Resistencia antimicrobiana se convierte en la pandemia silenciosa; alerta a sistemas de salud

Se perfila por convertirse en una de las primeras causas de muerte a nivel mundial.

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Blanca Valadez
México /

La toma innecesaria de antibióticos ya sea por automedicación o por una prescripción médica inadecuada, como sucedió durante la pandemia por covid-19, encendió la alerta de los sistemas de salud, ya que la resistencia antimicrobiana generada se está convirtiendo en la próxima “pandemia silencia” como lo advirtió la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Actualmente una simple infección estomacal, un resfriado común o afección urinaria resultan imposibles de controlar con medicamentos convencionales.

Propiciando cuadros graves de la enfermedad que llevan a internamientos e incluso a la muerte, advirtió el epidemiólogo Carlos Almazán, quien abrió un hospital de alta especialidad conocido como Christus Muguerza, en Monterrey, Nuevo León.

“Hasta 50 por ciento de los antibióticos están mal recetados, eso de entrada ya es un problema. Sucedió con covid-19. Se dio antibióticos a pacientes con problemas virales y, obviamente, sus propio organismo ya no responde a ningún antibiótico porque se volvió resistente".


“Es muy común, además, que muchas personas les resulta muy fácil tomarse los antibióticos, 2 o 3 pastillas, de un tratamiento anterior que le quedaron. Esa simple acción tendrá severas repercusiones porque un paciente con infección urinaria, que aparentemente pudieran ser normal, o habitual, se enfrentará a que la infección no cederá".
“Y, en algunas ocasiones, la problemática es que, no nada más la infección se queda en las vías urinarias bajas, sino que como todo está conectado, va ascendiendo hacia el riñón. Son pacientes que llegan ya al hospital muy graves con infecciones del riñón, con pielonefritis que puede causar algo que se llama sepsis y que son, esencialmente, infecciones muy severas que ponen en riesgo la vida de las personas”.

Por ello, la OMS denominó a la resistencia bacteriana como la “pandemia silenciosa” que, en los próximos años y hasta 2050, causará 10 millones de muertes a nivel mundial, superando en prevalencia los decesos por enfermedades crónicas como las cardio y cerebrovaculares, por diabetes y cáncer.

El problema no se queda en el paciente, añadió el especialista Carlos Almazán, ya que en caso de a urgencias y de ocupar una cama de hospital, pondrá en peligro a otros enfermos recién operados o con un sistema inmunológico debilitado. 

“La bomba de antibióticos propició que matara a las llamadas bacterias buenas y las bacterias malas se hicieron más resistentes, sobrevivieron, proliferan aún más. Entonces, cuando este paciente, llega al hospital, va a tener una carga de bacterias más alta y será potencialmente más sencillo que contagie a otros pacientes".
“Imagínate que el paciente colocado a un costado, tuvo un infarto o cursa con cáncer y, por lo tanto, tienen el sistema inmune muy debilitado. Serán presa fácil de ser contagiados con esas bacteria multi-resistentes y, si mayor razón, cursaran ademas con infección muy grave y potencialmente mortal. Esto es muy común en el área de urgencias".
"El personal médico, por atender en la brevedad posible no se lavan las manos, saltan de un paciente a otro, y es así como sucede el contagio de un paciente colonizado de bacterias hacia otro que acudió por razones diferentes”.


En epidemiología, recordó, hay algo que “llamamos muertes atribuibles a la resistencia”, que son las personas que fallecen, finalmente, por una bacteria, un hongo que no pudo ser tratado, por ello se le llama pandemia silenciosa, porque sucede, no se está haciendo nada, y se perfila por convertirse en una de las primeras causas de muerte a nivel mundial. Son problemas de salud que, además, causan crisis económicas muy fuertes en el mundo.

Por ello, resulta esencial la apertura del centro de excelencia en gestión antimicrobiana, único en México y cuarto en Latinoamérica. Su labor consiste en hacer estudios que contribuyan a detectar el tipo de bacterias resistentes y las opciones de tratamiento, de manejo.

Con ello, comentó Almazán, reducirá la mortalidad y gastos generados por la resistencia microbiana.

“Gracias a la tecnología podemos identificar en unas 3 horas antes, el tipo de bacterias resistentes, las dosis o los protocolos a seguir, la necesidad de aislamiento".
“Para un paciente que está muriendo por una infección severa cada hora que pasa, mata o incrementa la mortalidad en 7.6 por ciento. Entonces, 18 horas después, el paciente ya tiene muy mal pronóstico, y un estudio de 3 horas puede reducir ese pronóstico adversos de manera muy importante”, agregó.


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