La atención paliativa se centra en las necesidades de la persona, aliviando y consolando los síntomas o molestias físicas, psicosociales y espirituales con la finalidad de mejorar la calidad de vida, que puede ser afectada por la enfermedad así como por los tratamientos anticáncer.
En México, grandes esfuerzos se han realizado para la detección temprana del cáncer de mama. Pese a ello, 53% de los casos tratados en el Instituto Nacional de Cancerología (INCan), se diagnostican en etapas localmente avanzada II y III, mientras que 13% son etapa IV.
Las mujeres mayores de 65 años representan 15.5% de los casos y 71% tiene sobrepeso u obesidad. Además, existe un grupo de pacientes de 40 años o menos, que representan 15.3%.
Este porcentaje es muy significativo, ya que es el doble de otros centros de referencia en países desarrollados como Estados Unidos, donde se estima que es de 7%. Este grupo de jóvenes enfrentan problemáticas de fertilidad, genética, sexualidad y psicológicos por la enfermedad. Human Rights Watch dice que toda persona tiene el derecho a no ser sometida a tortura, tratos crueles, inhumanos, degradantes o castigos, es un derecho humano fundamental.
Cuando no acercamos a una persona con cáncer de mama, con dolor se amenaza este derecho fundamental. La Organización Mundial de la Salud estima que al año mueren 40 millones de personas que requieren cuidados paliativos a nivel mundial y que solo 14% de ellas reciben esta asistencia. Una mortificación del paciente y su familia es que cuando son enviados a cuidados paliativos significa que ya no hay nada más que hacer por la enfermedad, o que morirán en poco tiempo. Esto es una falsa creencia.
Los cuidados paliativos y los tratamientos anticáncer pueden darse simultáneamente y no son excluyentes. Aunque en los años 60 nacieron como los cuidados que se brindaban al final de la vida, en la actualidad forman parte del tratamiento del cáncer.
Los cuidados paliativos se enfocan en asegurar que los pacientes y sus familias no tengan sufrimiento a lo largo de la enfermedad y hasta el último momento, porque finalmente, cuando un paciente sufre un dolor no tratado, también sufre la familia.