México ha experimentado al menos dos eventos climáticos extremos que dejaron a su paso ramas de árboles enfundadas en blanco, autos laminados por el hielo y temperaturas bajo cero en diversos puntos de su territorio.
Estos eventos ocurrieron en enero de 1967 y durante el invierno de 1997-1998, periodos en los que distintos puntos del país en donde usualmente no nieva, quedaron cubiertos por un manto blanco. Pese a que en ambos casos se presentaron similitudes, la receta para la ‘nevada perfecta’ de cada uno no fue la misma ¿Qué fue exactamente lo que las propició?
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La Gran Nevada de 1967
En enero de 1967, México vivió una de las nevadas más grandes registradas en su historia la cual cubrió la mitad del territorio, eso incluyó zonas bajas de la Ciudad de México, región en la que no suele caer nieve debido a las condiciones geográficas.
Todo comenzó el 9 de enero con nevadas en distintos puntos del norte del país. En aquel entonces el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) advirtió que un frente frío y una gran masa de aire polar- ártico estaba ocasionando que bajaran las temperaturas en estados como Durango, Chihuahua, Zacatecas, Coahuila, Nuevo León.
“Un sistema de baja presión (también conocidos como tormentas invernales) avanzó mucho más al sur de lo habitual hasta llegar al occidente y centro del país (...) se combinó con aire polar continental originado en Estados Unidos, que pudo avanzar con libertad a través de las partes altas del país, hasta llegar a la Ciudad de México”, explica el meteorólogo Abimael Salas.
Esto a su vez se combinó con humedad del Golfo de México (y sobre todo el Océano Pacífico) y generó un evento extraordinario de nevadas en diferentes estados del norte, noreste y occidente.
Con ello, la capital experimentó un evento extremo de frío húmedo, mismo que provocó que el Paseo de la Reforma y el Palacio de Bellas Artes quedarán cubiertos por un manto blanco.
En este caso, se puede decir que, a grandes rasgos, la caída de nieve se originó con la interacción de un sistema de baja presión, humedad y una masa de aire polar. Estas condiciones se lograron gracias a la mezcla de varios factores meteorológicos a escala global, lo que finalmente se vio reflejado en un marcado descenso de la temperatura, basta señalar que en la capital se registraron -10°C.
El evento invernal de 1997
En una entrevista para MILENIO, el meteorólogo Abimael Salas mencionó que en la temporada invernal de 1997-1998, México experimentó un evento extremo de frío y nieve debido al fenómeno del 'Súper El Niño', mismo que favoreció intensas nevadas y frío extremo.
Fue así que el 12 de diciembre de 1997 se formó una gran tormenta invernal sobre el país, lo que propició fuertes nevadas en todo el norte. Sin embargo, el alcance fue de tal magnitud que terminó afectando a la capital de Jalisco.
Este evento fue inédito, más aún porque en el resto del periodo invernal, el clima cambió por completo ya que "las temperaturas estuvieron arriba de lo normal”.
¿Por qué? De acuerdo con el International Research Institute for Climate Prediction, cuando se presenta el fenómeno de 'El Niño', los inviernos pueden resultar más fríos en casi todo el país.
Además, en 1997, la presencia “anómalamente continua” de frentes fríos favoreció a que las temperaturas estuvieran por debajo de lo normal en todo el país.
Es importante mencionar que durante los inviernos con el fenómeno de 'El Niño', es común que se presenten más periodos de bajas temperaturas y lluvias, aumentando la probabilidad de nevadas extensas e intensas. Además, otros factores que influyeron en aquel entonces fueron: una vaguada polar, la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) y aire polar.
Si bien en aquel periodo no nevó en la Ciudad de México, sí se alcanzaron temperaturas mínimas históricas en varios estados (de hecho la temperatura más baja de la que existe registro en México se dio precisamente en esta época), se trata de la experimentada en Madera, Chihuahua, donde el termómetro marcó -25°C.
¿Pueden volver a ocurrir?
Aunque estos eventos son raros, es importante recordar que el clima es cíclico y no lineal, y que eventos similares pueden repetirse en el futuro, aunque para ello deben de combinarse condiciones meteorológicas muy específicas que no siempre se dan de la misma manera.
"Cada cierta cantidad de años tenemos algún sistema de baja presión como estos", explica el especialista.
Por otro lado es necesario tener en cuenta que hay múltiples piezas en el tablero atmosférico, sus interacciones a veces resultan difíciles de predecir, por lo que el pronóstico del tiempo siempre llega a tener un margen de error, es decir no es infalible. Sin embargo, es útil saber que aunque no se puede controlar el clima, si se aprende de él y con ello se tomar mejores medidas para adaptarse a sus cambios.
LHM