a mi hija, mantenerla y salir adelante con mi propio trabajo”.
Aprendizajes
Lupita dice que ha sido una década de esfuerzos.
“Hace unos días platicábamos con mi mamá porque acabo de modificar mi puesto, pero empecé a vender en un huacalito de madera, luego me permitieron vender afuera del estacionamiento y ponía en una mesita mis cubiletes, galletitas y demás; luego se dio la oportunidad de tener un negocio fijo, un trabajo más estable y aquí pues ahora debí hacer más variedad porque así lo requiere la atención al turista”.
En un día normal se levanta temprano, alrededor de las 4 o 5 de la mañana, por el proceso de fermentación de la masa “que lleva algo de tiempo y todo pan tiene su chiste”. A las 8 de la mañana llega una persona que le ayuda y, para entonces la masa ya ha fermentado para poder empezar a bolear y hacer figura. Luego viene el proceso de horneado, alrededor de las 2 o 2:30 de la tarde y a esperar a que el pan enfríe para embolsar, alrededor de las 4 o 4:30 de la tarde.
Lupita habla de las preferencias por sus productos: las personas adultas siempre buscan un pan tradicional, como un cocol o un pan de pulque, mientras que un niño busca galletas y los jóvenes prefieren el cubilete de queso: “es lo que más vendo, aunque también hay pan de elote, conchas, donas y en suma lo que el cliente pide, para poder ofrecer una gran variedad”.
Además del pan que trae ya listo desde casa, en el puesto hace donas, ahí las fríe y calientitas son despachadas al cliente.
Además, dice que el turista nacional se va más por el cocol, los puerquitos y el pan de pulque “porque la gente que viene aquí busca algo más rico y típico, como el cubilete de queso, que se vende muchísimo porque es muy rico”.
Su pan hay llegado a Estados Unidos, en especial el pan seco porque es el que más aguanta, aunque a Huasca llegan turistas de diferentes lados; de hecho, ha atendido a personas de Japón, de Corea del Sur, de Alemania, de Colombia y Venezuela.
En redes sociales se le puede encontrar como Pan Casero Lupita y su teléfono para atender pedidos es el 771 11 46 54.