La crisis emocional que está dejando la pandemia de la covid-19 en ciudades como Puebla es peor si se compara con la que se pudo imaginar en la ficción. En la actualidad, las personas sufren confrontaciones por preguntas esenciales como ¿para qué se vive?, ¿cómo darle la importancia debida a cada cosa?
En el punto anterior coincidieron las investigadoras del Área de la Salud de la Universidad Iberoamericana Puebla, Nora Hemi Campos Rivera y Guadalupe Chávez Ortiz, para quienes es fundamental el sentido de vida porque se convierte en una fuente de empoderamiento para una persona con respecto a sus decisiones y caminos de vida, lo que conduce al reconocimiento del ser mismo.
Guadalupe Chávez Ortiz, directora del Departamento de Ciencias de la Salud de la Ibero Puebla, explicó que la duración del confinamiento, el miedo al contagio y al contacto físico, el distanciamiento social y falta de acceso a servicios de salud son algunos factores que potenciaron las emociones negativas; mientras que en el hogar, producto del confinamiento, se presentó invasión del espacio privado, aumento de quehaceres domésticos, convivencia permanente y estrés laboral.
Las emociones suponen procesos mediante los cuales el organismo de las personas reacciona ante situaciones que rompen con la estabilidad, añadió la especialista.
El impacto emocional puede ayudar a ser resilientes; mientras que la interacción social a partir del acompañamiento y cuidado colectivo, así como el trabajo individual en el aspecto físico y mental, son acciones que pueden contribuir a la reconstrucción del ser integral.
"Pese a sus altos costos en todos los aspectos de la vida, la pandemia no ha erosionado en su totalidad los momentos de gratitud, esperanza, amor, entusiasmo y alegría. No obstante, ha incrementado el impacto emocional relacionado con la experimentación de situaciones difíciles, inciertas o dolorosas que detonan múltiples pensamientos y sensaciones. La función principal de estas vivencias es la conducción a la adaptación y la supervivencia", apuntó.
Por su parte, Nora Hemi Campos Rivera, investigadora de la Ibero Puebla, recordó que durante la guerra, los judíos concentrados se valieron de los recuerdos, las creencias y las pequeñas vivencias para contener las crisis de salud mental durante su encierro, situación que se puede comparar con lo que se presenta en la actualidad.
“En esta pandemia, lo que nos mantiene medianamente estables son este tipo de vivencias, los pequeños detalles. La añoranza por la vida en el espacio público es uno de los grandes catalizadores de la gratitud por la familia y la posibilidad de teletrabajar", comentó.
La investigadora de la institución que forma parte del Sistema Universitario Jesuita señaló que la vida tiene sentido independientemente de cómo sea la situación, pues el ser humano es dueño de una voluntad de sentido; es libre dentro de sus obvias limitaciones.
Campos Rivera llamó a reflexionar sobre los aprendizajes que pueden recuperarse de las situaciones de desorientación y resaltó la importancia de los valores existenciales como una propuesta para revitalizar el sentido de vida.
“Trabajemos en nuestra actitud, busquemos tener esperanza, conozcamos nuestro por qué. Sigamos buscando más y llenemos nuestro día con actos de bondad”, resaltó la especialista.
mpl